Francisco Reyes: La tele, la política y la vida misma

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Luego de tres décadas en TVN, en junio Francisco Reyes (65) tomó una de las decisiones más rotundas de su carrera: abandonar la señal donde se convirtió en el actor más popular del país para fichar por Mega. Hoy ya graba la nueva teleserie vespertina de la red privada, Yo soy Lorenzo, donde interpretará a Ernesto Orellana, dueño de una quesería en el pueblo Vista Hermosa, y quien está empecinado en casar a su hija para que no se vaya a Santiago. "Es una comedia de enredos. Es agüita refrescante sobre el medio, sobre un país que está en situaciones complejas de corrupción, violencia, de encono. No estamos muy contentos hoy en Chile", reflexiona el actor, que a diario sale en la teleserie diurna de la señal estatal, Amar a morir. De alguna manera, la frase sobre su próximo proyecto lo retrata en toda su dimensión: un hombre vinculado a la TV, pero en cuya trayectoria también se ha acercado a la política, a la coyuntura o a los temas de agenda, como en esta conversación.


¿Cómo ha sido su llegada a Mega?

Llegar a esta nueva casa es como llegar a la vieja casa de TVN. El 80% de mis compañeros está aquí. El ambiente de trabajo es súper familiar y, por lo tanto, ha sido muy grato. Lo que se extraña es la cosa material, como el edificio, porque al principio andaba medio perdido. Lo interesante del cambio es que acá, a diferencia de TVN, están con proyectos, con ideas y en ese sentido hay un ambiente de trabajo muy positivo. La industria está complicada y eso lo sabemos todos, pero en TVN, en el último tiempo, era la crónica de una muerte anunciada, y por eso era muy doloroso estar ahí.

Debe haber sido difícil dejarlo.

Fue muy difícil pero fue un proceso lento. TVN estaba decayendo desde hace unos ocho años. Por lo tanto, era algo para lo que uno estaba preparándose. Estábamos seguros de que en algún momento tendríamos que salir de ahí. Nosotros conservábamos la esperanza hasta el último minuto de que la situación se revirtiera, pero es muy difícil. Es muy difícil si en verdad no hay una instancia reflexiva sobre lo que tiene que ser la nueva Televisión Nacional. Sin dudas, que así como está, no va a funcionar. A mí me importa mucho ese canal. Es importante que los chilenos tengamos un medio en el cual nos podamos expresar a través de él, lo más libremente posible. Si eso se da o no se da en TVN, es otro cuento, pero el canal está para eso, y fue concebido para eso. A mí me importa ese canal, y si pudiera trabajar ahí, trabajaría siempre ahí. Nosotros en el último tiempo nos estábamos comportando como cualquier canal de la competencia. Ese es un punto de vista, pero creo que no es lo que correspondía hacer. Hay problemas de protocolo, de estatutos, de financiamiento, la relación que tiene con el mundo político, etcétera, etcétera. Son todos temas que hay que analizar y repensar.

¿Eso lo hacía sentir incómodo en el canal en los últimos años?

Más que sentir incómodo, me hacía pensar cómo lograr impulsar esa instancia de reflexión y trabajo. TVN tiene un patrón que es el Estado de Chile, y es súper difícil definirlo. Quiénes son los que conducen TVN o sus patrones. ¿Es el Parlamento, o el gobierno, o ambas cosas? Y parece que son ambas cosas. Pero creo que en el Parlamento hoy hay una indolencia enorme con respecto a TVN, y también una ignorancia, y eso es porque TVN dejó de ser importante para ellos. Los políticos usaban TVN como plataforma de comunicación de sus campañas y eso ya no es necesario, lo hacen a través de internet. TVN ha dejado de ser un tema para ellos. Y las comunicaciones, en general, en los gobiernos democráticos, han sido algo que han ido dejando de lado, curiosamente. Así se perdió el diario La Época, La Nación. Se han perdido revistas. Tal vez, ya no estaban siendo negocio, pero hay algo más que los negocios en una sociedad. Las comunicaciones son fundamentales, sean o no negocio.

¿Cómo logró desprenderse del cariño que dice sentir por TVN al momento de preferir llegar a Mega?

Concretamente, en Televisión Nacional no hay más trabajo, porque se cerró su área dramática. Hoy está completamente cerrada. Hasta hace unas semanas aún había un equipo que podía haber asumido en la urgencia alguna producción dramática. Hoy ya exoneraron a los últimos camarógrafos, la última gente que estaba ahí. Yo ya no tenía nada más que hacer en TVN, no hay espacio para mí. No es que yo me pudiera haber quedado. Me podría haber quedado asumiendo otros roles, otros programas, pero para los actores se acabó el trato. Era evidente que había que emigrar. Pero como ciudadano, y ciudadano actor, sigo interesado y sigo involucrado. De hecho, estoy tratando de impulsar esa mesa de trabajo. Esa es una meta que me he propuesto. He estado en conversaciones con distintos personeros. Eso es un tema que tiene que ver con las comunicaciones del país, no con Mega, que es donde estoy trabajando. Me interesa impulsar las conversaciones para la reformulación de TVN.

Hace algunos años, los actores ganaban sueldos muy altos. ¿Cree que eso contribuyó a las crisis actual de las áreas dramáticas?

