La reconstrucción del homicidio de Francisco Martínez en cuatro voces: las pruebas que revisará la Corte de Valdivia

El funeral de Francisco Martínez.

En el expediente judicial está el relato de cuatro testigos -vendedores, transeúntes e inclusó una enfermera que entregó los primeros auxilios- que presenciaron el momento exacto en que el sargento Juan Gónzález Iturriaga dispara, en seis oportunidades, contra el malabarista. También se detalla cómo los machetes que portaba la víctima llegaron a su hermana, de manos de una mujer desconocida. Este miércoles, el tribunal de alzada decidirá si confirma el arresto domiciliario del carabinero imputado por homicidio simple o decreta su prisión preventiva.


Una de las interrogantes -y también cuestionamientos- que ha surgido en la investigación por el homicidio del joven de 27 años Francisco Martínez Romero es por qué la Fiscalía de Los Ríos pidió arresto domiciliario y no la prisión preventiva del sargento Juan González Iturriaga, pese a formalizarlo por el delito de homicidio simple. La respuesta, dicen conocedores de la investigación, está en que para el Ministerio Público sí hubo legítima defensa por parte del policía, pero esta fue “incompleta”, ya que, a juicio de los investigadores, la víctima sí habría provocado una amenaza real al abalanzarse al suboficial machetes en mano, pero el sexto tiro que percutó el imputado contra el joven, cuando éste ya estaba cayendo producto de los impactos de bala anteriores habría sido innecesario, configurando el delito de homicidio.

En ese sentido, explican quienes están cargo de la investigación, la hipótesis de defensa legítima incompleta frente a un delito de homicidio simple permitiría al carabinero cumplir una pena en libertad, por lo que -justifican al interior del Ministerio Público- la solicitud de prisión preventiva sería desproporcionada, pues en ningún caso el policía, que cuenta con irreprochable conducta anterior, arriesga pena de cárcel efectiva.

Todo este escenario de pruebas y la teoría de la fiscalía, que no son compartidas por el querellante que representa a la familia de Martínez -quien apeló y solicita que la medida cautelar sea de privación de libertad-, serán analizados este miércoles 10 de febrero, luego de que la Corte de Apelaciones de Valdivia pusiera en tabla la vista de esta causa que ha generado conmoción pública debido a los videos que se han viralizado del momento exacto en que el joven, un conocido malabarista, cayera abatido en la intersección de la calles Martínez de Rosas con Pedro de Valdivia, en pleno centro de Panguipulli, Región de Los Ríos. En el expediente judicial hay varios relatos clave de testigos directos del homicidio del joven, cuyos restos mortales fueron despedidos el lunes pasado.

El tribunal de alzada de la capital de Los Ríos revisará hoy las pruebas recogidas por la PDI a petición del fiscal regional Juan Agustín Meléndez. En ella consta, además, la versión policial que asegura que Martínez, antes de abalanzarse con las manos en alto, habría amenazado de muerte al sargento.

En los informes policiales está la declaración de Lissette Torres Romero (44), media hermana de la víctima, quien relató a la policía que al día siguiente del fallecimiento del joven malabarista, “a las 19.00 horas, aproximadamente, en circunstancias que concurrí a la ciudad de Panguipulli a buscar el cuerpo de mi hermano, se me acercó una persona de sexo femenino, ignoro mayores antecedentes, quien me hizo entrega de una mochila, señalándome que era de propiedad de mi hermano, para posteriormente retirarse en dirección desconocida”. Cercanos al joven han señalado que la mujer era una lugareña que lo conocía y que resguardó sus pertenencias mientras su cuerpo era levantado de la vía pública.

Torres dice que sólo al día siguiente, cuando llegó a su domicilio en Puente Alto, donde se realizaría el velatorio de su hermano, abrió el bolso “percatándome que eran los tres sables con los que cumplía su actividad de malabarista en la ciudad de Panguipulli; por lo anterior me asesoré con mi abogado, quien me indicó que los viniera a dejar a la PDI”. Gracias a esto, se elaboró el informe policial en que se establecen “las dimensiones de los machetes ‘Truper’, que corresponden a una hoja metálica de 50 cm de largo y 6 cm en su parte más ancha, con empuñadura plástica color naranjo, encintada con huincha aislante color rojo, de 13,5 cm de largo y 4 cm de ancho máximo, todos los cuales presentan filo en la parte inferior de las hojas”.

