Duelo de poder en la Suprema: Pelados versus chascones

Imagen Imagen tirar la cuerda

El reciente conflicto entre la Tercera Sala de la Suprema y el TC movió las aguas al interior del máximo tribunal y una candidatura de consenso podría surgir para aquietar los ánimos e impedir el avance del poder paralelo del ministro Sergio Muñoz.


Seis supremos recuerdan que hubo un día, hace 10 meses, en que el ministro Sergio Muñoz intentó dar un golpe blanco en la Corte Suprema. Eran los últimos días de enero cuando la noticia llegó a oídos del presidente, Haroldo Brito: 11 integrantes del máximo tribunal habían suscrito una carta que Muñoz había hecho circular de sala en sala. El documento no había llegado a manos de Brito.

Por esos días, el ministro de Justicia, Hernán Larraín, había sostenido reuniones con la Asociación Nacional de Magistrados (ANM) para abordar modificaciones en la estructura y sistema de nombramientos en el Poder Judicial. Hasta ese momento, el Ejecutivo había pasado por alto a los miembros del máximo tribunal en esta discusión, lo que había generado un intenso malestar en el tercer piso del Palacio de Tribunales.

Ante la pasividad de Brito, dicen cercanos a la Tercera Sala de la Corte Suprema, Muñoz -tal como ya lo había hecho en la fallida acusación constitucional contra tres supremos- decidió tomar las riendas. Frente a un incipiente conflicto con el Ejecutivo, desarrolló un plan de acción en la mencionada carta de seis carillas, considerada por varios supremos como un llamado explícito a seguir su conducción, marginando a Brito.

"El profundo amor y respeto que tenemos por la magistratura, el Poder Judicial y la Corte Suprema nos hace dirigirnos a ustedes, puesto que la queremos ver interesada en los temas que la afectan (...). Tenemos que reaccionar. No podemos dejar caer los brazos y que otros diseñen, elaboren o implementen los proyectos relacionados con el Poder Judicial".

Así partía el documento que, bajo la lógica jerárquica del máximo tribunal, debió ser promovido por el presidente de la corte y, sin embargo, tenía otro autor.

Algunas líneas después, Muñoz advertía el riesgo de que otros -la ANM, cuyos dirigentes son cercanos a Brito- fueran el interlocutor que el gobierno estuviera tomando en cuenta para los cambios en la judicatura.

"Hacemos este llamado de atención quizás como un esfuerzo de conminarnos a nosotros mismos a actuar. Luego miraremos desde la orilla cómo otros deciden la forma en que estructurarán aquello que será nuestra competencia y la manera cómo trabajaremos, sin considerar nuestra opinión y sin nuestra participación. Es una interpelación que nos debe impulsar a organizarnos correctamente ¡ahora!".

Según lo que había comentado Muñoz a quienes se sumaron a la carta, la idea era fijar una declaración de principios ante lo que algunos calificaban "un ninguneo épico" por parte del Ejecutivo. El siguiente paso, después de la carta, era pedirle al presidente del máximo tribunal solicitar una reunión con el Presidente Sebastián Piñera y el ministro Larraín, a la cual debía asistir todo el pleno, y en esa instancia manifestar toda su molestia y preocupación por no ser considerados en las propuestas, mesas de trabajo y proyectos que afectaban al Poder Judicial.

Lo que más sorprendió a Brito fueron los nombres de algunos supremos cercanos a él que habían firmado la carta. "¿Por qué me están haciendo esto?", se preguntó el mandamás de la máxima magistratura. El presidente de la Corte Suprema tenía contados varios episodios en que Muñoz había desafiado su autoridad, pero que ahora participaran sus aliados en el pleno lo dejó pasmado. "Tengo que desactivar esta carta, porque si prospera, no tendré otra opción que renunciar", le habría dicho a uno de sus amigos. Y así fue. Uno a uno los jueces de su grupo decidieron sacar su firma y la carta se transformó en un mero borrador que hoy -para algunos en la Suprema- es el recuerdo patente de cómo opera el poder paralelo que ostenta el ministro Muñoz en la Corte Suprema. Hace algunos días, fue el mismo supremo quien desató el conflicto con el Tribunal Constitucional (TC), con un fallo en el que sostiene que las sentencias de ese organismo sí pueden ser revisadas por el máximo tribunal. Brito se ha desmarcado de esta disputa y ha hecho infructuosos esfuerzos por bajarle el perfil, reuniéndose -una vez más esta semana- con la presidenta del TC, María Luisa Brahm, para encapsular la pugna en la Tercera Sala.

