Federer nunca se baja

FEDERER

Su Majestad se metió en semifinales tras levantar, pese a jugar lesionado, siete bolas de partido a Sandgren. Con 38 años y 1.511 partidos después, el suizo sigue sin abandonar un partido empezado. Mañana le espera Djokovic.



Melbourne fue el escenario de otra proeza. En los cuartos de final del Abierto de Australia, Roger Federer (3°) demostró de nuevo que es una leyenda viviente del tenis: sacó siete puntos de partido en contra y avanzó a la siguiente ronda del certamen. Con esto, se instaló como el tenista con más semifinales en Australia (15) y el más longevo, con 38 años, en alcanzar esta instancia. Además estiró su cetro en victorias masculinas en un solo Grand Slam a 102.

Pasar no fue fácil. El suizo sufrió ante el estadounidense Tennys Sandgren (100°). Tras ganar el primer set y perder el segundo, comenzó a tener problemas al principio del tercero. A Federer se le notaba tenso. A tal punto que tuvo una discusión con el juez de silla, algo poco habitual en él. A lo anterior se le sumó un problema físico que provocó que tuviera que ser atendido por su fisioterapeuta. Pero por la mente de Federer abandonar no es una opción. Nunca.

De los 1.511 partidos que ha disputado en su carrera, Federer jamás desistió. Ejemplo de virtud deportiva del tenista que, a sus 38 años, sigue mostrándole al mundo que es irrompible. "Sentí molestias en la ingle y mi pierna se tensó un poco. No me gusta llamar al fisioterapeuta, no me gusta mostrar mis debilidades", dijo el oriundo de Basilea luego.

Tras perder la tercera manga, el suizo parecía estar nublado. Sus movimientos eran erráticos y se le veía incómodo en la cancha. Esto se vio reflejado en que llegó a tener siete puntos de partido en contra durante el cuarto set. Tres con 5-4 en contra. Y cuatro en el tie break, donde el estadounidense había logrado quedar seis a tres arriba. El suizo batalló, sacó fuerza de donde no tenía y quebró lo que parecía imposible.

El 20 veces ganador de torneos de Grand Slam tiene una mente privilegiada. Y con la entereza y elegancia que lo caracterizan, se impuso. Rompió todos los esquemas y le ganó la pulseada a su adversario y, de paso, a sus molestias físicas. Con un pashing shot de volea y un milimétrico globo terminó por sepultar las ilusiones del americano de llevarse el partido. El público a esa altura deliraba en Melbourne. Federer había logrado lo imposible: forzar el quinto set.

En ese instante, el suizo empezó a sentir que su juego fluía con armonía. Encajando certeros golpes, le quebró el tercer servicio al estadounidense y se puso 4 a 2 arriba. Federer se llevó la victoria jugando lesionado tres sets. No hay otro igual. "Tuve una suerte increíble, fui mejorando mi juego a medida que avanzaba el partido y que disminuía la presión. No merecía la victoria, pero aquí estoy y evidentemente muy contento", declaró el suizo una vez terminado el épico encuentro.

Ahora, tendrá un desafío mayor, pues enfrenta al vigente campeón, el serbio Novak Djokovic (2°). Pero Su Majestad tiene hambre de más títulos. Una que jamás cesa y que, a su edad, pareciera no tener fin.

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