La dinámica de los disparos que investiga el Ministerio Público es la siguiente: un primer balazo al piso, el segundo a la caja metálica en que se protegió la víctima, luego uno al pie, otro al muslo, uno en la ingle y, cuando iba cayendo, uno al tórax. Este último, según el informe del SML, fue el que le causó la muerte.

Uno de los querellantes que intentará dejar al sargento González en prisión preventiva es Daniel Jorge Venegas, del Observatorio de Derechos Humanos, que actúa en la causa en representación del Sindicato Regional de Artistas Callejeros y difiere, incluso, de la hipótesis del Ministerio Público. “Creemos que en el caso hay un delito de homicidio y que no existe la eximente de responsabilidad penal de legítima defensa que alega el abogado del imputado, porque los requisitos de ella están expresamente señalados en el Artículo 10 del Código Penal; estos son tres y deben existir todos conjuntamente en un caso para que se pueda entender que esa ´defensa ante una agresión´ está legitimada y amparada por el derecho”, dijo.

En ese sentido, explicó que “el primer requisito de la legítima defensa es que exista una agresión ilegitima, es decir sin motivación alguna hacia la persona que se defiende (en este caso una agresión sin fundamento al carabinero) y según se aprecia en los videos, fue el policía quien comenzó la agresión al disparar al suelo en reiteradas ocasiones y en los pies de Francisco, sin que él realizara previamente ninguna agresión física hacia ellos. Por lo tanto, cuando Francisco se dirige al carabinero con los supuestos sables, intenta realizar una “agresión legítima” motivada en que él había sido lesionado antes sin motivo justificado”. Agregó que “en consecuencia, en el caso no existe el primer requisito de agresión ilegítima y este se hubiera dado en favor del carabinero si Francisco lo hubiera atacado con los sables sin que él previamente le disparara en sus pies”.

Los testigos

La PDI junto a la fiscalía llegaron a determinar que esto se trataba de un homicidio, bajo el atenuante de defensa legítima incompleta, dicen, tras revisar una serie de videos que dan cuenta de la dinámica corporal del imputado y la víctima, además del testimonio de conductores que el 5 de febrero transitaban en esa intersección. A ellos se suman dependientes de los locales aledaños que, mientras se daba la discusión entre el policía y el malabarista salieron a ver lo que estaba sucediendo y son coincidentes en varios puntos, lo que permitió a los investigadores reconstruir los hechos.

Una de ellas, comerciante del sector, declaró que esa tarde, al momento del episodio, atendía a cuatro clientes en su local, ubicado a sólo pasos de la intersección de Pedro de Valdivia con Av. Martínez de Rosas. “Pude percatarme que tres carabineros, dos hombres y una mujer, le pidieron el carné a un mochilero que se encontraba sentado en el exterior de mi tienda, sin embargo, el muchacho les decía que no, que no se retiraría, que no tenía el documento o no se lo quería entregar, por lo que uno de los carabineros, que era el más gordito de los funcionarios que andaban, intentó tomarlo del brazo diciéndole ‘entonces nos tienes que acompañar’, momento en el cual el mochilero, quien tenía tres machetes que utilizaba para hacer malabares, levantó el brazo con un machete en su mano intentando atacar al funcionario”, dijo.

El relato de esta testigo continúa. Ella asegura que “el carabinero dio tres pasos hacia atrás y sacó su arma de fuego y apuntó al muchacho, diciéndole, además, que bajara el machete, sin embargo el chico siguió avanzando hacia el carabinero, por lo que disparó al suelo para que el muchacho no lo siguiera más, momento en el que decidí entrarme, ya que pensé que me podía llegar un disparo”. La comerciante dijo que después de eso escuchó cuatro disparos y que cuando salió de nuevo la gente gritaba: “¡Lo mataron, lo mataron!” y que ahí llegaron los amigos mochileros de Martínez”. La mujer aseguró que ella nunca tuvo un problema con la víctima y apuntó a que eran otros los mochileros “que molestaban todo el día a las personas que pasaban por esa intersección, la verdad es que tenían un poco atemorizada a la gente que trabaja o vive cerca”.