Estos tensos episodios podrían influir en la próxima elección del presidente de la Corte Suprema. Brito termina su período este año y, en noviembre, el pleno del máximo tribunal debe elegir a quien liderará el Poder Judicial durante los próximos dos años. La reactivación de las fuerzas de Muñoz en el pleno tiene a los supremos divididos en una guerra sin tregua entre "chascones" -núcleo duro de Brito- y "pelados" -cercanos a Muñoz-. El botín está en los indecisos, quienes definirán en un par de semanas quién detenta el poder en el máximo tribunal del país.

A río revuelto, ganancia de Lamberto

"Entendemos y aceptamos la autonomía e independencia del Estado de Francia para esta decisión".

Por su bajísimo perfil, no era común ver al presidente de la Primera Sala (que ve asuntos civiles), Guillermo Silva, realizar una vocería de la Corte Suprema. Y su debut en noviembre del año pasado, con esa frase sobre el rechazo de la solicitud de extradición del exfrentista Ricardo Palma Salamanca, no fue el mejor.

Por un tema de antigüedad, el próximo presidente de la Corte Suprema debiera ser él. Guillermo Silva Gundelach (71), oriundo de Concepción, es carta fija para liderar el máximo tribunal por los próximos dos años. Estuvo a punto de ser elegido en 2017, cuando fue alzado internamente por la oposición a Haroldo Brito. Pero él se restó. No quiso empañar el ascenso de su amigo. Esta cercanía al actual presidente y su carácter reservado podrían cambiar su destino.

La irrupción de Muñoz con un comunicado para defender su sentencia contra el TC -que provocó la intervención de La Moneda y el anuncio de reformas constitucionales- y en el que, además, cuestionaba explícitamente a Brito por no haberlos defendido, ha generado una tensión al interior del tribunal.

Por el particular estilo capilar del presidente de la Suprema -de bastante volumen-, quienes están más cerca de Brito son denominados internamente como los "chascones". Con este grupo se asocian los nombres de Jorge Dahm, Guillermo Silva, Carlos Kunsemuller, Gloria Ana Chevesich, Andrea Muñoz y Mauricio Silva. En la vereda opuesta, en tanto, están los "pelados", o quienes realizan alianzas estratégicas con Muñoz. Ahí figuran el ministro Carlos Aránguiz, las "rosas" -Rosa María Maggi y Rosa Egnem-, la ministra Ángela Vivanco y María Eugenia Sandoval.

Quienes no se identifican con ningún grupo son Lamberto Cisternas, Hugo Dolmestch (quien termina su período a fin de año), Juan Eduardo Fuentes, Manuel Antonio Valderrama, Ricardo Blanco, María Angélica Repetto y Arturo Prado Puga. Este último era del grupo de los "pelados", pero sus desavenencias con Muñoz habrían causado que pidiera cambio de sala. Algunos plantean que Brito fue uno de sus principales promotores para la Suprema, lo que desequilibraría el tablero a favor de los "chascones".

En este escenario revuelto surgió una candidatura inesperada y que es ratificada por varios supremos, a quienes este impensado aspirante ya les ha manifestado su intención de postular. Se trata del ministro Lamberto Cisternas, el actual vocero del máximo tribunal, la sexta antigüedad tras Carlos Künssemüller (quien hace tiempo manifestó que no quería ser presidente de la Suprema). En el papel, el magistrado termina su período en abril del próximo año, ya que cumple 75 años, la edad máxima para estar en la corte. Sin embargo, de prosperar su aventura presidencial podría extender año y medio su período.

