Canciller se busca

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El canciller Roberto Ampuero.

Durante casi 36 horas, el Canciller de Chile estuvo perdido. Física y conceptualmente, el Ministro Ampuero estuvo desaparecido de la esfera pública sin entregar explicaciones ante la decisión de restarse a última hora de la firma del Pacto Global por una Migración Segura, Ordenada y Regular de Naciones Unidas. Parlamentarios, expertos en derecho internacional y diversos ex Cancilleres cuestionaron tanto el contenido de la decisión, como la peculiar forma de adoptarla y comunicarla. El Subsecretario del Interior pareció pesar más que el Ministro de Relaciones Exteriores. La improvisación más que la planificación. Al cabo de un día de discusión todos se preguntaban: ¿y dónde está el Canciller?

El contenido de la decisión amerita una mejor explicación que la que se ha dado hasta ahora. Pensar que hay 165 países equivocados y solo 13 en lo cierto, resulta difícil de aceptar. Cuesta creer que los juristas alemanes, canadienses o franceses; que la Cancillería española, inglesa o japonesa; que May, Merkel, Macri o Sánchez, entre centenas de países, políticos y expertos, estén todos equivocados y no hayan advertido a sus respectivos países acerca del supuesto riesgo jurídico que nuestro gobierno aprecia en esta declaración.

La comunidad internacional necesita ir consensuando criterios y procedimientos para enfrentar el tema de las migraciones. Bajo ningún aspecto se puede entender que la soberanía de los Estados es puesta en cuestionamiento con este Pacto; al contrario, esta es explícitamente reconocida. Pero aquella soberanía para determinar las leyes migratorias internas debe reconocer que detrás de cada flujo migratorio existen personas, familias, niños y niñas, cuya dignidad e integridad debe protegerse.

Al negarse Chile a suscribir este acuerdo, se pone voluntariamente junto a aquellos pocos países, como los Estados Unidos de Trump, Hungría de Orbán o Brasil de Bolsonaro, donde se hace política interna a partir del discurso antiinmigración, y en algunos casos, derechamente la xenofobia. Y lo que es peor: surge la fundada sospecha, reconocida hasta por analistas de derecha, de que el gobierno habría tomado la decisión para retomar la extraviada agenda política interna, acogiendo el llamado que desde la extrema derecha se le formulaba.

Pero este no es el primer traspié del Ministro Ampuero. Hace dos meses Chile se restaba, también a última hora, de suscribir el Acuerdo de Escazú. Chile había sido promotor y protagonista de dicho acuerdo en materia ambiental, pero aparentemente, una lectura de última hora en La Moneda hizo que se desistiera de firmar.

¿Es que acaso nadie alerta de estos temas en Cancillería? Si las dudas son tan apremiantes para nuestro país, ¿por qué pasan los meses sin que nadie lo advierta? En el caso de Marrakech, el propio Presidente Piñera había declarado ante la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre pasado, que la política migratoria que su gobierno impulsaba en Chile se ajustaba a los estándares del Pacto Migratorio de la ONU. ¿A quién creerle? ¿Al funcionario de Relaciones Exteriores que redactó ese párrafo en septiembre? ¿O al funcionario de Interior que alertó del tema en diciembre? ¿Dónde está el Canciller?

Las capacidades diplomáticas del Ministro Ampuero para ejercer el cargo eran una incógnita cuando asumió. El secundario rol que cumplió en la fase final del juicio de Bolivia en La Haya ratificaron aun más las dudas.

Desde entonces, ya son dos los bochornos mayores (Escazú y Marrakech), más otros episodios menores que hacen pensar en un necesario refuerzo. Desde las accidentadas giras internacionales del Presidente Piñera, donde finalmente no se reúne con quienes se anuncia que se va a reunir, hasta la demora en nombrar embajadores en plazas relevantes. El pasado fin de semana, un trascendido desde la misma Cancillería manifestaba la molestia que existiría con el asesor internacional del Presidente, que al parecer se inmiscuye más de la cuenta sin que el Canciller ponga orden.

En definitiva, el país sigue sin conocer en detalle cuál es la política exterior que el gobierno impulsará en el escenario post La Haya, que tanto tiempo y esfuerzo demandó. Y no la conocemos, porque el Canciller lamentablemente sigue ausente, mientras desde La Moneda se le enmienda la plana.

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