La violencia en el pololeo es más frecuente de lo que se cree. El 58% de los adolescentes en Chile admite que ha sufrido agresiones o que ha atacado a su pareja, revela un estudio del Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la U. de Talca el 2008. Maltratos que van desde descalificaciones, empujones, golpes y, en casos extremos agresión sexual, de los cuales los padres suelen ser los últimos en enterarse.
Un insulto o un empujón esporádicos pueden aparecer en una pelea, pero los golpes o humillaciones permanentes son síntomas de una actitud persistente, aclara Eldreth Peralta, médico adolescentólogo del Centro de Salud del Adolescente, Ser Joven, de la U. de Chile. Al igual que los adultos, los pololos pasan por períodos de tensión a raíz de diferencias de opiniones o celos que desencadenan la crisis y la respuesta violenta con cachetadas, arañazos, golpes y descalificaciones. "Luego del ataque, el agresor se disculpa y asegura que fue un hecho aislado y viene una etapa de luna de miel. Pero nuevamente se acumula la tensión y surge la violencia", explica Peralta.
Para detectar un pololeo agresivo, la pareja de un hijo o hija debe integrarse a la familia. "En la interacción, un almuerzo por ejemplo, es donde los padres pueden ver si es que la polola lo manipula o si el pololo la controla demasiado", dice la experta de Ser Joven.
Evidencias
Cuando el maltrato es sicológico, el excesivo control y celos son indicios claros, explica Carla Inzunza, siquiatra infanto-juvenil del Hospital Clínico de la U. Católica. Son pololos que prohíben a sus parejas hablar con ciertas personas y son muy celosos del tiempo que comparten con amigos. Si no están juntos, llaman muchas veces por teléfono requiriendo dónde está su pareja y pueden llegar a extremos de manipular diciendo que están mal o que se van a provocar daño.
Ejercen presión para que su pareja decida entre estar con sus amigos, familia o con él. "Marginan al hijo de la vida familiar hasta que pierde el interés en las actividades que antes disfrutaba, y sus actividades sociales se reducen sólo salir con su pareja", dice Inzunza.
Otro rasgo común es que cuando los padres conversan con ellos sobre su pololeo se muestran irritables, dice Peralta. "Son pololos que desaparecen por períodos largos y los hijos no quieren hablar del tema. Los padres deben acercarse e insistir sobre qué pasa", recalca.
Para la adolescentóloga Eldreth Peralta, los padres nunca deben ser indiferentes a rasguños o dedos marcados en los brazos, indicios claros de violencia física. Más aún si al consultar a sus hijos sobre qué pasó, el relato no concuerda con esas marcas físicas. "Esto se da tanto en hombres como mujeres. En los hombres es más visible, porque son más violentos. Pero las mujeres arañan la cara y el cuerpo a sus pololos", dice Peralta.
María Isabel González, enfermera matrona especialista en adolescentes de Ser Joven, aclara que las agresiones físicas son los casos más extremos en los adolescentes. Sin embargo, a esa edad algunos ya tienen prohibición judicial de acercare a sus parejas por violencia.