Herrera ahora sufre desde el túnel

Herrera

El capitán de la U observó el partido al borde de la cancha. Fernando De Paul no jugó bien.



Puede que Johnny Herrera haya sido marginado del equipo por decisión técnica, pero nada iba a impedir que estuviera de igual manera en el Estadio Nacional para brindarle apoyo a sus compañeros. El capitán de la U, antes del pitazo inicial ante Coquimbo, se presentó en el camarín y compartió con quiene sí fueron citados al partido, entre ellos Fernando de Paul.

Fue ante el argentino nacionalizado chileno que Herrera perdió el puesto. De Paul, durante el calentamiento, recibió una cariñosa arenga de parte de la hinchada local. La intención era clara: quitarle la presión y librarlo de los nervios.

Sin embargo, no resultó del todo. El minuto 28 casi se vuelve fatídico para el golero de 28 años. Tras un centro por la derecha de Rubén Farfán, soltó la pelota y Matías Rodríguez salvó el descalabro. En la jugada después, volvió a cometer el mismo error. Un ominoso vaticinio de lo que vendría después: gol de Fernando Cornejo tras falla en la salida. Eso sí, allí no tuvo nada que hacer.

Herrera, ataviado completamente de negro, a juego con el presente del equipo, lo veía todo desde el túnel hacia camarines. Allí, sentado en una sillita, con una manta sobre las piernas para cubrirse del frío, padeció como un hincha más el descalabro que se desató en su arco durante el segundo tiempo.

A los 63', De Paul se lesionó tras cortar un córner y sus ademanes con la cabeza indicaban que no podría seguir. Sin embargo, se repuso, poniéndole un alto a lo que ya parecía una broma cruel. El problema fue que, tras recuperarse, casi provoca el segundo de Coquimbo al interceptar una pelota demasiado lejos del área.

El mismo público que al principio cariñosamente alentó a De Paul, con el pasar de los minutos comenzó a pifiarlo. ¿La razón? Su demora al iniciar el juego para que fueran en búsqueda del 2-1.

Con el retroceso de los Piratas y el dominio de la U, los minutos finales le dieron al portero la tranquilidad que tanto había deseado, pero de nada sirvió. Con el pitazo final y el empate consumado, De Paul se derrumbó en el pasto, mirando hacia el cielo, sabiendo que no jugó bien. Herrera ni se inmutó. Rostro imperturbable por otro partido sin ganar, por otra fecha siendo víctimas de sus propios errores, por saber que el sábado les toca con un rival al que no vencen desde el 2013.

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