"Me piqué nomás", explicaba el ministro del Interior, Jorge Burgos (DC), a quienes le preguntaron por su exabrupto del miércoles 1. Ese día, el jefe de gabinete de Michelle Bachelet había reaccionado con dureza al ser insistentemente consultado por el mismo tema: el desembarco del ex ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre (PPD), en La Moneda.
"Tengo claro mi rol. Si el día de mañana alguien quiere pasar por encima de mi rol, lo que no me ha pasado, me demoro cinco minutos en golpear la mesa y se acabó", respondió Burgos.
Sólo cuatro días antes, Eyzaguirre había jurado como nuevo titular de la Segpres, cargo que permaneció vacante por 20 días, desde la obligada renuncia del ex diputado Jorge Insunza, también PPD.
La ceremonia, desarrollada en el Salón O'Higgins, estuvo marcada por la improvisación: no estuvo presente ningún otro ministro del comité político, los que estaban fuera del país, y los titulares de las carteras sectoriales sólo fueron advertidos a primera hora de la mañana de la nueva reestructuración del gabinete. Algunos no alcanzaron a llegar para participar en la ceremonia.
Quienes conocen a Bachelet señalan que, en contraste a la celeridad con la que se oficializó el juramento, ese sábado 27 de junio la Mandataria pudo concretar una decisión que venía rondando en su cabeza desde hacía meses, cuando comenzó a convencerse de que la crisis desatada por el caso Caval -luego acentuada por el escándalo de SQM- había provocado un quiebre irreversible en el equipo político que acompañó su debut en marzo de 2014: llevar a Eyzaguirre a La Moneda.
Es precisamente su cercanía con Bachelet -ampliamente conocida en la Nueva Mayoría- el factor que terminó instalando una cuota de incertidumbre en Palacio al oficializarse su traslado desde el Ministerio de Educación. Porque si hay algo que diferencia de manera radical a Eyzaguirre del resto de sus pares del comité político es que cultiva desde hace años una relación de complicidad con la Mandataria, tanto, que nadie olvida que en 2005 se refirió públicamente a ella como "mi gordi".
No sabía dónde estaba la sede. En marzo de 2000, el economista Nicolás Eyzaguirre asumió como ministro de Hacienda de Ricardo Lagos y el PPD lo invitó a una reunión en el partido. El recién nombrado jefe del equipo económico llegó tarde, porque se extravió en el camino: nunca antes había visitado la colectividad.
Quince años después, el nombre de Eyzaguirre integraba la nómina que el PPD hizo llegar a la Presidenta Bachelet para la conformación del equipo político que acompañaría su regreso a La Moneda, y aunque fue nominado para el Mineduc, no pocos se hicieron la convicción de que si alguien disputaba con el titular de Interior, Rodrigo Peñailillo, niveles de complicidad con la Jefa de Estado era el economista.
La caída de Peñailillo revivió el interés porque el aún ministro de Educación terminara instalándose en La Moneda.
En el PPD afirman que el timonel Jaime Quintana llegó hasta la oficina de Eyzaguirre a pedirle -en nombre del partido- que aceptara que se le postulara como reemplazante del ex jefe de gabinete. Pero el ministro argumentó que no le interesaba, que la reforma educacional aún estaba a medio camino, que "por esta vez pasaba".
Eyzaguirre omitió que esa posibilidad ya le había sido sugerida por Bachelet -a quien también convenció en esa oportunidad de que su traslado no era conveniente-, y algunos incluso señalan que en su conversación con la Mandataria le planteó las ventajas de nombrar a un DC en Interior y que los nombres de Jorge Insunza en la Segpres, así como el de Rodrigo Valdés en Hacienda, habían sido, sino planteados, respaldados por él.
La abrupta renuncia de Insunza -en medio de cuestionamientos por conflictos de interés- rebarajó el escenario para Eyzaguirre y obligó a su desembarco en La Moneda.
Según cercanos al ex jefe del Mineduc, su designación había sido pactada con Bachelet días antes de que se oficializara. Que no haya trascendido da cuenta del extremo celo con el que Eyzaguirre maneja su relación con la Mandataria.
Los colaboradores más estrechos del ministro, incluso aquellos a los que pidió que lo acompañaran en sus nuevas labores, se enteraron por televisión -cuando estaba jurando- de su renovado rol en Palacio. Con el resto, al término de la semana, sólo se comunicó por e-mail para despedirse.
Este estilo solitario -frío para algunos, soberbio para otros- ha generado ruidos en su nueva designación, los que se han amplificado porque su cartera es la encargada de llevar adelante las relaciones entre el gobierno y el Congreso.
Lo concreto es que el ministro ha debido retractarse públicamente varias veces por sus dichos a lo largo de su carrera. Desde el recordado "mi gordi" al aludir a Bachelet, pasando por "los políticos son atroces" durante una cita de Icare en 2002, cuando dirigía el equipo económico de Lagos, hasta la metáfora de "bajar de los patines" a los escolares de la educación particular y "los idiotas" de sus compañeros en el Verbo Divino.
