Pedro Labarca Prado entró consciente al Hospital de Ovalle. El miércoles 3 de julio, a las 9.30, el auto que conducía camino a Valdivia chocó con un camión. Venía acompañado de un estadounidense con el que había visto, el día antes, el eclipse solar total en la Región de Coquimbo. A una inspección médica en Ovalle le siguió su traslado de emergencia, en una ambulancia aérea, hasta la Clínica Las Condes. El biólogo, que en 2004 recibió el Premio Nacional de Ciencias Naturales, falleció tres días después del accidente, el 6 de julio, por un shock refractario politraumático atribuido al accidente vehicular. Tenía 68 años.

El día en que Labarca murió, Ileana Elordi (28) estaba en Londres, Inglaterra, donde cursa desde 2018 estudios en la London Film School. Por amigos se enteró de la muerte del biólogo. Sintió rabia, alivio, euforia, pero no la angustia que tuvo durante 20 años cada vez que escuchaba el nombre de Pedro Labarca, el padre de una gran amiga, con quienes pasó un verano en Valdivia.

Tras confirmar el deceso, Ileana contactó a su abogado, Juan Pablo Hermosilla. Estaba ansiosa. Llevaba un año preparando una denuncia contra Labarca por abuso sexual y algunos años en terapia para superar los recuerdos sobre sus episodios con el científico. Ileana quería hacer público que en el año 2000, cuando ella tenía nueve años, había sido abusada por un hombre reputado y respetado que luego ganó un Premio Nacional. Su muerte, sin embargo, podía también hacer inútil la denuncia que tenía preparada. Hermosilla, entonces, le dijo que la acción penal podía ser póstuma. Así lo hizo esta semana. Labarca no podrá ser condenado. Tampoco podrá defenderse. Pero sí podría dejar de tener el estatus de Premio Nacional chileno.

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"Tenía nueve años; Pedro Labarca me masturbó", describe Ileana en un escrito que preparó para hacer pública su historia a través de La Tercera. Prefiere escribir en lugar de hablar (lea la carta íntegramente aquí). "Me sacó de mi cama mientras dormía, me hizo dormir con él más de una vez, me privó de toda movilidad con el fin de 'mejorarme'. Tengo en mi recuerdo un sinfín de detalles, pero sobre todo la angustia a que llegara la noche, de dormir durante el día sin querer despertar, de no entender por qué a ratos él me trataba como si yo 'fuese su señora'. Estos hechos siempre fueron parte de mi memoria, pero me demoré años en entenderlos y más aún en ver cómo el contexto social no ayudó en lo absoluto".

Ileana es hija del escritor Santiago Elordi y de la arquitecta Verónica del Villar. El pasado viernes 6, con el apoyo de sus padres y de la Fundación para la Confianza, interpuso ante el Juzgado de Garantía de Valdivia una querella contra todos quienes resulten responsables como autores, cómplices o encubridores del delito de abuso sexual de menores de 14 años, contenido en el Artículo 366 bis del Código Penal. La querella presenta el delito como consumado y precisa que es de carácter reiterado.

En la acción judicial, Ileana Elordi detalla que una tarde en la casa del biofísico en Valdivia, y mientras veían televisión, Labarca la tocó por primera vez y, según ella describe, se quedó sin capacidad de reaccionar de ninguna manera. "Esa misma noche, mientras yo dormía, Pedro me sacó de mi cama con el argumento de que yo estaba enferma de un presunto resfrío -no recuerdo si lo estaba o no- y que él iba a 'mejorarme'". Labarca la llevó entonces a un sofá de la casa y la acarició por debajo de su pijama.

Los recuerdos de Elordi son, a ratos, confusos, pero ya no se mezclan con la vergüenza como antes. "También me sentí cómplice. ¿Por qué no supe inmediatamente? ¿Por qué no supe que si un niño no se resiste activamente no se convierte en cómplice? Sentí vergüenza y me sentí bastante sola", escribe en su carta.

