El final (en cámara lenta) de las salas de cine en Valparaíso

Fachada del edificio donde funcionó el Teatro Metro y luego Cine Hoyts. Foto: Dedvi Missene

Tras contar con una veintena de recintos y una masiva proyección de películas, la aparición del VHS y los videoclubes fue carcomiendo las antiguas salas que daban vida y entretención al Puerto. Algunos fueron demolidos y otros convertidos en bodega o iglesia. Incluso, el edificio que albergó hasta hace poco un cine Hoyts será transformado en un mall chino.


En los años 30, la Av. Pedro Montt de Valparaíso era conocida como “la avenida de los cines”. En el Puerto se contaba una veintena de salas, varias de ellas en sus cerros, como Cine Esmeralda (cerro Cordillera), Teatro Mauri (cerro Bellavista) y Teatro Odeón (cerro Playa Ancha). La mayoría se ubicaba en la tradicional arteria porteña, en un principio abocadas a la exhibición de obras teatrales, para luego dar paso a una masiva proyección de películas.

Recorrer esa avenida durante la década del 60, recuerda el concejal de Valparaíso Dante Iturrieta (UDI), “era un panorama, un paseo que se realizaba una vez al mes, dependiendo de la cartelera. Además, había muchas fuentes de soda familiares, en las cuales se reunía la vecindad”.

Entre la Plaza Victoria y la Av. Argentina -cuenta el edil- operaba el Cine Colón (inaugurado en 1909), el Cine Real, el Teatro Brasilia, el Tercer Teatro de la Victoria (inaugurado en 1910), el Teatro Velarde (actual Teatro Municipal), el Teatro Imperio y el Teatro Metro.

En este último, recuerda Jaime Córdova, director del Festival de Cine Recobrado, “se exhibían películas de la Metro Goldwyn Mayer, ya que era de su propiedad. Fue inaugurado en 1945, con la presencia de la actriz Esther Williams. Todo un acontecimiento para la época, cuando Hollywood venía a Valparaíso”.

En el Metro hubo proyección cinematográfica hasta el año pasado, hasta que Cine Hoyts -que arrendaba el espacio- anunció el cierre de la sucursal en Valparaíso. Hoy solo el Teatro Condell sigue proyectando películas. Y el Municipal, con funciones esporádicas.

Un mall chino

Fuentes conocedoras del futuro del ex Teatro Metro aseguran que se transformará en un gran local comercial, de un piso. Y aunque todavía no ha sido arrendado, explican, lo más probable es que se convierta en un mall chino.

Por estos días, la inmobiliaria ya quitó todo el mobiliario alusivo al cine y se ha abocado a hacer arreglos, como nivelar la pendiente del piso de las salas y así dejarlo en condiciones para operar como local comercial. Las tareas, estiman, concluirían en mayo.

Para Córdova, cinéfilo y docente, que el Metro termine como local comercial, como ya ocurrió con el Teatro Imperio, “atenta contra una dignidad arquitectónica y cinematográfica que hay que rescatar y defender”.

El ex Teatro Imperio recibió hace poco una feria de artesanías. Foto: Dedvi Missene.

El cierre de los cines

El futuro del Metro es similar al que ya tuvieron, en el pasado, otros inmuebles porteños, como el Teatro Brasilia, el Imperio y el Teatro Valparaíso, que fue inaugurado en 1937 y cuya infraestructura alberga hoy una tienda Ripley, frente a la Plaza Victoria. “Era muy bonito. Adentro tenía murales, pero fue demolido para construir la multitienda en 1998, cuando ya se hablaba de la importancia patrimonial de Valparaíso. Ripley pudo haber dejado el cascarón y reformarlo todo por dentro”, dice Piero Castagneto, periodista e investigador histórico.

Castagneto recuerda que en ese sector (Plaza Victoria) fue inaugurado el primer teatro emblemático del Puerto: el Teatro de la Victoria, de 1844. “Centro de la vida social que se transformaba en un salón de bailes público -quitando las butacas- o de máscaras. También de actos cívicos, en una ciudad que estaba surgiendo y tenía la necesidad de generar espacios de esparcimiento”, cuenta.

Valparaíso era una ciudad tan globalizada que ese teatro tiene una historia mayor. El investigador sostiene que “antes que nada fue una sala de ópera, se ejecutaban obras de compositores que todavía estaban vivos, como el repertorio de los italianos Giuseppe Verdi y Gaetano Donizetti”.

Ese primer teatro se incendió en 1878 y luego lo reemplezó el Segundo Teatro de la Victoria (1886), en pleno auge salitrero, pero que luego se derrumbó con el terremoto de 1906. Su tercera versión (1910) fue emplazada en la Av. Pedro Montt, la que más tarde (1973) fue demolida para edificar ahí un edificio de departamentos.