Esta semana, el economista llegó al Congreso con un cuaderno en el que anotaba las sugerencias de los parlamentarios. "¿Dónde hay que concentrar el esfuerzo político?", preguntaba constantemente con miras al diseño de la retocada propuesta programática que surgirá del cónclave oficialista convocado para el sábado 11.
Señal de que también tomó nota de los anticuerpos que genera su personalidad -un senador socialista comentó que Eyzaguirre "cree que hay cinco personas inteligentes en el mundo y que cuatro están fuera de Chile"- y de la distancia DC que ve su ingreso como una amenaza a Burgos es que el ministro abrió el almuerzo del martes 30 de junio con los senadores de la Nueva Mayoría afirmando que "vengo a ponerme a disposición de ustedes" y agregó "y del jefe político".
En los días que lleva en sus nuevas funciones, el titular Segpres ya conversó con los timoneles de los partidos oficialistas y de la oposición, además de los jefes de bancada.
En privado, en todo caso, el balance no es óptimo. Varios parlamentarios de la Nueva Mayoría que prefirieron mantener su nombre en reserva coincidieron en que Eyzaguirre se veía todavía algo confundido, preguntaba a cada rato por los jefes de las respectivas comisiones y su trato formal no daba cuenta de las formas, códigos y complicidades que definen el éxito en el Congreso.
El miércoles 1, en el despacho del ministro Burgos, los cuatro ministros del comité político -el anfitrión, Eyzaguirre; el vocero, Marcelo Díaz, y el titular de Hacienda, Rodrigo Valdés- se reunieron a las 9 de la mañana. En la cita se abordaron las suspicacias que generó la instalación del personero PPD en La Moneda.
No sólo su cercanía con la Mandataria -que establece una diferencia decidora respecto de la relación de ésta con el jefe del equipo político- es parte del escenario. En el oficialismo también se señalaba que Eyzaguirre se desempeñó como ministro de Hacienda entre 2000-2006 y que había trabajado con Valdés no sólo en esa época, sino que, además, éste fue parte de su equipo en el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La amenaza de un jefe del equipo económico "en las sombras" también formaba parte de los análisis oficialistas.
Así, con el objetivo de dar una señal de distensión y descartar cualquier pugna de poder al interior del equipo político se decidió que -a las tres reuniones que sostendrán semanalmente los cuatro- sumarían esta vez que todos partirían juntos a Valparaíso a conversar con los parlamentarios para reafirmar la conducción política y que a mediodía, en la cafetería del Congreso, se tomarían una foto conjunta. Eso sucedió cerca de las 13.30.
Unas horas después, Burgos cometió el exabrupto que empañó la puesta en escena.
Cercanos a ambos ministros señalan que, en realidad, mantienen una relación fluida y más cercana de la que se conoce. Los secretarios de Estado tienen amigos en común, han cenado más de una vez con sus parejas en sus casas y cultivan un tipo de humor parecido.
A pesar de todo eso, Eyzaguirre no era la primera opción de Burgos como candidato a la Segpres. Durante la prolongada vacante de Insunza, el titular de Interior se comunicó con el ex ministro Sergio Bitar para preguntar por su disponibilidad para asumir en el gabinete. El DC, además, había alcanzado a comentar con algunos PPD que prefería un perfil como el del ex jefe del MOP para terminar la conformación del equipo político.
"Al equipo político yo lo veo bien, se van a complementar y reforzar en la agenda que hemos priorizado. Eyzaguirre va a ser un buen respaldo, siempre con el ministro Burgos a la cabeza del equipo. El trabajo mancomunado con el equipo va a traer buenos resultados", dijo a Reportajes el presidente de la DC, Jorge Pizarro.
Para evitar nuevas tensiones, el ministro Segpres ha comentado que pretende estrenar un estilo enfocado "hacia adentro" de su cartera, hablar lo "justo y necesario" en términos públicos. En los últimos días, además, Eyzaguirre ha mencionado varias veces el nombre del fallecido ministro Edgardo Boeninger para aludir al modelo de trabajo que quiere armar en la Segpres, con énfasis en las relaciones políticas y la búsqueda de amplios consensos oficialistas.
En contraste, en el PPD han señalado que potenciaron "otro candidato" frente a un eventual escenario presidencial y que junto a la llegada de Adriana Delpiano se mantuvo la presencia de la colectividad en el gabinete.
Cercanos al ex titular de Educación comentan que Eyzaguirre en los últimos meses tuvo un duro y largo aprendizaje en el manejo con los parlamentarios debido a la tramitación de la reforma educacional. Las mismas fuentes aseguran que -si bien no existe un feeling natural- el ministro construyó una adecuada labor de trabajo y que entendió que una de las claves para negociar, especialmente con los miembros del Congreso, es que "se debe dar algo a cambio".
Una versión que un influyente parlamentario de la Nueva Mayoría prefiere mirar con distancia: "Cuando estuvo en Educación también llegó con un cuaderno, anotó todo y después hizo lo que quiso".