A un costado estaba una obra de Roy Lichtenstein; al otro, un grabado de Andy Warhol. Entre ambas, en la sede de Christie’s en Nueva York, colgaba un retrato borroso, vagamente inspirado en los maestros del siglo XVIII, con la firma de un algoritmo. Edmond Belamy fue la primera obra hecha por inteligencia artificial que salió a subasta en 2018. La venta atrajo la atención de los medios, y una pequeña multitud de coleccionistas y amantes del arte se reunió para observar la transacción. Entre ellos estaba el economista y especialista en el mercado del arte Arturo Cifuentes:
-El valor de la pintura se había estimado en 10 mil dólares. Y se vendió en 450 mil. ¡Una locura! Pero la cuestión interesante es la pregunta que surge de eso: ¿Una obra de arte tiene que ser hecha por un ser humano o puede ser hecha por un algoritmo?
Esa es una de las preguntas que asoman en el libro de Arturo Cifuentes y Ventura Charlin, The Worht of Art, publicado por Columbia University Press. Con el subtítulo Financial Tools for the Art Markets, el libro ofrece un recorrido por el mercado del arte y una guía sobre las ventajas y riesgos de invertir en él, especialmente en pintura.
Investigadores asociados a Clapes UC, los autores destacan la doble dimensión de las obras de arte: su valor como objeto artístico, de apreciación estética, y su valor en cuanto activo financiero. El libro se mueve entre ambos, entre el arte y las finanzas.
“Su valor financiero puede describirse en términos de precio, rendimientos históricos y futuros potenciales, liquidez, cuestiones relacionadas con impuestos y restricciones comerciales (especialmente en relación con transacciones internacionales)”, escriben.
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Exclusivo y movilizado principalmente por los grandes coleccionistas, el mercado del arte alcanzó US$ 64 mil millones en 2019. A partir de datos proporcionados por las subastas y ventas públicas, los investigadores obtienen algunas conclusiones en torno al valor de las obras, retornos y riesgos.
En cierto modo, invertir en arte podría asemejarse a la inversión en acciones, bonos o bienes inmobiliarios, pero con ciertas particularidades, dicen los autores.
-Uno puede mirar el valor de la acción de Microsoft hoy día y un año atrás y decir, ah, rentó tanto. En el caso del arte es un poquito más complicado, porque las pinturas son todas distintas, incluso de un mismo artista. Si quiero ver cuánto ha retornado Renoir, es más complejo porque no todos los cuadros de Renoir son iguales. Pero, en términos de diversificación, así como alguien puede decir voy a comprar oro o voy a comprar un sitio en la playa, a lo mejor puede invertir un poquito en arte para que sea más diversificado -dice Arturo Cifuentes.
A diferencia del mercado de acciones, el medio del arte tiene menos liquidez, eventualmente es más opaco y se mueve más lentamente, observan los autores. En general, agregan, la gente que compra pinturas las conserva por más tiempo, en promedio siete años. En los fondos mutuos, en cambio, las transacciones son más rápidas.
-Comprar o vender una pintura toma más tiempo que comprar acciones. El proceso que lleva a escoger una pintura es más largo: hay que ver que la obra esté en buenas condiciones, que tenga sus papeles en orden. Y lo otro es que en el mercado del arte los precios son más variables, hay más volatilidad -dice el economista.
La oferta y la demanda funciona como en los otros mercados, pero con un agregado: la apreciación subjetiva. Es decir, la satisfacción que se obtiene por el hecho de ser dueño de algo único.
-En el caso de Picasso, tal vez hay miles de pinturas en el mercado, y todas son muy valiosas, es decir, hay oferta y demanda, pero también algo más: la satisfacción personal de tener algo inigualable.
Picasso, de hecho, será el protagonista de la próxima gran subasta de Sotheby’s: en noviembre la casa de remates pondrá a la venta su cuadro Femme a la montre, con un precio de salida de US$ 120 millones.
Seguramente, Picasso marcará el precio más alto del año. A la fecha, el mayor valor de la temporada lo tiene Mujer con abanico, de Klimt, que se vendió en junio en US$ 108 millones.
En ambos casos se trata de estrellas de un mercado que muestra signos de estancamiento: tras una fuerte caída en 2020 producto de la pandemia, en 2021 la ansiedad por comprar y vender llevó a transacciones por US$ 65 mil millones. En 2022 las ventas crecieron un 3% y movilizaron US$ 67 mil millones. El récord de ventas lo alcanzó Andy Warhol, con Shote Sage Blue Marilyn, vendida en US$ 200 millones.
Este año, los pronósticos son menos auspiciosos. Según informes de The Art Newspaper, las ventas del primer semestre fueron inferiores a las del año pasado. Christie’s, por ejemplo, informó ventas por US$ 3.200 millones, un 23% menos que en 2022. Si bien Sothebys no reveló cifras, sugirió que sus ventas decayeron.
Aun así, con esta inestabilidad, el arte sigue atrayendo la atención de especialistas, inversores y aficionados. ¿Por qué?
-Primero que nada, se venden las cosas a precios inverosímiles. Y da mucho caché tener una pintura de un artista renombrado. Hay una cosa de estatus. Y es mucho más entretenida la noticia de que un millonario japonés pagó 100 millones de dólares por una pintura a decir que un magnate en Nueva York se compró 100 millones de dólares en acciones -dice Ventura Charlin.
