Lo de Universidad Católica es uno oxímoron: no llena, no deslumbra, no entusiasma, no juega realmente bien… pero gana con toda justicia. De manera ajustada, muy opaca por momentos, logra controlar a sus rivales, quitarle sus atributos y hacer lo necesario para superarlos.

Tal vez la etiqueta correcta para el cuadro de Beñat San José sea la de austero. Y no sólo es una definición en la cancha, responde a la política con que Universidad Católica armó el plantel 2018. No hubo contrataciones rimbombantes, ni millonarias. Presupuesto al mínimo, tal vez articulado por el reciente y doloroso pasó de Santiago Silva. Gran nombre, gran precio, poca respuesta en la cancha. El equipo se hizo al ras ras: jugadores que estaban en el aire, como Andrés Vilches y Marcos Bolados; retornos como Diego Rojas y Jaime Carreño; potenciar a los que estaban y no respondían, como Luciano Aued, David Llanos y Germán Voboril. Rojas, por ejemplo, fue desechado por Mario Salas y suplente fijo en Everton. Ahora es pieza clave. Voboril llegó de urgencia el año pasado para tapar la salida de Parot, apenas promediaba diez partidos por temporada y no demostró nada. Con Beñat el cambio fue profundo, ha respondido como un prolijo lateral izquierdo. Llanos era otro de los colgados por Salas, ahora recuperó confianza y eficacia…

La gracia del entrenador español fue potenciar lo que tenía y aprovechar un par de jugadores libres. Y poner un arquero que ataje. El número de goles regalados por los metas en el fútbol chileno es desmesurado. Y le está resultando.

Pero ésos son los nombres. Más interesante es la idea de juego. Y ahí el entrenador se mete contra el tránsito. Nada de exuberancia, ni grandes filosofías que hablen de protagonismo o rebeldía. Es un equipo equilibrado y compacto, que marca, se defiende con el balón e intenta adaptarse al rival. De visita es Voboril, más obrero, el lateral izquierdo; de local es Cordero, que ataca mejor. Fuentes de visita; Carreño. que tiene más juego, en San Carlos de Apoquindo. Todo muy simple. Cuando logra ponerse en ventaja, San José cierra el partido. Por el momento, sin haberse enfrentado a Colo Colo o la U, canasta llena y pocos reproches.

Vuelvo al hecho que esta Universidad Católica marca. Es un equipo difícil de desbordar, que encima a los rivales y les quita espacio. Algo que en nuestro campeonato se ve muy poco y, por lo mismo, tenemos espejismos, partidos de ida y vuelta, porque todo es muy laxo a la hora de disputar el balón. A la UC cuesta crearle ocasiones de gol, lo que es un avance. Hace tiempo se confundió el hecho de marcar con ser defensivo, como leí hace poco, y no tienen relación. El fútbol no es un duelo de cachuchazos entre los hermanos sin dolor; hay que atacar y defenderse, jugar y no dejar jugar. Al respecto, sólo un ejemplo: la selección de Bielsa en 2010 tuvo más tarjetas y cometió más faltas que la de Acosta en 1998. En nuestro campeonato se instaló la idea que había que tocar, atacar, usar la puntas… pero cuando se perdía la pelota, ya no había tanta iniciativa y creatividad. Y por eso nos va como nos va en las copas de clubes.