Entre el surrealismo y la fotografía de moda: llega álbum con los retratos de Man Ray
<P>La editorial Blume reúne más de 150 imágenes del artista que inmortalizó a Picasso y Jean Cocteau.</P>
Era 1924, Man Ray cumplía tres años en París y ya saboreaba el fracaso: sus cuadros expuestos el año anterior, en el Salón de Otoño, no fueron recibidos como hubiese querido ni por la crítica ni el público. Hasta hí llegaba su lazo con la pintura. Meses después, en una entrevista para revista Time, el artista americano anunciaba su paso definitivo a otra disciplina, admitiendo que ya estaba preparado "para sacar el máximo partido de ser un fotógrafo comercial con éxito económico". No eran puras palabras.
Dos años antes, en junio de 1922, Man Ray publicó su primer retrato en la revista Vanity Fair, del poeta francés Triztan Tzara, uno de los miembros fundadores del dadaísmo. Le siguieron fotos a figuras como Picasso, al escritor James Joyce, quien acababa de publicar Ulises, y a la poeta y dramaturga Gertrude Stein, que se alzaba como la gran mecenas literaria y artística de Jean Cocteau, Ernest Hemingway y F. Scott Fitzgerald. A todos ellos también los retrató Man Ray.
Sin embargo, tras ese inicio prometedor, el artista tuvo siete meses de mala suerte, que se fueron tan rápido como vinieron. A fines de 1924, Man Ray volvía a las pistas en revistas como Harper's Bazaar, Vogue y Vanity Fair, registrando a los protagonistas de la bohemia parisina de los años 20, en la que por supuesto él estaba inmerso.
Un libro editado en español por Blume y distribuido por la librería Contrapunto llega ahora a Chile, con más de 150 de esos míticos retratos. En 2012, la publicación acompañó una gran exposición con retratos de Man Ray, realizada en la National Portrait Gallery de Londres.
Musas y Dada
Nacido en el sur de Filadelfia, en 1890, en el seno de una familia de inmigrantes judíos rusos, Man Ray trabajó como grabador en una agencia de publicidad y en 1915 hizo su primera exposición de pintura en Nueva York, junto a Francis Picabia y Marcel Duchamp, uno de sus grandes amigos. Fue él quien impulsó a Man Ray a involucrarse en el dadaísmo, movimiento contra los conceptos tradicionales del arte. Duchamp concibió en esa época los ready mades, objetos corrientes que descontextualizaba para convertirlos en obras de arte y que Man Ray también llegó a crear: una plancha con clavos y una máquina de coser envuelta en tela y amarrada con cuerda fueron algunas de sus producciones.
Cuando llegó en 1921 a París, Man Ray ya estaba interesado en la fotografía. Se unió a los surrealistas, liderados por André Bretón, y conoció a Kiki de Montparnasse, su primera musa. Uno de sus retratos más famosos es Le violon d'Ingres, donde aparece desnuda y con los calados de un violín en su espalda. La mirada creativa de Man Ray tras la lente no dejó indiferentes a los editores de moda.
Ya en la segunda mitad del siglo XX, el artista consolidó su carrera de fotógrafo de revistas con una nueva musa: la modelo Lee Miller, que luego sería corresponsal de guerra. Man Ray siguió retratando a intelectuales como Virginia Woolf y Le Corbusier, y a damas de alta sociedad, como Wallis Simpson, que luego sería duquesa de Windsor. Todas esas fotografías aparecen en el libro, que también recorre su trayectoria en Hollywood y sus últimos años en París, ciudad a la que volvió tras la II Guerra Mundial y donde murió, en 1976.
Uno de estos retratos es el que en 1968 le tomó a Catherine Deneuve. Man Ray la hizo posar con unos aretes de espiral que él mismo fabricó y la rodeó de sus obras, además de un tablero de ajedrez que aludía a su amistad con Duchamp. Eran los ecos de su obsesión surrealista.
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