Patricio Zamora, académico del Centro de Estudios y Gestión del Patrimonio de la Universidad de Valparaíso, señala que “los teatros y cines aparecen a mediados del siglo XIX en Valparaíso. Algunos se especializaban en cine mexicano, europeo o americano, con las clásicas funciones de matiné, vermut y noche”.

Igual que en Europa, añade Zamora, “los primeros cines presentaban películas mudas acompañadas de pianistas, que generalmente eran mujeres”.

La tienda Ripley donde mucho antes estuvo el Teatro Valparaíso, frente a la Plaza Victoria. Foto: Dedvi Missene

Uno de los motivos que explican el cierre de las salas en Valparaíso es la evolución del cine como industria. “La aparición de películas en video, la proliferación de videoclubes en los 80. Es más bien un fenómeno global, pero que también tiene una arista local: el descuido del patrimonio, porque son recintos que se podrían haber reciclado”, dice Castagneto.

Para Leonardo Torres, administrador de Insomnia Teatro Condell, la única sala de cine tradicional que sigue operando en Valparaíso (también esta la multisala Cineplanet), estos recintos empezaron a desaparecer por “la aparición del VHS. Y con la llegada de los malls y las multisalas, en los 90, que obligó a las sala de cine a arrendar sus espacios para fiestas. El Cine Condell, por ejemplo, terminó siendo un cine porno”.

Sin embargo, hay al menos dos proyectos en marcha -aparte de Insomnia Teatro Condell- que buscan recuperar y reabrir los antiguos teatros de Valparaíso. En el éxito de Insomnia, que ya suma una década exhibiendo cine independiente, ha sido clave el apoyo del Estado.

Resiste porque hay apoyo gubernamental. Por la relación público-privada. Eso se agradece. Porque ha sido de todos los gobiernos intentar que la herramienta del cine se mantenga, por el rescate del patrimonio y para impulsar una industria incipiente -si uno pudiera llamarla de alguna forma- que genera trabajos y un despliegue internacional. Entonces, sí sirve tener salas de cine. Es una inversión, porque si estamos llevando películas al extranjero, en algún lado hay que verlas”, dice su administrador.

Otro proyecto que está e curso es la recuperación del Teatro Odeón de Playa Ancha. Estefanía Trujillo, parte del Círculo de Gestión de la asociación del teatro, cuenta que la iniciativa surgió en 2016 con el llamado de un vecino para recuperar el inmueble de Conservación Histórica.

“Nuestro primer gran objetivo ha sido promover el desarrollo de la cultura en Playa Ancha, para fortalecer sentido de pertenencia e identidad cultural mediante la recuperación del equipamiento del Teatro Odeón”, señala. Para ello, han trabajando en adquirir, recuperar y rehabilitar el inmueble mediante un plan de financiamiento a pequeña y gran escala, consiguiendo en 2019 ser parte de las asociaciones de beneficencia de la Ley de Donaciones Culturales hasta 2021.

Dicho período fue complejo, dice Trujillo, por el estallido y la pandemia, pues se volvió difícil recolectar dinero”. Lamentablemente, agrega, el Ministerio de las Culturas no les extendió el plazo.

Ahora cambiaron un poco la estrategia y con los fondos que recaudaron durante la pandemia realizando veladas y espectáculos en el barrio y arrendando el espacio, lo limpiaron y comenzaron a realizar actividades culturales, como pequeñas obras de teatro. “Hoy estamos en proceso de reorganización y de buscar más socios que cooperen”, cuenta la también docente de la Universidad de Playa Ancha.

El gran sueño, concluye Trujillo, es que el Teatro Odeón se convierta en un “espacio que dé empleo a artistas. Un espacio de desarrollo cultural para colegios y vecinos, donde la gente pueda participar activamente y que esté en las mejores condiciones posible”.

2022. Presentación de obra de teatro en Teatro Odeón de Playa Ancha, en Valparaíso. Foto: Asociación Teatro Odeón.

Por su parte, la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales (SCD), dueña del Teatro Mauri desde hace ocho años, está trabajando en reabrir el espacio que cerró al público tras el estallido social y la pandemia.

Desde la SCD explican que ya rehabilitaron la Sala Cero y realizaron algunas temporadas con presentaciones musicales de mediano formato, “así como diversas actividades que apuntaban a posicionar al teatro como un espacio de intercambio con la comunidad y el entorno”.

Ahora, aseguran, están iniciando un nuevo ciclo, que consiste en habilitar la sala principal del teatro, la que “aún no tiene fechas definidas de término, pero sí un plan y objetivos claros: reabrir este espacio para apoyar la reactivación de la escena musical regional y aportar a la generación de un circuito en una ciudad emblemática, donde la música y la cultura juegan un rol esencial para su desarrollo”.

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