Consultada por la PDI si creía que los machetes eran reales, la testigo sostuvo que “a Francisco lo vi muchas veces haciendo malabares, utilizando para ello tres machetes, los cuales, a mi parecer, eran de metal, ya que él mismo los hacía chocar entre ellos y el ruido era característico de metal. Nunca los vi de cerca, ignoro totalmente si tenían filo o no. Eran grandes e intimidantes, incluso, en el momento que vi al muchacho atacar al carabinero y éste alcanzó a echarse para atrás, me dio mucho miedo, porque creí que le iba a dar el golpe”. Finalmente, agregó que al interior de su local estaba la técnico en enfermería que luego vio en la televisión diciendo que le había prestado auxilio a la víctima, “recuerdo que en el momento en que carabineros le dijo a Francisco que debía acompañarlo, esta chica comenzó a gritar a los carabineros que lo dejaran tranquilo, al parecer lo conocía de antes, insultando a los carabineros en todo momento. Yo le dije que se calmara”.

Otra testigo que entrega su relato de esa tarde es una exfuncionaria del Cesfam, que actualmente trabaja en una residencia sanitaria desplegada a propósito de la pandemia del Covid. La enfermera sostiene ante la policía que a eso de las 15.30 se encontraba en el centro del pueblo realizando unas compras con su hija. “Me quedé por un minuto en la entrada de una zapatería cuando me percaté que atrás mío venían tres carabineros. Uno de ellos llamó a Francisco, quien se encontraba trabajando como malabarista, manteniendo entre sus manos, no recuerdo la cantidad, pero era más de un “machete””. La mujer coincide que ante la insistencia del policía del control de identidad y al negarse la víctima, éste comenzó a pedirle que lo acompañara a la comisaría, “diciéndole que no se iba a ir con él y que tampoco tenía carnet. Además le indicaba que él era del pueblo, que llevaba años viviendo acá”.

A diferencia del testimonio de la comerciante, la funcionaria de Salud dijo que cuando la discusión comenzó a subir de tono, la víctima subió los machetes, pero los puso sobre sus hombros, “lo que provocó que el carabinero diera dos pasos hacia atrás e inmediatamente desenfundó su arma de servicio, apuntó a su cuerpo, para luego realizar disparos al aire, no sé cuántos, lo que provocó que Francisco se asustara y comenzara a correr hacia la esquina de las calles Martínez de Rosas y Pedro de Valdivia, que está distante a unos 20 metros, exactamente donde existe una caja metálica”. Luego de eso, declara esta testigo, “el carabinero corrió tras él y se ubicó sobre la calzada y de frente a Francisco, y sin mediar alguna provocación realizó tres disparos que fueron dirigidos hacia las extremidades inferiores, mientras que Francisco trataba de ocultarse tras la caja metálica y a su vez saltaba para eludir los disparos, siempre con sus machetes en las manos, pero fue en vano, porque me percaté que estos disparos llegaron a sus piernas”. Sólo una vez que los primeros disparos lo habían herido, refiere esta mujer, “Francisco como que tomó impulso y se abalanzó sobre el funcionario que le estaba disparando y en ese momento le volvió a disparar en una oportunidad, causando que Francisco se desestabilizara y cuando iba cayendo al piso, el mismo funcionario le disparó otra vez y ya Francisco no tuvo reacción, quedándose tendido en el piso”.

