Nancy Fraser, se asomó por primera vez a Chile en los días previos al plebiscito de 1988, como visitante tras tener actividades académicas en Buenos Aires. Un "momento muy tenso y muy interesante", según recuerda. La semana pasada, estuvo de vuelta. Invitada por la Cátedra Globalización y Democracia de la UDP que dirige Ernesto Ottone, esta profesora de la neoyorquina New School University vino a hablar del "destino de la igualdad en el mundo financiero".
Y en tal impulso se cruzaron conceptos cultivados a través de las décadas por esta teórica feminista, como ella misma también se define. Algunos, como redistribución y reconocimiento, son el combustible de la "paridad de participación", como define su modelo deseable de igualdad.
¿De qué habla cuando habla de igualdad?
Hay muchas interpretaciones, muchas teorías filosóficas respecto de este concepto. Pero es también un concepto histórico cuyo significado no nos ha sido dado de una vez, sino que se ha ido desplegando en el transcurso de la historia. Empieza como una idea estrecha que a comienzos de la Era Moderna se aplica a la religión, a la libertad religiosa y a la ley, pero que con el tiempo involucra a la política, en la lucha por una república y por voto universal, y luego a la esfera de la economía, para obtener una redistribución de la riqueza. Más tarde empezó a aplicarse a la familia y a la vida íntima, con el feminismo y los movimientos LGBT. Luego, a la sociedad civil con los movimientos por los derechos indígenas, por el reconocimiento de la multiculturalidad, por la representación plurinacional. Al comienzo, la gente piensa que es suficiente tener derechos formales en el papel, pero en algún punto empieza a preguntarse qué beneficio traen los derechos formales cuando no hay precondiciones sociales o materiales para ejercerlos. Finalmente, lo que hay es una "paridad de participación": significa tener la posibilidad de participar como miembro pleno de la sociedad. Ahora la idea de la igualdad está en crisis. Estamos en una encrucijada histórica: está la lógica direccional de la igualdad, pero también el proyecto del neoliberalismo, que quiere llevarnos a una temprana y delgada noción liberal, con su idealizada visión del mercado como el lugar de intercambios libres e iguales. Ahora, hay mucha gente, entre quienes me incluyo, que aún cree en una idea de igualdad más democrática y radical.
¿Cómo armonizar las igualdades, cuando algunas pesan más que otras?
Acá es central la paridad de participación. Dado el modo en que las diferentes desigualdades se intersectan, desgraciadamente es muy fácil ejecutar reformas que prometan, por ejemplo, reducir la desigualdad de género y terminen desmejorando otros aspectos. Hay una larga historia de dilemas de la igualdad que obliga a tener una mirada multidimensional.
¿No se desencuentran también igualdad y diversidad?
Esta es una de las razones por las que hablo de paridad de participación. Esta expresión envuelve tanto a las diferencias como a la "mismidad". No dice que tenemos que ser los mismos para ser iguales. Apunta a si podemos o no interactuar en un pie de igualdad.