Los músicos chilenos que marcaron 2011 enjuician su mejor momento

<P>La Tercera reunió a ocho nombres del pop rock local que este año disfrutaron de la consagración o el despegue.</P>




El cantautor Fernando Milagros mira al puñado de coetáneos que merodea a su alrededor y apuesta: "Yo creo que todos los que estamos acá nos hemos buscado en Google durante el último tiempo". Si lo hicieron, es muy probable que los resultados hayan sido más numerosos que en temporadas anteriores y que retraten su protagonismo en álbumes, proyectos y festivales del más diverso calibre. Es que el rock y el pop local siguieron un derrotero claro durante 2011: la consagración masiva, comercial o artística de una serie de nuevas figuras y tendencias incubadas en años previos, y que hoy crecen como recambio definitivo en la escena local.

Si el año pasado fue la explosión prolífica de los créditos y estilos más diversos -con el récord de 70 álbumes editados y con una calidad que los situaba entre los mejores de la última década-, la actual temporada no alcanzó tal abundancia: según los registros de las discográficas, esta vez el promedio se acercó a 50. A cambio, como la tranquilidad que se instala tras el fervor, se consolidó la renovación de sonidos y formas de trabajo que marcan cierta distancia con la industria más tradicional.

De hecho, hay diferencias evidentes. Mientras las glorias noventeras echan manos a ejercicios nostálgicos (Lucybell reunió a su formación histórica) o a la réplica de material más seguro (Chancho en Piedra, Javiera Parra y Jorge González optaron por los covers), las apuestas del nuevo decenio tejen su ascenso desde una actividad discográfica más fecunda, una constante agenda en vivo y lazos internacionales trazados en circuitos más acotados. Un trozo importante de ese contingente fue reunido esta semana por La Tercera en el restaurante Republicano, en Bellavista, para evaluar su 2011 propio y ajeno.

Masivos

En el grupo destacan los dos nombres que mayor atención mediática y crecimiento de audiencia disfrutaron: Francisca Valenzuela (24) y Manuel García (41). La cantante asomó por todos lados gracias a su segundo título, Buen soldado (2011), y estuvo presente en instancias tan dispares como el Pop Festival montado por Shakira en el Estadio Nacional, el recital de U2 en el mismo recinto -cantó con el cuarteto el tema One tree hill-, la delegación chilena en el festival de Cannes y festines rockeros como el Austin City Limits Festival, de Austin, o el Personal Fest, de Buenos Aires. Dio la primera gira a gran escala de su carrera y firmó con la empresa de la chilena Rosa Lagarrigue, la más importante agencia de representación en España y que empujó al estrellato a Bosé y Sanz.

"No sé si hablar de consolidación, porque uno siempre está evolucionando y ampliando los horizontes, pero sin duda hubo un crecimiento importantísimo, como nunca antes", establece. Luego sigue: "En mi paso por distintos festivales en Chile he visto cómo se abren nuevas oportunidades, porque gente que no me ubicaba, o a la que no le gustaba, me ha visto con otra imagen. Además, estilísticamente, también he tenido una búsqueda mucho más amplia".

El recorrido de García es igual de vistoso. Aunque su última entrega, S/T, es de 2010, durante este año asestó la masividad gracias a una propuesta cada vez más definida y transversal, con alcance desde las radios para el adulto joven hasta los antiguos deudos de la trova, todos juntos y revueltos en esa cima que significó el concierto de julio en el Teatro Caupolicán. Un antecedente que sirvió para catapultarlo a los dos festivales más populares del año, Olmué y Viña de Mar (en este último será jurado). Es la gran figura actual del cancionero nacional. "Es evidente que ha sido un año de consolidación, porque hay muchos símbolos visibles, como Olmué o Viña. Pero más que hablar de un momento, lo que aquí se consagra es una carrera, un proceso más largo", asegura.

Luego de bandas como Los Bunkers y Chico Trujillo, García y Valenzuela son los únicos solistas ligados al pop rock que ostentan ventas generosas durante esta temporada: mientras el primero facturó 5.500 copias (disco de oro) de su última producción, la voz de Quiero verte más se empinó por las cuatro mil. Y el cantautor promete más: ya alista las composiciones de un nuevo álbum, con salida para la primera parte de 2012. "Lo del disco es un plan seguro. Hay que seguir moviéndose", remata.

La vía propia

Moverse. Precisamente, ese es el concepto que esta generación más ha ejercitado: mantenerse siempre en buena forma artística y con proyectos cuantiosos sobre la mesa. No les quedó otra: sus nombres empezaron a abrirse un espacio sin el espaldarazo de sellos multinacionales y, en algunos casos, cuando ni siquiera tenían un disco en las vitrinas.

