Anti-Patriotas

Llegada del Presidente al Palacio de la Moneda

No hay muchas alternativas. Con una oposición tan cerrada, dispersa y poco colaborativa, el Gobierno de Sebastián Piñera tiene un gran riesgo de devenir en intrascendente. A poco más de un año de las elecciones municipales y de gobernadores regionales, la estrategia de la oposición de cerrar con candado el Congreso puede terminar sepultando cualquier intento del Gobierno de impulsar sus proyectos emblemáticos, en los pocos meses de discusión real que quedan.


"Volver a la Patria, es resucitar" afirmó a fines de año pasado el Presidente Piñera al recibir a un grupo de chilenos que regresaba desde Venezuela. De cierta forma, lo mismo hace el Presidente al usar el patriotismo para convencer a la oposición que vote a favor de los proyectos de pensiones y de educación rechazados. Quiere resucitar sus proyectos, o por qué no mejor, resucitar el apoyo electoral que lo llevó nuevamente a La Moneda.

El Gobierno está en una situación incómoda. Si bien los niveles de aprobación no son tan malos  -- comparados con los de Michelle Bachelet a igual fecha de su segundo gobierno -- la verdad es que ha sido difícil gobernar y no ha podido imponer una narrativa clara que proyecte los objetivos y aspiraciones de este Gobierno. ¿Cuál es el sello? ¿Cuál es el legado?

Pero la oposición no lo hace mucho mejor. El tibio respaldo al Gobierno contrasta con una centroizquierda desdibujada, carente de liderazgos y con menor respaldo ciudadano, que navega por la política contingente con desvaríos permanentes y cuya coherencia programática es igual de consistente que una gelatina. Hace un mes, los demócrata cristianos eran una tropa de mercenarios y traidores, hoy son unos socios estratégicos alineados con un proyecto común.

Volver a la Patria, dice el Presidente, parece ser un llamado razonable para dividir a aquellos parlamentarios que están a favor de los chilenos y aquellos que están en contra. A favor, aquellos que votan proyectos de ley pensando en Chile y no en sus agendas ideológicas; en Contra, aquellos que anteponen el interés político de hacerle daño al Gobierno, por sobre la resolución de las urgencias sociales de las personas. A favor, aquellos que usan la política como un medio para mejorarle la vida a las personas; en contra, aquellos que la usan como un fin en si mismo y cuya existencia es por y para la política.

La traumática aprobación de la idea de legislar de la reforma tributaria, que incluyó una serie de concesiones a la oposición, terminó por quitarle fuerza a una reforma emblemática de este Gobierno. Lo peor de todo, es que luego de 8 meses de discusión, aún no hay certeza sobre su aprobación y menos, sobre los efectos que tendrá en la economía del país. ¿Querrá el Gobierno seguir con ese derrotero en otras reformas emblemáticas como la laboral o la previsional? ¿Querrá descremarlas hasta el punto de hacerlas poco efectivas para los objetivos inicialmente propuestos?

No hay muchas alternativas. Con una oposición tan cerrada, dispersa y poco colaborativa, el Gobierno de Sebastián Piñera tiene un gran riesgo de devenir en intrascendente. A poco más de un año de las elecciones municipales y de gobernadores regionales, la estrategia de la oposición de cerrar con candado el Congreso puede terminar sepultando cualquier intento del Gobierno de impulsar sus proyectos emblemáticos, en los pocos meses de discusión real que quedan.

Mejor opción parece ser el seguir el camino de la Ministra Marcela Cubillos, que no ha tenido complejos a la hora de enfrentar a la oposición y no ha cedido un centímetro a sus demandas. Ya sea ganando en el Congreso con Aula Segura o perdiendo con Admisión Justa, la Ministra Cubillos ha mostrado liderazgo y ha salido fortalecida de cualquier reyerta. Mal que mal, es esa agenda sin claudicaciones la que le ha permitido sostener una aprobación destacada respecto de otros Ministros de Educación, una visibilidad mediática en todo Chile y una expectativa política creciente en torno a la posibilidad de cambiarse nuevamente de Ministerio o iniciar una aventura senatorial o presidencial.

Volver a la Patria, es recordarle a los chilenos que un 55% eligió a Sebastián Piñera y que ellos mismos decidieron no darle mayoría en el Congreso, validando a los antipatriotas que se niegan a legislar y a implementar reformas que van en beneficio de todos los chilenos. Volver a la Patria es liberarse de la dictadura de los consensos entre derecha e izquierda, donde siempre gana la izquierda y perdemos todos los chilenos. Volver a la Patria es dedicarse a gobernar con las herramientas del Estado y alejarse del Congreso, comenzando a construir una narrativa que permita no sólo volver a reelegirse sino que permita al futuro Gobierno alcanzar una mayoría parlamentaria que lo habilite para cumplir su programa de Gobierno.

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