La vieja escuela recuerda nostálgica aquel pitear que anunciaba el paso del afilador de cuchillos por la calle. La nueva reconocerá simples objetos que si bien cumplen su cometido, terminan por estropear el filo, absolutamente vital para que el cortar/picar en cocina sea placentero, fácil y hasta saludable. Aquí un A, B, C para dejar cuchillos como nuevos. Épocas de reutilizar aquello escondido en cajones, incluido un posible reencuentro con la memorable moledora de carne manual, que ahora sí tenemos tiempo o ganas de usar.