El contradictorio primer paso de Tapia por la banca de Colo Colo

HÉCTOR TAPIA

El técnico consiguió la ansiada trigésima estrella, pero terminó distanciado con los dirigentes.



12 de mayo de 2015. Héctor Tapia deja Colo Colo, el equipo en el que se formó, fue campeón como futbolista y técnico y al que ahora vuelve a la banca para encabezar el proyecto técnico que sucede al de Pablo Guede. Inicialmente, hasta fin de temporada.

El ciclo anterior de Tito en Macul dejó números que lo instalan en un lugar destacado en la historia del Cacique. Fue campeón en el Clausura 2014, con lo que los albos lograron conseguir su anhelada trigésima estrella. Además, alcanzó un 69,5 por ciento de rendimiento. Esas cifras lo pusieron como el técnico más eficaz de la historia de Colo Colo.

Sin embargo, no todo fue feliz en la relación con la dirigencia que, entonces, encabezaba Arturo Salah y que tenía a Juan Gutiérrez como director deportivo del equipo popular.

El detonante de su salida, ya con Aníbal Mosa como presidente (Salah había dejado el cargo dos semanas antes), fue la petición de la concesionaria de que no considerara en su cuerpo técnico a sus dos colaboradores más importantes: el ayudante Miguel Riffo y el preparador físico Juan Ramírez. "Yo defino con quien trabajo y con quien no. No estaban las condiciones para seguir trabajando", declaraba entonces el estratega. La versión de la dirigencia, en tanto, apuntaba a diferencias económicas.

Peticiones estelares

Con Tapia en la banca, el Cacique vuelve a conformar un plantel poderoso. La primera gestión del estratega se caracteriza por la exigencia de refuerzos de primer nivel que garantizaran la posibilidad de competir por un título que les resultaba esquivo desde el Clausura 2009. Así, a Macul llegan Julio Barroso, Jaime Valdés y Esteban Paredes. Los albos son campeones gracias a 13 triunfos y tres empates. Sólo cayeron una vez. El rendimiento alcanzó un también histórico 83,3 por ciento.

El entrenador siguió exigiendo jugadores de alto nivel. Así, por ejemplo, en julio de 2014 insistió en el fichaje de Fabián Orellana. No lo consiguió, pero la segunda carta igualmente era de nivel: Jean Beausejour. En diciembre, logra otra contratación estelar: el retorno de Humberto Suazo.

Sin embargo, sus altas exigencias, con el consiguiente costo económico para la institución, comienzan a distanciarlo de los dirigentes.

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