Las estrellas prolongan su timidez

GRIEZMANN

Mbappé deja la maniobra del campeonato, Griezmann pone otro regalo de gol y Hazard cumple, pero Rusia sigue sin presenciar una explosión individual descomunal.



Apareció Mbappé. Tuvo destellos. Un pase suyo dentro del área de ruleta (el regate que patentó Zidane) a Giroud (que este malogró, para variar), posiblemente escaló al top cinco de las maniobras del Mundial. También dejó carreras pletóricas de habilidad y potencia en las que la cancha se le quedó pequeña. Y paredes de taco. Y controles exquisitos. Y en el último lance del partido, también un alarde de más, sobrándose, que enojó a Vertonghen. Pero no fue la de la joven perla francesa una actuación descomunal, el puñetazo en la mesa que se demandaba para ponerle su apellido al campeonato. El Mundial sigue huérfano de figuras. Manda el colectivo, la táctica y la estrategia. Y la carrera por el Balón de Oro, abierta.

Griezmann fue otra vez el jefe de Francia. Un futbolista enganche, más pendiente de las asociaciones al momento de la transición que en desequilibrar. Una garantía para conservar la pelota más que para dañar al contrario. Y de su lámpara maravillosa partió el balón exquisito que finalmente rompió el partido. Fue él quien lanzó el córner cerrado, medio gol, que Umtiti cabeceó para el 1-0. Y probó el remate con frecuencia, sin veneno. Pero igualmente nada consagratorio o determinante como para inclinar la balanza de su lado. Fue mucho más el conjunto que él.

Hazard también estuvo bien. Determinante. Eléctrico. Con su manejo de balón y gambeta impredecible complicó y mucho. Pero tampoco le alcanzó para ponerle el nombre al torneo. Y hasta ahí llegó su pelea hipotética por el Balón de Oro. Se quedó sin más balas grandes en las que explotar. Lo mismo que Lukaku, que confirmó el descenso progresivo de su rendimiento y hasta aquí llegó. El mejor de los dos primeros partidos de la primera fase fue un futbolista intrascendente en la semifinal.

Al Mundial sólo le quedan tres asaltos. Las últimas chances de que asome una figura decisiva y descomunal. Rusia sigue esperando.

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