La unión hace la fuerza. Por más que quienes deban unirse sean potenciales rivales. Y si no, que se lo pregunten a los representantes de jugadores del balompié chileno, quienes viven días de incertidumbre en relación a su porvenir profesional. O al menos eso es lo se desprende de lo estipulado en el borrador del "Reglamento de Intermediarios de la Federación de Fútbol de Chile y de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional" que se encuentra ya sobre los escritorios de los despachos en Quilín.

Un documento pendiente de aprobación al que tuvo acceso La Tercera y que pretende regularizar un oficio, el de agente de futbolista, convertido durante muchos años en Chile en una suerte de autopista libre de peajes. Una reglamentación que carecía de desarrollo normativo en el país (más allá de las directrices generales entregadas por la FIFA) y que ahora amenaza con redefinir los límites éticos y legales de un negocio lucrativo como pocos y difuso y sombrío como ninguno.

Disposiciones que modifican el sistema de registro de los "intermediarios"; que estandarizan su naturaleza; que endurecen los criterios de evaluación para su acceso al negocio; que regulan sus sueldos; y establecen toda una serie de prohibiciones e incompatibilidades a su labor a fin de proteger a los verdaderos protagonistas del circo, los futbolistas. Y que, claro, no han gustado en absoluto a los representantes.

Y es que cómo iba a agradar, después de todo, a los agentes un proyecto que en uno de sus artículos más controvertidos, el número 15 (relativo al "pago a los intermediarios") se atreva a limitar "la remuneración total por transacción, renovación o extensión contractual" percibida por estos a un máximo del 5%. Cómo conformarse solamente con eso si hasta hoy -y a lo largo de los últimos y desregularizados años-, mientras la FIFA sugería una remuneración del 3%, los representantes del fútbol chileno se embolsaban, en conjunto, hasta el 28% del total de las transacciones.

Pero el referente a la limitación de los emolumentos no es el único capítulo del borrador que ha puesto en pie de guerra a los agentes deportivos. El artículo 7, que tiene que ver con la "evaluación de conocimientos básicos" y que obliga al intermediario a aprobar con una calificación mínima del 70% un examen escrito sobre reglamentos FIFA y otros códigos éticos y deontológicos, tampoco ha sentado bien a los profesionales (muchos de ellos con licencia de agente FIFA) que temen tener que volver a cualificarse.

El artículo número 8, titulado: "incompatibilidades, inhabilidades y prohibiciones", también genera rechazo, pues impide literalmente al intermediario "tener relación directa o indirecta o a través de terceros en la administración de un club asociado a la ANFP", disposición, por cierto, extensible a familiares "hasta segundo grado de consanguinidad". Una reglamentación que, unida a la obligatoriedad -planteada en el artículo 14- de facilitar y hacer pública "toda información relativa a honorarios o pagos recibidos de cualquier naturaleza" (y que entienden que violenta su derecho a la intimidad y la privacidad) les ha obligado a barajar medidas.

Y la más viable de todas -de aprobarse, como así parece, el borrador-, pasa por la asociación. Connotados intermediarios criollos como Sergio Morales (agente de Paredes) o Mauricio Valenzuela (representante de Valdivia y Beausejour, entre otros) han organizado ya varias reuniones informales asumiendo el liderazgo de un movimiento llamado a aunar fuerzas como gremio para defender el territorio conquistado. El de las autopistas del fútbol.