Un ejemplo rotundo es el propio Fernando Milagros (31). Iniciado en 2003 en el trío rockero María Milagros y con dos discos de factura artesanal y a momentos imitativa, este año afianzó su apuesta gracias al folk oscuro, el sonido espeso y las letras emotivas de San Sebastián. Producido por Cristián Heyne, la pieza cuenta con la colaboración de la española Christina Rosenvinge y, según la crítica, figura entre lo mejor del año.

Además, integra dos proyectos paralelos, las bandas Caravana y Bahía Inútil, y pasó por citas como el festival español Primavera Sound. El artista sigue: "Este disco es fruto de harto tiempo. Lo venía trabajando solo en mi casa desde el año pasado, pero al conocer a Heyne me hizo estar mucho más seguro. Igual, como artista, uno tiene que tener claro que no sólo se puede cosechar, sino que, después de eso, seguir trabajando. Por eso yo no paro. Ahora estoy tratando de apelar más a las radios, pero también trataré de exportar lo que hago. En Chile no sé si hay una escena, porque hay mucha gente haciendo cosas, pero no sé si tantas viéndolas".

Si de contactos foráneos se trata, Cómo Asesinar a Felipes puede tomar la palabra. Luego de dos discos y con un exquisito maridaje de hip hop y jazz, la banda lanzó Colores y cadáveres (2010), y durante este temporada acumuló la mayor cantidad de aplausos en su trayectoria. Partiendo por Billy Gould, el bajista de Faith No More, que los fichó para su sello, Koolarrow Records, con el plan de editar sus álbumes en EE.UU. y de producir su nueva entrega, que saldrá en 2012. Felipe Salas, uno de sus miembros, describe: "Este es el primer año donde todo comienza a funcionar, pero el crecimiento no nos va a hacer traicionar nuestro sonido. Eso lo mantendremos siempre".

Femeninas y poperos

Si García y Milagros encarnan a un prototipo de larga data en Chile -el cantautor armado de guitarra-, 2011 ha presenciado el robustecimiento de otra figura algo más escasa: la cantante femenina de figuración solista. Remitida en los 90 a nombres puntuales, como Nicole, este año vio el avance ya consabido de Ana Tijoux, el afianzamiento de Paz Court al frente de Jazzimodo y la escalada de voces como Natalia Molina o Carolina Nissen. "Creo que hay muchas más mujeres porque los músicos, en general, se atrevieron a hacer las cosas por su cuenta. Hicieron sus redes y empezaron a defenderse solos con la gente, sin intermediarios", dictamina María Colores (30), cantante que reporta un súbito despegue con Llamadas perdidas, álbum que contiene el pegajoso hit del mismo nombre, que sonó tanto en la telenovela Peleles como el bloque estelar de la Teletón. Son los escenarios que gustan a la artista, que trabajó en cruceros.

Es que la masividad no es vista como una concesión de sus principios por la nueva camada de artistas. Aman el pop amigable, las canciones que son carne fácil para la radio y la pista de baile, y abordar públicos extensos. Por algo el diario español El Pais presentó en enero una nota donde bautizaba a Chile como el nuevo paraíso del pop.

"A nosotros ya nos han puesto en varias camadas, porque ya llevamos un tiempo. Y hemos tocado desde casas okupas hasta lugares mucho más masivos. Y queremos seguir por más", reconoce Diego Adrián, de Adrianigual, banda que -sin una popularidad aplastante- logró materializar su identidad en el álbum Exito mundial, un cóctel de dance, punk y guitarras acústicas que figura entre lo más intenso de la discoteca 2011.

Uno de sus mayores aliados, Alex Anwandter, es otro músico que, casi como ningún otro, comulga a ciegas con el pop dotado de buenas intenciones y argumentos. Odisea (2010) fue la primera llamada de alerta, concretada este año en el impecable Rebeldes (2011). "En cuanto a estilo, este álbum es más normal y se adscribe a una tradición de música pop, que de algún modo a todos nos gusta. Me impresiona cómo las canciones han conectado con la gente", explica el ex Teleradio Donoso, en un credo por la música amable que comparte con nombres como Dënver, otro de los sobresalientes del año.

Más asumidos en su condición de independientes aparece Astro, el conjunto con reminiscencias psicodélicas que en noviembre lanzó su debut homónimo, pese a contar con pasos previos por el festival mexicano Vive latino Y con dogmas claros: "Lo que hacemos nadie más lo está haciendo en Chile", se atreve Andrés Nusser, voz del cuarteto, en una frase compartida con coetáneos que saben que parte del actual pop y rock local les pertenece. Sólo basta buscar en Google.

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