Riquero: "A la hora de entrar a la cancha, la edad no juega"

Riquero

El uruguayo nacionalizado chileno sigue vigente a sus 35 años. Es uno de los fijos en la escuadra de Giovagnoli y dice admirar profundamente al pueblo mapuche.



Mathías Riquero llegó a Chile hace siete años. El uruguayo se arraigó en el país a tal nivel que hoy está nacionalizado y tiene una hija chilena. Su entrega y características goleadoras, pese a ser volante mixto, han dejado huella en Ñublense e Iquique. Pese a sus 35 años, asegura que le queda bastante por entregar y su titularidad indiscutida en Temuco lo afirma. Se declara cómodo en el sur y se identifica con la lucha guerrera del pueblo mapuche.

Donde va deja huella. Tanto en Ñublense como en Iquique lo recuerdan con mucho cariño. ¿A qué se debe esto?

En Chillán tuve cuatro años muy lindos, en Iquique estuve dos años también. La gente de esos lugares se ha notado muy agradecida y cariñosa. Creo que se debe al compromiso y la entrega que tengo tanto fuera como dentro de la cancha. Se puede jugar bien o mal, es algo relativo, pero lo que reconoce la gente es el esfuerzo y el compromiso que adquiero cuando visto la camiseta de su club.

¿Cómo salió de Iquique?

Fue raro. El último semestre no estaba jugando tanto y el club me llamó después de que terminé contrato para decirme que no iban a contar conmigo, pero Jaime Vera me había dicho que sí me quería y que hablaría con la directiva. Al final no fue así. Se cerró un ciclo y seguí otro camino.

¿Cree que su edad influyó?

Sí, claro. Ellos me hicieron saber que estaba grande y que querían renovar el plantel con gente más joven. Yo entendí, ya que son posturas del fútbol. Sin embargo, no lo comparto mucho, porque me parece que la edad influye, pero a la hora de entrar a la cancha hay que estar bien parado y la edad ahí no juega. Un ejemplo es el Loco Abreu, que cumplirá 42 años y está en muy buen nivel y estado físico. También hay muchos que pasan los 35 y siguen jugando, porque son muy buenos profesionales.

¿Se fue dolido?

Dolido, no. La verdad es que viví dos años muy lindos en Iquique, me trataron espectacular y conseguimos cosas muy importantes para el club. Me agarro de lo positivo que vivimos allá.

¿Tuvo la chance de llegar a un equipo grande?

En este período de pases, no. Quizás anteriormente, cuando salí de Ñublense se habló algo de Católica. Pero la verdad, nunca me llamaron. Fueron solo rumores.

¿En algún momento jugó de delantero?

Me gusta mucho atacar. Cuando estaba en juveniles, jugaba de nueve. De a poquito me fui tirando para atrás. En primera división uruguaya, comencé de enganche hasta que llegó un entrenador y me dijo que me veía más como volante central.

¿Le gusta jugar de mixto o prefiere más adelante?

La verdad, es un puesto que me gusta mucho. Da la libertad de llegar al arco rival. Los centrales están preocupados del nueve o de los puntas, pero cuando aparecen un volante, sorpresivamente, se complican y uno puede llegar al gol.

Ahora en Temuco. ¿Cómo ha sido su experiencia?

A mi familia le gusta mucho el sur. Estuvimos cuatro años en Chillán y nos encantó. Temuco es una ciudad linda para la familia, tranquilo y que tiene muchos panoramas extras al fútbol. Estamos disfrutando mucho de este paso.

¿Siente que el grupo entiende lo que quiere Giovagnoli?

Por suerte ya tenemos mucho tiempo con Dalcio y la idea está clara. Llegaron pocos jugadores, pero muy buenos e inteligentes. En este corto tiempo se han adaptado a lo que quiere el director técnico.

Su garra puede compararse con el espíritu mapuche. Su club está identificado con este pueblo ¿Qué sabe sobre ellos y el conflicto?

De lo que he podido averiguar y lo que he visitado en la zona, los respeto mucho. Todo lo que hago es con pasión, esfuerzo y sacrificio. Ellos también viven con esa cultura, así es que me identifico con ellos. Hay que sentirse orgulloso de la gente que es de la zona. Sé que hay un conflicto importante, ojalá lleguen a buen destino los reclamos que está haciendo su gente. Sus reclamos por tierra me parecen justos. Ojalá, sin violencia, se llegue a buen puerto y recuperen lo que han perdido, ya que les pertenece.

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