Colo Colo se despide sin luchar de la Copa

Palmeiras, Colo Colo, Jorg Valdivia
Foto: Agencia Uno.

Los albos cayeron 2-0 ante Palmeiras y quedaron eliminados de la Copa Libertadores. El planteamiento timorato de Héctor Tapia condicionó al equipo, que entró a la cancha a perder por poco.



No hubo espacio para el milagro. Ni siquiera para cerrar los ojos e ilusionarse un segundo con una hazaña. Desde el momento en que salió del camarín visitante, Colo Colo sabía que estaba eliminado de la Copa Libertadores. Apenas se confirmó la alineación planteada por Héctor Tapia, más pensada para perder por poco que para salir a ganar la revancha, los albos tenían clara que su suerte estaba echada. El 2-0 final en favor de los paulistas terminaría siendo la mejor fotografía de un partido sin equivalencias, donde el Cacique no fue capaz de competir. Así de simple.

El más claro ejemplo de la bandera blanca que presentó Tapia en Sao Paulo ocurrió antes del descanso. Claudio Baeza no pudo seguir en el partido y el técnico decidió que en su lugar ingresara Felipe Campos. A esa altura, el marcador ya estaba 1-0 y la lógica indicaba el ingreso de un delantero o algún volante ofensivo que acompañara a Valdivia. Pero el banquillo colocolino tenía otros planes. El temor a un papelón y posiblemente a un despido inmediato pudo más que la vergüenza deportiva. Colo Colo dejaba en ese instante de luchar por la clasificación. Así de simple.

De aquel equipo que en esa misma ciudad brasileña consiguió la clasificación ante Corinthinas hace poco más de un mes, apenas quedan los nombres y la camiseta. El espíritu de lucha que mostraron aquella noche en el Arena Paulista y que tanto enorgulleció a sus hinchas y también a los neutrales, no viajó esta vez en el equipaje. El 0-2 en la ida había sido un golpe devastador para el plantel y el cuerpo técnico, al punto que desde esa noche el equipo solo acumula derrotas. Como si toda la energía desplegada ante el Timao dejó el estanque vacío. No hubo más hazañas ni actuaciones heroicas. Menos actos de rebeldía fubolística. Y cuando se pierde la confianza, no hay vuelta. Así de simple.

Sin reservas anímicas ni futbolísticas, Colo Colo estaba entregado a que corriera el tiempo y sobre todo a evitar que Palmeiras hiciera demasiado daño. La idea de Tapia de poner 8 hombres de neto corte defensivo, sin contar a Orión, dejaban clara su intención. Pero ni siquiera así pudo evitar que el cuadro brasileño se diera maña para encontrar espacios para estirar la diferencia conseguida en la ida. Y sobre todo, hacer aún más dramática la noche brasileña. Porque Dudu volvió a desequilibrar con su velocidad en el primer tiempo para abrir la cuenta y luego en el segundo tiempo fuese víctima de un penal de Opazo. Ante esa muestra de habilidad, todo el fondo de Colo Colo no pudo hacer nada. Así de simple.

De ocasiones de convertir para hacer más decorosa la eliminación, ni hablar. Apenas un par de centros de Suazo desde los costados buscando alguna cabeza en el área. Pero de generar alguna chance clara, mano a mano frente al arquero rival, cero. Valdivia, bien cercado por los rivales y abandonados por sus compañeros y sobre todo el técnico Tapia, nunca gravitó en el partido. Ni siquiera alguna genialidad para enmarcar. Entonces, con el Mago encerrado y el resto preocupado de defender, el milagro era imposible. Así de simple.

Colo Colo se despide la Copa de la peor manera. Sin respetar su historia de bravura y coraje. Con la sensación de sentirse inferior al rival antes de iniciar el partido. Y con un futuro aún más negro en el torneo local, porque la clasificación a la próxima Libertadores parece muy difícil y hasta llegar a la Sudamericana no asoma fácil. Algo impensado hace poco más de un mes, cuando todo era algarabía. Pero desde el momento que dejó de luchar, todo se acabó. Así de simple.

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