Película de Pablo Larraín queda seleccionada en Festival de Venecia
<P>El realizador de <I>Tony Manero</I> habla aquí de su nuevo filme, <I>Post mórtem</I>, una historia de amor ambientada durante el golpe militar, con Alfredo Castro y Antonia Zegers. La cinta fue seleccionada para la competencia oficial del Festival de Venecia, el encuentro más antiguo del mundo, que este año también incluye <I>La vida de los peces,</I> de Matías Bize.</P>
La única vez que una película chilena estuvo en la competencia principal del Festival de Cine de Venecia, la actriz Gloria Munchmeyer se llevó la codiciada Copa Volpi a la Mejor Actriz. En el año 1991, el filme La luna en el espejo, de Silvio Caiozzi, fue un invitado curioso y diferente en medio de una muestra donde también competía Buenos muchachos, de Martin Scorsese. Además, en medio de la mediática fiesta veneciana, circulaban figuras como Werner Herzog y Anjelica Huston. Alejandro Jodorowsky, por su parte, promocionaba El ladrón del arco iris, su filme con Peter O'Toole.
Casi 20 años después de aquel hito, otro filme local se cuela en la competencia oficial del festival más antiguo del mundo (78 años) y uno de los tres grandes de Europa junto al de Cannes y Berlín. Los tiempos han cambiado y ver cine chileno en el extranjero ya no es un fenómeno tan raro, sobre todo si el seleccionado es Pablo Larraín, realizador que logró gran éxito de críticas con Tony Manero en el Festival de Cannes 2008.
Su nueva cinta es Post mórtem y competirá por el León de Oro en la muestra oficial junto a otros 22 filmes, destacando Somewhere de Sofia Coppola, Black swan de Darren Aronofsky y Balada triste de trompeta de Alex de la Iglesia. La cinta de Larraín se enmarca en un período conflictivo de la historia nacional, con una trama que transcurre antes, durante y después del golpe militar.
El equipo de Post mórtem es el mismo de Tony Manero (Pablo Larraín, Mateo Iribarren y Alfredo Castro en el guión, y este último en el rol protagónico) y su director considera que ambas son parientes muy cercanas. "Al principio concebimos esta película como una hermana de Tony Manero, pero con el tiempo la historia cambió tanto que ya es una suerte de prima. Sin embargo, una es consecuencia de la otra. Tal vez es una mezcla entre Tony Manero y Fuga, mi primera película. No es tan dura como Tony Manero en la medida en que no tiene ese personaje central con una voluntad tan fuerte y privilegia sobre todo un cuento de amor. Es más simple también", cuenta el director Pablo Larraín.
Con un presupuesto cercano a los 800 mil dólares (casi el mismo de Tony Manero), Post Mórtem cuenta una odisea de amor donde un gris empleado de la morgue llamado Mario (Alfredo Castro) se transforma súbitamente en el apoyo moral y afectivo de Nancy (Antonia Zegers), una bailarina del Bim Bam Bum cuyo padre y hermano comunistas desaparecen tras el golpe militar. Mario es quien transcribe las autopsias del Servicio Médico Legal (de hecho, le toca la del Presidente Allende) y es vecino de Nancy, de quien está enamorado.
Si Tony Manero ya tenía referencias a la historia reciente, Post mórtem trabaja en un universo de connotaciones políticas más evidentes. "Pero no es un panfleto político ni es una película sobreideologizada. Post Mórtem es más bien una mirada privada y personal sobre una serie de hechos que afectaron a todos"#, explica el director.
El filme es una coproducción chileno-alemana-mexicana, de 98 minutos de duración, y aunque el realizador insiste en que la historia de amor entre Mario y Nancy es la médula de la trama, también revela un dato interesante. "Algunas personas me aconsejaron no hacer esta película, no escarbar otra vez en estos temas y hasta no estar de nuevo con el mismo elenco. Finalmente todo eso no sirve y uno termina haciendo el filme que más honestamente sale", explica acerca de la producción que también tiene "largas escenas de cabaret" en una reconstrucción del Bim Bam Bum".
Post Mórtem es una de las dos cintas chilenas que este año estará en Venecia junto a La vida de los peces, el filme de Matías Bize que participa en la sección paralela Venice Days.
Se trata de dos largometrajes que, cada uno a su modo, ponen el dedo en las heridas del amor. "Es notable que haya dos cintas locales en Venecia. Y lo mejor es que se trata de trabajos diferentes. Muestra que el cine chileno es más diverso de lo que la gente cree", apunta Larraín.
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