Entrenadores fuera de sí

Quinteros, Holan y Torrente.

De los gritos de Quinteros, el ataque de furia de Torrente a la paranoia arbitral de Holan y los insultos de su ayudante. Y, así, a varios ejemplos más de titulares y subalternos. Una agresividad impropia y que inquieta, pero que en la ciencia encuentra explicación: señala al VAR, al estrés y al coronavirus.



Gustavo Quinteros no estuvo en la banca de Colo Colo en el partido frente a Audax. Purgó el primero de los dos que recibió por la expulsión en la derrota ante Palestino. Ese día, le agotó la paciencia al juez Juan Ignacio Lara. “Una vez expulsado, me aplaude diciendo a viva voz ‘cobra lo que tienes que cobrar, concha de tu madre’”, recita el informe que le entregó al Tribunal de Disciplina, la instancia que determina los castigos en el fútbol chileno.

“Los que tienen que tomar consideración ese tema son los árbitros, no nosotros. Cuando han sido expulsados, han sido sancionados”, explica Exequiel Segall, el presidente de la corte de primera instancia en el balompié nacional.

Quinteros no es, en todo caso, el único protagonista de los excesos. Javier Torrente, el técnico de Everton, paga aún tres jornadas de castigo. “Es expulsado por utilizar lenguaje ofensivo y humillante. Luego de un cobro referil, sale de su área técnica, gritando a viva voz ‘me tienen las bolas llenas’. Tras la roja, y como agravante, me grita directamente ‘a mí me vas a expulsar caradura, atorrante’, ‘nos vienen cagando hace rato todos estos hijos de puta’, para luego, romper mobiliario del club local (silla utilizada para jugadores suplentes) lanzándola violentamente contra la muralla”, describió en su acta Francisco Gilabert, el juez del partido entre Audax y los viñamarinos.

Ariel Holan, en tanto, no deja en paz al cuarto árbitro del duelo entre Coquimbo y la UC, que termina con una derrota cruzada. Hay también discusiones de banca a banca. Y no solo de los generales. El ayudante de Holan, Cristian Paulucci, acaba expulsado y no por usar un vocabulario más sutil. Así lo relata el juez Lara, el mismo que mandó a la caseta a Quinteros: “Por utilizar lenguaje y humillante. Gritando desde su área técnica a la banca adversaria ‘que te metes vos cara de verga, boludo’. Acto seguido vuelve a gritar ‘cállate negro de mierda, alcahuete’”.

¿Por qué los técnicos del torneo chileno se volvieron tan irascibles? Enrique Aguayo, sicólogo deportivo de vasta experiencia en el fútbol y en otros deportes, observa: “Hay varios factores que considerar. Por un lado, están los errores referiles y el VAR. Antes se decía ‘ante la duda, absténgase’. Ahora tiran unas líneas que se pueden ver un metro más adelante o atrás dependiendo de la perspectiva y los equipos se sienten perjudicados. Hay penales que el arquero no reclama, que los asume y el VAR lo anula. Es otro fútbol. Después, está el tema del confinamiento, que nos afectó a todos los seres humanos. Seguir tomando cuidados por el Covid tiene a la gente más tensa, más nerviosa. Y el tercero es que se está jugando en muchos frentes y sin tiempo. Hay una carga de partidos que no deja trabajar como quieres. Ya no hay el típico ‘trabajo de la semana’. Ahora es jugar, regenerar, práctica fútbol y jugar. Estamos todos nerviosos”.

El profesional advierte, además, un evidente estrés en los protagonistas. “Los equipos no tienen día libre. Se trabaja de lunes a domingo, en un campeonato muy apretado en muchas zonas. Mentalmente, hay mucha actividad”, dice. En ese contexto, aboga por mayor comprensión. “Todos los seres humanos podemos explotar de distinta manera y nadie lo sabe, porque se produce en casa, entre cuatro paredes. A otras personas se les exige más porque son públicas, pero no son superhéroes. Uno o dos cobros referiles hacen que se sientan perjudicados en sus objetivos y molesta. La expresión no es ideal, pero es entendible”, consigna.

Gustavo Huerta coincide con el análisis de Aguayo. “Son las presiones normales que vivimos los técnicos en esta etapa del año. Hartas. La convivencia muy cercana con el resultado, el cuestionamiento hacia el entrenador. Yo, por lo menos, no tengo la costumbre de molestar a los árbitros. Es verdad que el VAR incomoda un poco cuando hay que espera algún cobro, pero hay que intentar mantener la calma”, explica .

El estratega minero repara en otro detalle que expone las rabietas. “Puede ser que ahora se escuche más. Los micrófonos están al lado de las bancas”, sostiene.

Quinteros se disculpó el miércoles: “Fue un momento no grato, porque me excedí en el reclamo. La jugada me quedó grabada cuando Costa tenía la pelota y me equivoqué. Le pido disculpas al árbitro. Me confundí y me excedí, estoy arrepentido. Los entrenadores no debemos reclamar de esa manera y es algo que quiero olvidar. Es la primera vez que me expulsan en el torneo nacional y espero que sea la última”.

La banca está irascible. El fútbol. La insólita pelea a manotazos entre De Paul y Espinoza tras perder en La Calera (que sorprendentemente no recogió el informe arbitral y el club no sancionará) también lo airea. Será por el VAR o el Covid, pero esta gente está fuera de sí.

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