La testigo refiere que corrió de inmediato para tratar de auxiliarlo, mientras les gritaba a las personas que se estaban aglomerando que llamaran a una ambulancia, mientras se percataba que los carabineros protagonistas del hecho abordaron un vehículo y se fueron. “Junto a otras personas corrimos el cuerpo de Francisco hacia la entrada de una botillería ubicada en el lugar y le tomé el pulso, el cual aún mantenía, incluso estaba consciente, pero con sus signos vitales muy bajos”. Agregó que “le levanté su polera, percatándome que en el sector de la entrepierna derecha presentaba una herida y tenía un cuchillo pequeño, supongo que para defenderse. Luego le abrí la prenda de vestir y observé que en el tórax presentaba otra herida de bala, por lo que lo levanté y apoyé mi mano sobre su dorso encontrando otro orificio que podría corresponder a la salida del proyectil, por lo que inicié maniobras de reanimación, hasta que llegó personal del Samu, quienes constataron su fallecimiento”, relató. Al finalizar, dijo que conocía a la víctima desde hace tres años, “era un joven que se dedicaba a la artesanía en cobre y además era malabarista en diversas esquinas de la comuna. Era muy conocido”.

Un ingeniero en Minas que conducía un Suzuky Grand Vitara y que transitaba junto a su familia esa tarde en la intersección donde cayó abatido Martínez, entregó también su testimonio. Venía llegando de Licán Ray cuando “escuché un fuerte sonido el cual atribuí a un disparo de arma de fuego. Dos vehículos quedaron delante de mí y al mirar hacia el costado derecho me percaté de un hombre de contextura delgada, de pelo largo, que vestía ropa oscura, que se estaba como escondiendo en una caja de metal que contiene cableado eléctrico ubicada en la esquina de la calle”. Luego de eso, dice, se percató que un carabinero lo estaba apuntando con su arma y que le decía que soltara los sables, pero “este sujeto no le hacía caso y al transcurrir unos segundos el carabinero realizó un disparo al suelo, el que no estoy seguro si le impactó o no. Quizás fueron dos disparos, no recuerdo exactamente”. El testimonio del profesional continúa y coincide con la versión policial respecto de que “el joven de pelo largo adoptó una actitud más desafiante, abalanzando su cuerpo hacia el carabinero, tomando dichos sables con actitud clara de pegarle, corriendo directamente hacia él, observando que el carabinero realizó dos disparos más”.

También, una mujer, quien realizaba labores de mensajería ese día, describe su visión de los hechos que terminaron con la muerte del joven malabarista. Sostiene que toda su vida ha vivido en Panguipulli y que mientras retiraba una valija y conducía su auto vio pasar a unos carabineros. Luego escuchó una discusión mientras estaba en el semáforo, detenida en la luz roja. “Alcancé a escuchar que el carabinero le decía en reiteradas ocasiones que bajara lo que tenía en sus manos, pude ver que eran unos sables metálicos”, dijo. Agregó que “había otro carabinero, también con su arma desenfundada, pero estaba ubicado en la calle Pedro de Valdivia y no vi que hiciera nada. Asimismo, escuché que desde la plaza un grupo de jóvenes como mochileros, al menos parecían así por sus vestimentas, en particular una mujer, alentaban al joven, le decían ‘luchemos, pacos asesinos’. Acto seguido, cuando ya vi el arma al carabinero, supe que los ruidos anteriores eran disparos, por eso me asusté, pero como el semáforo aún estaba en rojo no podía avanzar, asimismo el carabinero se tomaba una radio que tenía, me da la impresión que pedía ayuda”.

Este es el único testimonio que coincide con la versión que entrega el imputado y sus compañeros en el parte policial respecto de que Martínez alcanzó a botar el gorro del policía. “Este joven se puso uno de esos sables en cada mano, luego salió detrás de la caja de forma rápida y directa hacia el carabinero, empuñando estos sables levantados hacia arriba, en diagonal, momento en el que se fue como hacia la cara del carabinero, ya que con estos le botó la gorra, y en forma simultánea ese mismo carabinero le disparó tres veces al joven. Fue todo muy rápido, no podría entregar más detalles, luego de eso el joven cayó al suelo medio arrodillado y seguidamente se desvaneció, instante en que el carabinero se retiró del lugar y apenas pude avancé con mi auto rápidamente para irme, siendo lo único que vi”.

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