Nations League: éxito con sentido

CROACIA ESPAÑA


Cuando la UEFA anunció el lanzamiento de la Nations League, me incluyo entre quienes sintieron que la novedad parecía un agotador invento más para exprimir dinero. Aunque también me abrí a que el tiempo me probara estar equivocada. Debido al escepticismo generado, el propio organismo salió a explicar que el torneo se había hecho en consulta con varios estamentos del fútbol europeo desde, al menos, 2011 y que, justamente, el dinero no era el principal motivo.

Los argumentos sonaron más que razonables: hacía rato que las asociaciones, sus cuerpos técnicos y futbolistas, se quejaban de tener que jugar los amistosos de fecha FIFA frente a rivales intrascendentes, usualmente en países lejanos y sin nivel significativo de competencia. Las distancias, la sobrecarga física y el hecho de que, por contrato, las selecciones más importantes debían viajar con sus mayores estrellas para jugar frente a países de quinta categoría futbolística, ya habían causado suficiente disconformidad y hastío. Y eso, sin contar la molestia de los clubes por tener que prestar a sus jugadores para todo lo anterior.

Por lo tanto, la UEFA, con la idea de escuchar a sus afiliados y desarrollar más el fútbol europeo, decidió crear este torneo jugado entre septiembre y noviembre de cada año, que ubica inicialmente a sus 55 selecciones en cuatro ligas, agrupadas con rivales de su mismo nivel, disputando ascensos y descensos, y con el gran atractivo de darle más posibilidades a los países menos poderosos para clasificar a la Eurocopa a través de un nuevo repechaje que reemplaza al original. De esta manera, hay menos traslados, más oportunidad de generar recursos en los partidos de local y una reducción significativa del tiempo de los jugadores fuera de sus clubes.

¿Significa esto que ya no habrá amistosos intercontinentales como reclamaron algunos sudamericanos? No realmente, aunque claro, las posibilidades se reducen porque Europa mantendrá abierta su agenda de amistosos, en mayor medida, sólo durante el primer semestre.

Respecto del dinero, sí hay un cambio. Y es que, a diferencia de los amistosos donde cada federación debía vender por separado sus derechos televisivos, ahora estos son centralizados por la UEFA para luego repartirlos, lo que no genera necesariamente una gran diferencia en las ganancias de las asociaciones, pero sí un flujo más estable en sus ingresos. De hecho, es el mismo mecanismo que se usa para las clasificatorias mundialistas.

Al final, tiene sentido. La UEFA me dio un tapaboca y, honestamente, me alegro. La Nations League nos atrapó y todos prendimos con partidos y definiciones electrizantes. Especialmente en la Liga A, vimos la resurrección de Holanda, como improbable finalista, y el descenso de Alemania. O la gran definición de grupo en Wembley entre Inglaterra y Croacia, que también bajó a la Liga B. La final se jugará entre Suiza, Holanda, Inglaterra y el anfitrión Portugal, en junio de 2019. Junto al mundial femenino de Francia. Qué lindo verano de fútbol tendremos en Europa.

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