Un silencio de 1.827 días

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A cinco años de su accidente, el estado de salud de Michael Schumacher continúa siendo un misterio. El cerco en torno a su figura ha sido infranqueable.



El 29 de diciembre de 2013, el tiempo se detuvo para siempre en la estación de esquí de Méribel. Fue allí donde Michael Schumacher, heptacampeón del mundo de Fórmula 1, sufrió, fuera de pista, una aparatosa caída mientras se encontraba esquiando en compañía de su hijo Mick (entonces de 14 años). En una zona no acondicionada, el expiloto perdió el control de los esquíes y terminó golpeándose violentamente la cabeza contra una roca.

Eran las 11 de la mañana de un resplandeciente domingo de invierno en los Alpes franceses. Hoy, cinco años después y a apenas cinco días de cumplir los 50, poco se sabe con claridad acerca del verdadero estado de salud del Káiser del automovilismo planetario. Tan solo que vive. Que lleva ya un lustro luchando en silencio.

Con un severo traumatismo craneoencefálico, hematomas intracraneales y un edema cerebral difuso, Schumi fue evacuado en helicóptero de la nieve aquel ingrato 29 de diciembre, trasladado inmediatamente al hospital de Moutiers y sometido a dos neurocirugías en el Universitario de Grenoble. En estado crítico, debatiéndose todavía entre la vida y la muerte, cumplió 45 años. Seis meses después, el 16 de junio de 2014, despertó del coma.

Fue en septiembre de ese mismo año cuando la familia Schumacher decidió hacer público el último comunicado oficial sobre el estado de salud del excampeón difundido hasta la fecha: "Ha logrado avances en las últimas semanas y meses, pero aún le queda un largo y duro camino por delante", rezaba someramente el citado parte médico.

Desde entonces, desde el momento exacto en que su infatigable esposa, Corinna Betsch, decidió reconvertir la mansión familiar de Gland (Suiza), situada a orillas del lago Lemán, en clínica privada de máxima seguridad y última generación con un staff particular de al menos 15 personas, nada se ha vuelto a saber con exactitud sobre los progresos vitales de Michael Schumacher.

Mucho ha tenido que ver en ello, es cierto, la férrea estrategia comunicacional trazada por Sabine Kehm, manager y portavoz del piloto más laureado de la historia de la Fórmula 1 desde sus años en el paddock y la mujer encargada desde su convalecencia de levantar un auténtico e impenetrable muro mediático en torno a la figura del exdeportista. Una política de silencio y celoso hermetismo que 1.827 días después del accidente, parece haber convertido su mera existencia en un asunto secreto, por momentos casi dudoso.

Y es que más allá del terreno de la rumorología, son muy pocas las personas que han llegado a entregar a lo largo de estos últimos cinco años información alguna a propósito del drama que vive el alemán. Han sido tantas (y tan diversas) las noticias publicadas sobre Schumacher como escasas las revelaciones.

A fines de noviembre, el arzobispo Georg Gänswein, otrora secretario del Papa Benedicto XVI, desclasificaba parte del encuentro mantenido dos años antes con el piloto con una confusa declaración: "Me senté frente a él, lo toqué con ambas manos y lo miré. Su cara, como todos sabemos, es la típica cara de Michael Schumacher; solo se ha vuelto un poco más rellena. Él siente que a su alrededor hay gente que lo ama, que se preocupa por él y, gracias a Dios, mantiene alejado al público demasiado curioso. Una persona enferma necesita discreción y comprensión".

Tan solo algunos días más tarde, sin embargo, el actual presidente de la FIA, Jean Todt, realizaba una confesión mucho más esperanzadora al respecto, en una entrevista concedida a Auto Bild: "Vi el Gran Premio de Brasil con Michael en Suiza", aseguraba, escuetamente, el que fuera su jefe en las filas de Ferrari. Y para cerrar el círculo de informaciones aparecidas en el mes en que se cumple un lustro del fatídico accidente, el diario británico Daily Mail incendiaba el pasado 17 de diciembre la actualidad deportiva al asegurar que "Schumacher no se encuentra postrado en una cama ni conectado a un respirador" y que los gastos que la familia destina hoy a sus cuidados médicos en la casa de Gland rondan los 63 mil dólares semanales. Ni siquiera su hijo, Mick Schumacher (19), flamante campeón este año de la Fórmula 3 europea, ha llegado a realizar en todo este tiempo declaración alguna sobre su progenitor.

La inauguración, el próximo 3 de enero y coincidiendo con su cumpleaños 50, de una exposición en el Museo Ferrari sobre las 11 temporadas que el germano defendió a la escudería del Cavallino (con la que llegó a conquistar cinco títulos mundiales de manera consecutiva); y el lanzamiento de una App oficial para visitar virtualmente la exposición Michael Schumacher Private Collection de Colonia; arrancarán los homenajes en conmemoración del medio siglo de vida del piloto de Fórmula 1 más influyente de todos los tiempos.

Un hombre que ha mantenido en vilo al mundo del deporte durante un lustro y a quien sus seguidores, atrapados también en el tiempo, siguen aguardando.

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