Superficie y colores
A mediados de los 80, el pintor Pei Chin Qian no había tenido éxito con su obra en Estados Unidos. Entonces solía vender sus cuadros en la calle en Nueva York. Un día una pareja de marchantes le encargó copias de artistas expresionistas, y el pintor chino reveló un talento extraordinario: de su taller en Queens salieron imitaciones de Pollock y Rothko tan verosímiles que, en unos años, los marchantes hicieron negocios por unos US$ 80 millones.
-El mercado del arte no está regulado, y eso lo hace complejo. Y están las falsificaciones. Ese artista chino era muy bueno, y durante años engañaron a los compradores. Los pillaron cuando una pareja se divorció y quiso vender el cuadro y descubrieron que era falso -recuerda Arturo Cifuentes.
Las dudas de autenticidad son un tema permanente en el mercado del arte. En 2017 Christie’s subastó una obra atribuida a Leonardo Da Vinci, Salvator Mundi, en casi US$ 500 millones. Es la obra más cara de la historia y hoy hay serias dudas sobre su autoría.
Descontando ese aspecto, las obras de arte son bienes apreciados, y los autores entregan algunas conclusiones a partir de sus estudios de las obras mejor vendidas.
Uno de esos parámetros es el cálculo de valor por centímetro cuadrado: a mayor tamaño, mayor es el precio de la obra. Desde luego, hay umbrales: a partir de ciertos tamaños, las obras son para museos o palacios.
Un lienzo de Jackson Pollock, Monet o Cézanne ronda los 15 mil o 20 mil dólares por centímetro cuadrado, señalan los autores. Van Gogh, un artista muy apreciado y que se vende poco porque hay poca obra en el mercado, alcanza los 28 mil dólares por centímetro cuadrado. A diferencia, Warhol vende mucho, pero su valor por centímetro cuadrado es menor: llega a US$ 2.000.
Otra variable considerada es la curva de creatividad:
-Tú miras obras creadas por un artista en distintas épocas de su vida y ves cómo van cambiando los precios. Hay artistas considerados revolucionarios, y otros, experimentales. Los revolucionarios son los que, súbitamente, hacen un cambio importante y eso es más o menos antes de los 30 años. Y los experimentales suelen repetir el mismo tema y lo van mejorando. En el caso de los primeros, sus mejores obras y sus mejores precios se dan temprano. Picasso es un ejemplo. Y eso el mercado lo avala. En el caso de Cézanne, sus obras de madurez son de valor mucho más alto -apunta Cifuentes.
Luego está el color: a partir de las ventas de obras de Rothko, Matisse, Josef Albers y David Hockney, los autores concluyen que las pinturas en azul, seguidas del rojo, suelen ser mejor apreciadas y más valoradas.
Naturalmente, el gusto y las tendencias de la época influyen. Así, desde hace años se observa una caída en el valor de los impresionistas, donde Renoir es el más afectado.
-De Renoir se venden 50 cuadros al año, pero notoriamente va en caída; su retorno es inferior al mercado de las acciones. Es como el gusto de la generación anterior, de los padres y abuelos. Y los menores de 40 años, los millennials, prefieren el arte contemporáneo -comenta Ventura Charlin.
De este modo, artistas más recientes ganan valor: el paradigma es Basquiat.
-Basquiat es un gallo que si no lo descubren, no habría pasado nada. Pero en los últimos años su retorno es 15 veces superior al mercado de acciones -subraya Cifuentes.
Así también ocurre con los hallazgos: Caillebotte, el pintor impresionista que vivió a la sombra de Degas y Monet, fue redescubierto un siglo después de su muerte. Exposiciones en París, Londres y Chicago revaloraron su obra e impulsaron un incremento en sus precios. Así, pasó del rango de los US$ 200 mil a inicios de la década del 2000, al récord con US$ 53 millones en 2017.
¿En qué medida el ambiente cultural afecta la valoración de un artista? ¿Picasso ha decaído luego de las acusaciones en su contra?
-A Picasso lo han criticado mucho, pero hay que separar los méritos del artista. O sea, Newton era un gallo insoportable, pero era un genio. No se puede juzgar el pasado con los parámetros de hoy. Y en cualquier caso, al mercado le fascinan los cuadros de mujeres de Picasso: son las más valoradas -dice Cifuentes.
Democratizar el mercado
La aparición de los NFT introdujo una novedad en el mercado: el arte como archivo digital. También generaron nuevos ingresos: en 2021 lograron ventas por US$ 2.900 millones; en 2022, la cifra bajó a la mitad (US$ 1.500 millones), pero aún son activos interesantes. Sus partidarios destacan también su rol democratizador, al ser menos caros.
¿Allí está el futuro del arte? Arturo Cifuentes y Ventura Charlin son escépticos.
-Yo creo que la gente se ha entusiasmado demasiado con los NFT. Si compras un NFT lo único que tienes es un link, un vínculo, y si este se rompe porque al servidor le pasa algo, te quedas sin nada. No creo que aporte nada en términos de eficiencia o seguridad al mercado del arte. El mercado de acciones es un mercado global, confiable, bien regulado, y no usa NFT -observa Arturo Cifuentes.
Pero existen otras herramientas para quien quiera invertir y no cuente con millones de dólares: la propiedad fraccionada. La pareja de economistas lo destaca:
-Es lo mismo que comprar acciones en una empresa. La propiedad fraccionada consiste en comprar entre varios una pintura y se comparte la propiedad. Eso sí que contribuye a democratizar el mercado del arte, porque permite participar a gente de todo nivel. Puedes poner 500 dólares en una pintura y es parte tuya. Eso es mucho más importante y valioso que esta tecnología que le han vendido a los millennials. Claro, el problema con la propiedad fraccionada es que no te llevas la pintura para la casa. Pero es un método para invertir en este tipo de activos.