Y que no se quejen

Chile, Suecia
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El fútbol chileno se debate entre medias tintas. El dinero abunda en algunos y en otros, escasea. De esta forma se empinan a las alturas los que pueden y los otros reptan hasta donde les alcanza. Y paradojalmente sueñan lo mismo. Como la esperanza del pobre.

Hay torneos disímiles donde ya se sabe a ciencia cierta quiénes compiten y quiénes sólo participan. En Europa, sin embargo, abunda el conocimiento en políticas deportivas y éstas se comparten por todo el continente. No hay seminario, curso o charla donde sus aulas no estén repletas.

Hace dos meses tuvimos la gran oportunidad de ver, escuchar y trabajar con Julen Lopetegui, el entrenador de la selección de España. La misma que le encajó 6 goles a la potente Argentina. El correcto estratega iba a estar dos días entregando sus conocimientos y la preparación para esos partidos amistosos y el Mundial de Rusia. Teoría y práctica de métodos modernos. Su entusiasmo era tal que privilegió su venida a Chile antes de recluirse en un tipo de monasterio para el gran desafío mundialista.

El respeto internacional hacia la Roja hizo le entusiasmara viajar a Santiago por pocos días. No alcanzó a tomar el avión, grande fue su decepción al saber que la convocatoria era exigua. Con 14 personas inscritas, habría sido un bochorno para tal personaje.

Los DTs, incluyendo los que pontifican de fútbol hasta en la TV, brillaban por su ausencia. ¿Dónde estaba el INAF y el Colegio de Entrenadores? La ANFP supo de esta visita y puso trabas a la empresa que lo traía. Claro, la idea no era de ellos.

En Europa aprendí una palabra: Benchmarking, la táctica de aprender de los mejores. Si no puedes viajar, recibe al forastero de excelencia. Este botón de muestra de los técnicos chilenos es una falta de nobleza con gran dosis de soberbia con el fútbol. Los alemanes aprenden de España y Francia y ni se arrugan. El corazón de los entrenadores chilenos se ha alejado del conocimiento, como las sociedades anónimas del hincha verdadero.

Para arrogantes somos profesores. Para ser humildes somos neófitos. Y que no se quejen después.

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