Hay varios que ya ven con buenos ojos esta disposición de Cisternas. Uno de ellos lo explica de esta forma. "Cisternas es un hombre que ha hecho muy bien su pega de vocero y tiene personalidad para conducir el pleno, se lleva bien con todos los grupos y es respetado, por lo que ha surgido como carta de consenso", sostiene un supremo que ya definió su voto.

Desde el entorno de Cisternas descartan una campaña formal. Pero sí reconocen que el juez ha sido partidario de terminar con la tradición de que la nominación del presidente sea solo por antigüedad y ha manifestado públicamente que él es partidario de que quien quiera ocupar ese cargo tenga un programa de "gobierno" en que se explicite qué cosas va a gestionar, cuál va a ser la relación con los otros poderes del Estado y que ese plan sea presentado al pleno y sea eso lo que conquiste los votos y se traduzca en apoyo a esa presidencia.

Como la posibilidad de que Muñoz logre el asiento por segunda vez parece haberse desvanecido después de su impasse con el TC, desde el sector de "los pelados" ven con buenos ojos la aparición de esta candidatura. Entre "los chascones" también hay quienes ven en Cisternas un presidente con carácter, capaz de frenar el ímpetu de Muñoz, lo que no podría conseguir una personalidad como la de Silva. Al menos contaría con seis votos. El presidente de la sala civil, en tanto, contaría con ocho votos, entre quienes estarían Brito, Chevesich, Dahm, Silva y Blanco.

La "Suprema chica"

Hasta el miércoles 16, el gran ausente de las jornadas de reflexión de la Corte Suprema, que este año son en Punta Arenas, era el ministro Sergio Muñoz. Al encuentro de 2018 tampoco asistió. Sin embargo, para que finalmente no se hicieran segundas lecturas, decidió asistir a la cita anual en la que los supremos debaten sobre planes estratégicos y cómo se percibe el rol del Poder Judicial entre la ciudadanía. "También es un buen momento para captar el voto indeciso", dice riendo un supremo.

Y es que la figura de Muñoz ha resonado con fuerza en los últimos días. Pocos olvidan su última jugada, cuando subrogó a Brito. Fue a inicios de agosto, cuando el presidente de la Corte Suprema estaba de vacaciones y el juez Muñoz aprovechó la instancia para hacer una modificación interna: cambiar los plenos de la Corte Suprema que se realizaban los viernes en la mañana, que interrumpían el funcionamiento habitual de las salas, para los lunes en la tarde, permitiendo así que las salas funcionen a tiempo completo de lunes a viernes, sin interrumpir la vista de las causas.

Varios abogados comentaron la poca prudencia de generar modificaciones administrativas en ausencia del presidente. Cuando Brito volvió de su descanso, se encontró con el cambio. No hizo nada.

Actualmente, hay varios supremos que plantean que hay dos presidentes en la corte y que el lugar desde donde Muñoz mantiene esta ascendencia es el Comité de Modernización del Poder Judicial, que él mismo creó. Opera en la Tercera Sala de la Corte Suprema o en el salón de plenarios del Palacio de Tribunales. La llaman "la Suprema chica" y es el espacio en que Muñoz se refugió una vez que dejó la presidencia del máximo tribunal en 2015.

El expresidente de la ANM, el juez laboral Álvaro Flores, dice conocer de cerca el trabajo de Muñoz: "Es evidente que desde que salió de la presidencia hizo todos los esfuerzos para reservarse una gran cuota de poder, logrando, incluso, que se generara una institucionalidad paralela en el llamado Comité de Modernización, que trabaja las materias más importantes de gestión y gerencia de la Corte Suprema y en la cual él hace y deshace".

Tanto "chascones" y "pelados" ven con pocas probabilidades una presidencia inmediata de Muñoz. Sin embargo, hay varios de sus aliados en el pleno que se ilusionan con un segundo mandato para el 2022.D

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