En lo absoluto que no. Los actores ganaron, o ganamos, sueldos millonarios, porque esos sueldos eran posibles pagarlos. Los canales ganaron muchísima plata por sobre nuestros sueldos. Estoy hablando de la época gloriosa. El edificio de TVN, por ejemplo, se construyó gracias a eso, entre otros factores. Es absurdo pensar en eso. Hoy los sueldos han bajado, las relaciones laborales ya no son las mismas, la situación de nosotros en los canales también es distinta. Ya no tenemos contratos por más de una producción. Antes se hacían contratos por hasta tres años, y todo va cambiando.

Desencanto

Usted siempre ha sido un actor muy vinculado a la política y participó de muchas instancias en los gobiernos de la Concertación. ¿Cómo evalúa este gobierno de Piñera?

Me parece que es un gobierno que no ha logrado proponer nada particularmente nuevo ni avanzar en ningún aspecto. En cultura, al contrario, hubo un momento en que casi retrocedimos. Por suerte que nos movilizamos y el gobierno entendió que no hay que echar mano ahí, porque además, es súper precario en términos económicos. El 0,45% del PIB es lo que está destinado a cultura y es una miseria para el desarrollo cultural de un país. Echarle mano era abusivo, pero lo entendieron a tiempo y recapacitaron.

La Concertación dejó de existir en 2013. Habiendo participado de ella, ¿por qué cree que fue un proyecto que terminó disolviéndose?

La gran revolución que se produjo con el golpe también fue una revolución cultural, y no solo política. Se impuso también ahí una cultura económica. Ha habido un progreso, sí, pero no por eso vamos a decir que este país en términos económicos está fantástico. Tenemos montones de desigualdades, una educación pésima, una salud muy precaria. Tenemos gente que no está contenta, porque no puede llegar a los niveles que el modelo le está ofreciendo que va a llegar. La Concertación lo que hizo fue administrar este modelo, no ha logrado proponer algo muy diferente. Por cierto que han existido programas sociales que los gobiernos de la Concertación han desarrollado, y que la derecha no desarrolla, porque no le interesa, pero no en la estructura y eso creo que es complicado. Y, por lo tanto, la gente se ha ido desencantando. Yo reclamo de los gobiernos de la Concertación eso, no haber sido fuerte en que esas no son las únicas reglas del juego. No haber puesto fuerza en otros aspectos que no sean meramente financieros.

¿Cómo cree que lo ha hecho la ex Nueva Mayoría como oposición?

Es lo mismo. La Nueva Mayoría es un pacto electoral. No veo en la Nueva Mayoría una oposición real. Económicamente, de nuevo, con la reforma tributaria, puede que esté siendo oposición, pero yo no la veo con un discurso de contenido que a mí me interese.

Y el Frente Amplio, ¿qué le parece como alternativa?

Nunca me ha parecido que haya un proyecto país nítido en el Frente Amplio. Ha sido más bien la aparición de un movimiento coyuntural. Ahora, hay personas dentro del Frente Amplio que admiro, como el alcalde de Valparaíso. Creo que es una persona centrada, no perdida en el poder aún, ni en la economía. Digo "aún" porque nunca se sabe. Es alguien a quien yo respeto, respeto su gestión, con todas las dificultades que es mover y gestionar Valparaíso. Es una ciudad bastante abandonada por el Estado mismo.

¿Hay algún nombre de la centroizquierda al que le vea opciones en las presidenciales?

No. Yo por lo menos no tengo ningún nombre en mi cabeza.

Recato

En otro tema, cuando el año pasado fueron denunciados públicamente de acoso y abuso sexual los directores Herval Abreu y Nicolás López, ¿cuál fue su reacción?

Preocupación y pena. Preocupación por muchos factores. Porque pudo pasar y por el uso mediático, en las redes, que se puede dar con esas situaciones. Y pena, porque en ningún caso uno pensó que estos compañeros podían estar vinculados a eso. Es muy fuerte cuando a alguien lo acusan de abusador públicamente sin una previa investigación o sin un previo juicio. Es súper difícil, porque la persona queda inmediatamente estigmatizada. Es culpable y ya hay que separarlo de la sociedad. Corresponde tomar inmediatamente ciertas precauciones, pero es súper doloroso.

¿Cree que esas denuncias cambiaron el mundo audiovisual y de los actores?

Sin duda que sí. Hay mucho más recato, mucho más cuidado, más respeto. Muchas bromas se siguen haciendo, pero se dan en un espacio real de confianza.

Herval Abreu habló en su momento de una "cacería de brujas". ¿Qué cree de ese concepto?

Se presta para todo. Es imposible no escuchar un testimonio. Si alguien denuncia seriamente, y no solo por las redes -ahí yo no lo pesco-, va a los tribunales. Eso es imposible no escucharlo, aunque tengas prejuicios, porque es lo que corresponde. En los canales hoy existen protocolos al respecto, se habla, se conversa. En todos los ámbitos laborales esto es un tema hoy, y me parece muy bueno, porque estamos culturalmente evolucionando. Pero tiene que haber responsabilidad frente a eso. Si alguien denuncia, debes atenderla, pero debes conducirla por donde corresponde, que son los tribunales. Si no haces ese recorrido se presta para la caza de brujas, y ahí debes tener doble ojo.

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