Las dos varas de Bascuñán

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El juez nacional suspendió Santos-Independiente por falta de garantías. En el Superclásico también sucedieron incidentes, pero el árbitro continuó con el duelo.



Otra noche escandalosa de Copa Libertadores, una de tantas. Pero esta tuvo un ingrediente adicional: el desprolijo accionar de la Conmebol en los casos de alineación indebida de jugadores. A la larga, la decisión de la confederación sudamericana de darle por ganado el partido de ida a Independiente 3-0 sobre Santos, por la mala inclusión del uruguayo Carlos Sánchez, fue clave para un desenlace triste, aunque O Peixe instó a sus hinchas a que tuvieran un correcto comportamiento en el Pacaembú. Testigo directo fue Julio Bascuñán, el árbitro, quien tuvo que suspender el duelo por falta de garantías.

Cuando quedaban 10 minutos para el final, y el cero se mantenía en ambas porterías, cayó la primera bomba de estruendo, lanzada desde la barra brasileña. Ahí el partido se detuvo y no se volvió a jugar. El réferi nacional dialogaba con los delegados de la Conmebol y con los jugadores, mientras que en las gradas la violencia crecía. Furiosos fanáticos comenzaron a golpear una reja que separaba las tribunas con la cancha, y la policía tuvo que actuar repeliendo ese actuar con el uso de la fuerza, una imagen indeseable en cualquier cancha del mundo.

El desmadre era completo, con las bengalas y los fuegos de artificio. El tiempo pasaba y no había solución posible para el conflicto. "No hay garantías", les dijo Bascuñán a los capitanes. Seis minutos después de la paralización del juego, el cuerpo arbitral se retira del campo.

Esto creció, por la invasión de hinchas al césped del Pacaembú. Nuevamente la policía intervino para sacar a los forofos. Incluso, el técnico del local, Cuca, se metió en la gresca. La clasificación del Rojo de Pablo Hernández y Francisco Silva pasó a un tercer plano.

El Tribunal de Disciplina de la Conmebol analizará lo acaecido para evaluar un castigo al Santos, por la responsabilidad que le recae por el comportamiento de sus hinchas.

El accionar del árbitro chileno se diferenció respecto a lo acontecido en el Superclásico, en el cual también sucedieron incidentes, provocados por la barra de Colo Colo, pero el juego prosiguió y se terminó. ¿Dónde está la diferencia?

Desde la confederación sudamericana indican que la decisión de suspender los partidos internacionales pasa por el delegado y el árbitro, mientras que en el torneo local solo pasa por el colegiado en cuestión. También señalan desde Paraguay que la situación que pasó los límites para determinar que el lance disputado en Sao Paulo no podía continuar era la trifulca entre los hinchas y la policía. Bascuñán, en coordinación con el delegado del partido y el oficial de seguridad, decidieron la suspensión "por no contar con las garantías mínimas para asegurar la integridad física de los jugadores, oficiales, árbitros y público en general".

La ANFP, a través de Hugo Muñoz, aplaudió la decisión de Bascuñán de no suspender el Superclásico.

El exveedor internacional Alfredo Asfura analiza la situación, afirmando que cualquier decisión de este estilo pasa por el árbitro. "No existe una disposición reglamentaria específica. Lo que prima es el criterio que adopte el árbitro respecto de un incidente. El árbitro debe evaluar los riesgos de lo que está pasando y determinar si es capaz de controlarlos o no, antes de tomar la decisión de suspender. A veces, incluso, se detienen partidos momentáneamente para analizar si están las condiciones para que continúe. De lo contrario, se opta por la suspensión", declara Asfura.

El día siguiente al escándalo dejó un triste saldo. Cuatro personas fueron detenidas y cerca de 60 asientos fueron destruidos. La Secretaría Municipal de Deportes de Sao Paulo requerirá que el club, o sea Santos, pague por los destrozos.

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