Camilo, Paco y Luis

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Foto: Photosport.


El viernes en que la selección de Reinaldo Rueda volvió a la cancha para enfrentar a Costa Rica, la ANFP decidió recordar, con un minuto de silencio, al gran Paco Molina -ex seleccionado nacional y goleador del sudamericano de 1953, además de técnico de O'Higgins en la década de los 80- y a Lucho Gatica, el rey del bolero, quienes habían fallecido en los días previos al encuentro. Recuerdo que no le estaba prestando demasiada atención a la señal televisiva, que solo oí al comentarista de turno anunciar el minuto de silencio y tras cartón me sorprendí porque en vez de la diana habitual para estas ocasiones me pareció oír el sonido de una trutruca.

Por un momento pensé que el fútbol le rendía un homenaje al comunero mapuche Camilo Catrillanca -asesinado el mismo día en que dejó de existir Paco Molina-, pero al cabo de unos segundos caí en la cuenta de mi error.

En los días que siguieron y haciéndose eco de las dramáticas circunstancias de su muerte, no fueron pocos los que a través de redes sociales plantearon la posibilidad de realizar un minuto de silencio por el comunero mapuche aprovechando que la Selección debía jugar en Temuco su próximo amistoso. Parecía lógico: si a Gatica le habían rendido honores en su natal Rancagua ¿por qué no habría de ocurrir lo mismo con Catrillanca en el Germán Becker? De hecho, el Club Social y Deportivo Colo Colo elevó una solicitud en tal sentido, la que finalmente fue denegada por la ANFP aduciendo que era una situación que estaba fuera del ámbito del fútbol.

Extraño argumento el de la ANFP. ¿Acaso la carrera musical de Lucho Gatica sí estaba dentro del ámbito futbolero?

La reacción de los seleccionados fue distinta: no eludieron el bulto, empatizaron con el dolor del otro y, sumando a sus compañeros de Honduras, guardaron un minuto de silencio por la memoria del comunero Catrillanca. No se quedaron ahí, uno de los futbolistas, Jean Beausejour, salió a la cancha llevando en el dorsal su apellido materno, el mapuche: Coliqueo. ¡Qué diferentes maneras de ver el mundo!, ¡qué distinta la forma de entender lo que es ser parte de una comunidad!

En vez del compromiso, del involucramiento, la ANFP optó por tomar distancia. Su actitud me recordó aquellos días en los que no pocos chilenos prefirieron no ver lo que estaba ocurriendo en el país, como si el acto de cerrar los ojos los hubiese podido liberar de culpas y responsabilidades. Esa misma actitud se mantiene en ciertos sectores del país respecto de lo que pasa con las comunidades mapuche. Es mejor no ver. Es mejor no enterarse. Es mejor no saber. Es preferible quedarse con la idea de que los mapuche son flojos y buenos para el trago.

El sistema neoliberal en el que vivimos inmersos desde hace más de tres décadas ha prodigado a los chilenos varios beneficios, pero también una serie de lamentables pérdidas. Entre estas últimas, la falta de empatía, la imposibilidad de ponernos en el lugar del otro, el desmoronamiento de la identidad colectiva (a favor de un individualismo a ratos bestial) son para mí las más sensibles. Por lo mismo, celebro lo que pasó en el estadio Germán Becker, y lo que este sábado ocurrió en el Lucio Fariña, minutos antes de iniciarse el duelo entre Unión La Calera y Deportes Temuco. Como alguna vez dijera Manuel Rodríguez Erdoyza: "¡Aún tenemos patria, ciudadanos!".

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