Santiago aún no acelera

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Con las escuderías y los pilotos instalados ya en suelo chileno, los monoplazas presentados en pits, la disputa de la carrera totalmente autorizada y la presencia del mismísimo presidente de la FIA, la Fórmula E vive sus horas previas al gran día. Pero en las calles la expectación despertada por el mediático evento sigue siendo débil.



La cuenta regresiva para la disputa, el próximo sábado, de la cuarta fecha del Campeonato del Mundo de Fórmula E ya está en marcha, pero la expectación generada en Santiago por el megaevento deportivo continúa siendo, al menos por el momento, más bien contenida. O si se prefiere casi marginal. Y eso que ayer, en el día de la llegada al país del presidente de la FIA, Jean Todt, fueron presentados en sociedad los flamantes monoplazas que dentro dos días circularán a toda velocidad por la pista del circuito callejero construido en pleno centro de la ciudad. Pero ni con esas.

La presencia de curiosos en las inmediaciones de los pits donde fueron exhibidos los autos eléctricos de las diez escuderías que tomarán parte en la prueba, se vio reducida, de hecho, a un pequeño grupo de manifestantes contrarios a la celebración de la carrera. Representantes de agrupaciones vecinales como Héctor Díaz, miembro de la Asociación Queremos nuestro barrio, quien tildaba, en conversación con La Tercera, "de desfachatez" y de "patraña" los argumentos esgrimidos por parte del gobierno para justificar la celebración del E-Prix. "Incentivar la electromovilidad es bajar los impuestos a los vehículos eléctricos, no organizar un evento megamasivo que afecta al patrimonio sin consultar con los vecinos y escudándose en una serie de valores sustentables", denunciaba, sonteniendo un lienzo con el lema: "No más abusos".

Pero más allá de las voces de protesta de sus detractores -no menos marginales, en honor a la verdad, que las de los defensores a ultranza del evento-, el desembarco de los monoplazas en el circuito santiaguino estuvo marcado por un clima de moderado optimismo. Y es que la Fórmula E apuesta todas sus cartas a conquistar al espectador -al fanático de los deportes de motor, pero también al escéptico transeúnte-, a través de su poderosa puesta en escena cuando llegue la hora de la verdad, es decir, el día de la carrera. "Queremos hacer un llamado públicamente a la gente a que venga a participar de esta carrera. Las entradas están vendidas, pero hemos hablado con la organización y ellos van a dejar despejados varios de los lugares que tienen rejas de protección, que estaban selladas con publicidad, para que la ciudadanía pueda apreciar el espectáculo. En cualquier momento vamos a tener 15.000 personas aquí, la gente está arrendando sus balcones, millones de personas nos van a ver en todo el mundo, es un evento de mundial y una oportunidad única", manifestaba al respecto el Intendente de la Región Metropolitana Claudio Orrego.

Una tesis en la que ahondaba, instantes más tarde, el cofundador de la Fórmula E Alberto Longo, un tanto hastiado, hacia el final de su disertación, de tantas preguntas con respecto al futuro de la prueba y de tanto negativismo: "Los beneficios van encaminados al impacto mediático. Básicamente nos van a ver 2 millones de telespectadores en todo el mundo, más de 180 países en directo y con las máximas estrellas del deporte motor . Pero la idea no es estorbar a los vecinos ni a nadie. Estaremos aquí hasta que nos quieran. En el momento que no nos quieran hacemos las maletas, cerramos el quiosco y nos vamos. Tenemos una lista de 115 ciudades que quieren albergar una prueba", sentenciaba Longo, antes de culminar, en referencia a la financiación del evento: "Hubo un acuerdo entre partes, pero quiero dejar bien claro que más del 80% del coste total de esta carrera sale de nuestras arcas, de nuestros bolsillos". Y tras la intervención del Ministro de Energía, Andrés Rebolledo, argumentando que "la electromovilidad que promueve la Fórmula E es energía limpia, es litio, es cobre y es una gran oportunidad para Chile", la primera gran presentación de carácter deportivo del E-Prix de Santiago simplemente concluyó. Y los mecánicos de los equipos comenzaron a trabajar en sus recién desembalados bólidos con la tranquilidad más absoluta; sumidos en el mismo y extraño anonimato que envolvía, a primera hora de la mañana, a los integrantes de las escuderías alojadas en el Hotel Crowne Plaza en su paseo matinal por la Alameda.

Un escepticismo generalizado, el brindado por el hincha chileno a los protagonistas de la mediática y multimillonaria competencia en su arribo a la capital, que no deja de resultar sorprendente incluso para el único piloto nacional que tendrá la oportunidad de rodar el sábado sobre el trazado urbano, Pedro Devaud. "Esta categoría se va a convertir en los próximos años en la categoría principal del automovilismo. Ha estado en París, en Roma, en Nueva York y que venga a Santiago es un lujo para todos nosotros. Yo creo que cuando el evento finalice recién se van a dar cuenta de que era un gran evento. Pero este es un país con poca cultura automovilística. Yo tuve la oportunidad en la mañana de estar con algunos pilotos y estaba muy emocionado", relataba a La Tercera el puconino (26), flamante vencedor de la Fórmula 4 en Argentina, quien el sábado se levantará -confiesa- a las 4.30 de la mañana para comenzar a preparar su exhibición. Y para cumplir su sueño.

"Estoy entusiasmado de poder estar ahí. Es un orgullo ser un pionero para Chile en Fórmula E y poder disfrutar de este Gran Circo. Ojalá esté todo tranquilo y no me haga conocido por quedar ensartado en Plaza Italia", bromea, mientras la cuenta regresiva sigue corriendo y la excitada y bulliciosa expectación que muchos auguraban luce hoy tan silenciosa como el motor de los autos eléctricos.

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