Al año siguiente de ese verano en Valdivia, en 2001 Ileana, su amiga y Labarca viajaron al extranjero. "Mis papás me dieron la autorización y el permiso notarial. El viaje duró alrededor de 10 días. Fuimos a Varadero, La Habana, y no recuerdo bien si a Cienfuegos, Trinidad, o a los dos. El viaje comenzó en La Habana. Tengo el recuerdo de que tuve que dormir con Pedro una de esas primeras noches", dice el libelo. "Pedro me abrazaba y me sujetaba de forma tal que yo no podía moverme". Según ella, Labarca elegía lugares para alojar en que tuviera que compartir la cama con ella.

"Cuando tenía 14 años, y a medida que fui concientizando los hechos, decidí contarles a mi mamá y a mi papá lo que me había ocurrido. Lo conté a cada uno por separado. Ambos quedaron sorprendidos. Sin embargo, no tuvo mayor repercusión en cuanto a acciones. Pocos meses antes de que yo decidiera hablar, Pedro Labarca había recibido el Premio Nacional de Ciencias. Fue por este antecedente, sumado a la incapacidad de expresar y comprender el caso, que decidí junto a mi mamá no ejercer ninguna acción en su contra".

Hoy, desde Europa, su padre dice a La Tercera: "Ileana, educada en la libertad de la autoconciencia, se ha tomado el tiempo necesario para actuar. Más allá de una liberación personal, me consta que su objetivo es crear una conciencia pública que se refleje judicialmente. Cuenta con la admiración de sus padres".

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A sus 22 años, Ileana Elordi comenzó una terapia sicológica con la que dejó de sentir culpabilidad y complicidad. Ese mismo año, 2012, su pareja de entonces, el artista Javier Barriga, la instó a enfrentar a Pedro. Eligió hacerlo por escrito y le envió un correo electrónico de su entonces cuenta hotmail. Ileana ha intentado recuperar ese mensaje que Labarca nunca contestó, pero su cuenta está caduca y solo le queda pensar que un fiscal, con atribuciones intrusivas, pueda llegar a tener acceso.

Fue después de ese mensaje que, según la joven, Labarca no solo le negó los hechos, sino que le ofreció una compensación económica a través de personas de su entorno.

"Después de racionalizar los hechos, entendí que la estructura política no era mejor a mi contexto cercano: mientras Labarca recibía un sueldo estatal vitalicio, mi caso estaba prescrito. En ese contexto, los casos aún prescribían. Como si el Estado apoyara la dinámica torpe que ocurría a escala menor. Situación frustrante. Me inmovilizaban de nuevo, no tenía lugar de acción. A pesar de negar los hechos, años antes Labarca me ofreció mediante distintas vías una recompensación económica, mientras a la vez me amedrentaba: si yo denunciaba, él contrataría al mejor abogado de Chile para defenderse. Reacción cínica y vulgar. Si un crimen debiera tratarse en la plaza pública, es porque los hilos emocionales de lo privado se tensan a tal punto que difícilmente permiten un reconocimiento", escribe Ileana.

Elordi no quiere revelar en esta publicación los nombres de las personas que le hicieron llegar ese mensaje. Tampoco quiere que se divulgue el nombre la hija del científico, porque ambas siguen siendo amigas.

El 2 de enero de 2018, Ileana se reunió por primera vez con profesionales de la Fundación para la Confianza, creada en 2010 por James Hamilton, Juan Carlos Cruz, José Andrés Murillo y el abogado Hermosilla, protagonistas de la ofensiva judicial contra Fernando Karadima.

Ese proceso también lo describe en la querella. "En el año 2018 me contacté con la Fundación para la Confianza y empecé una segunda terapia psicológica con Mónica Martínez. Es en ese contexto que decidí, por fin, tomar acciones legales en su contra. Al reunirme con los abogados, sentí mucha frustración al saber que mi caso estaba prescrito, y que, por el contrario, Pedro, por haber recibido el Premio Nacional de Ciencias, recibiría un sueldo estatal vitalicio. En ese contexto, surgió la posibilidad de irme a estudiar afuera de Chile, y ante eso decidí suspender el proceso legal y retomarlo cuando volviera, a fines de este año. Mi intención era que se investigaran los hechos y, entendiendo que no se le podía sancionar penalmente porque están prescritos, al menos quería intentar privarlo del Premio Nacional. Sin embargo, en julio de este año, Pedro Labarca murió en un accidente".

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Labarca fue enterrado en Chincolco, Región de Valparaíso, donde nació el 18 de agosto de 1950. Poca gente había en su entierro, describió el periodista Patricio Fernández. Él fue su amigo, como también el exministro Ricardo Solari y el escritor Cristián Warnken. Los dos primeros hablaron en su despedida y luego tomaron palas para sepultar su féretro. Fernández lo describió en una columna en The Clinic como una persona solitaria, que perdió contacto con sus hermanos exiliados en Costa Rica. En su espacio de trabajo lo reconocían como una persona que, pese a tener bastante mal genio, siempre estuvo dispuesto a sacar un "pucho" para conversar de algo.

Dos exparejas dejaron marcas en la vida del científico. La madre de su hija, de quien se separó hace 28 años. Y la única mujer con quien contrajo matrimonio en 2006, pero cuya relación terminó tras solo un mes de convivencia.

Su trayectoria académica incluye trabajo docente en las universidades de Duke, en Carolina del Norte, y en la Nacional Autónoma de México. Fue distinguido en 1996 con la Medalla Rectoral de la Universidad de Chile, establecimiento desde donde se licenció de biólogo en 1975 y después fue profesor asociado de la Facultad de Ciencias.

Desde 1987 que Labarca alojó sus investigaciones en el Centro de Estudios Científicos (CECs) de Valdivia. Fue su contribución a la neurobiología la que lo llevó a obtener el máximo premio de ciencias y una pensión vitalicia mensual de 20 UTM (casi $ 1 millón en la actualidad). Su investigación más significativa abordó el cerebro de la mosca del vinagre y en sus últimos días dedicaba su tiempo a explorar organismos que habitan glaciares temperados y salares del altiplano.

La Tercera consultó al CECs si alguna vez existió alguna acusación de connotación sexual contra Labarca. "Esta denuncia nos estremece. Nunca habríamos podido imaginar algo así. Todos debemos contribuir a que sea esclarecida sin escatimar esfuerzos. Lamentamos que Pedro Labarca no esté vivo para hacerse cargo de ella", respondieron desde el organismo. Tampoco en la Universidad de Chile existen denuncias en su contra, aunque por el tiempo transcurrido deberán realizar una revisión más acabada.

Familiares de Labarca contactados por este medio declinaron hacer cualquier tipo de comentarios.

La acción penal en su contra ingresó el viernes a las 9.30 horas al Juzgado de Garantía de Valdivia. En ella se pide que se cite como testigos a la madre de Elordi, a Javier Barriga y a la expareja de Labarca. También se pide que el juzgado solicite informes de atención a las dos terapeutas de la víctima.

"El objetivo es que haya una investigación oficial por parte del Estado sobre estos hechos que constituyen delitos graves, y que el Estado, además, verifique la veracidad y vea si hubo participación de terceros, ya sea como cómplices o encubridores", explica el abogado Hermosilla.

Ileana Elordi termina con una última reflexión sobre episodios que había guardado en su intimidad. "Yo ya no tengo vergüenza, y para mí esta historia está a punto de desaparecer. Si hago esta querella pública es tanto por una alineación espiritual como por un deber social básico. No quiero que ningún otro acto criminal quede impune, ni que ningún menor se sienta cómplice. Si estos problemas debieran ser públicos es por la simple razón de intentar que ocurran lo menos posible, y en caso de ocurrir, de hacer efectivo su reparo".