Francisco Vidal: "Como oposición estamos haciendo el ridículo"

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El exministro comenta sin filtro el escenario que enfrentan las fuerzas opositoras. Asegura también que su dupla televisiva y adversario político, Joaquín Lavín, "viene de vuelta de lo que fue: el gallo de pelea de la UDI para defender a Pinochet" y "hoy día está en las filas de la derecha civilizada".


Hace rato que el ex ministro Francisco Vidal (PPD) ha desplegado su estilo frontal y no es noticia que le pegue a la derecha. Pero hoy es su propio sector, la oposición a Piñera, la que cae en sus fauces: "A casi un año de que la derecha ganó La Moneda, como oposición, a pesar de algunos esfuerzos, yo creo que estamos haciendo el ridículo. El ridículo frente a millones de chilenos que votan por nosotros y, espero, aún confíen en nosotros. ¿Por qué? Porque no es posible que en la correlación de fuerzas políticas que hay en Chile haya dos derechas y ocho oposiciones de centroizquierda".

-¿Cuáles ocho?

PPD, DC, PR, PS, PC, PRO, Fuerza Regionalista Verde Social y Frente Amplio. Dentro de ese universo, durante los últimos meses se han abierto dos foquitos de esperanza: la Convergencia Progresista -que fue una iniciativa del PPD y que recogió la satisfacción del PS y el PR- y la coordinación entre comunistas, progresistas y regionalistas. ¿Por qué defraudamos como oposición? Porque la gente espera una oposición unida en torno a contenidos y el gobierno, en su estrategia, coloca la pelota dando bote para nosotros, con sus a lo menos cuatro reformas estructurales: la tributaria, la previsional, en educación y la laboral que va a entrar pronto. Entonces, si queremos dejar de hacer el ridículo tenemos que buscar acuerdo, unidad. Ya hay algunas luces. Hay un acuerdo firmado de toda la oposición para dialogar con el gobierno en materia de reforma tributaria, y si el gobierno no entiende ese acuerdo, bueno, vamos a rechazar la idea de legislar. Así de simple.

-¿Qué es lo que ha fallado para que se dé este escenario de dispersión?

Decisión política y confusión. Tenemos que entender, en las convergencias, que los tiempos de la DC son más largos. Nadie de las convergencias quiere llegar a un acuerdo programático y político electoral para el próximo año excluyendo a la DC y al Frente Amplio. Pero, por lo menos, avancemos en lo que estamos de acuerdo. Yo espero que el Partido Radical y (su presidente) Carlos Maldonado, avancen en esa dirección, porque si nosotros seis (Convergencia Progresista, PC, PRO y regionalistas) nos ponemos de acuerdo en enfrentar las contrareformas del gobierno, va a ser más fácil dialogar con la DC y el FA en esa misma dirección.

-¿Qué análisis hace de las votaciones de la DC y el PR, que algunos acusan han provocado el escenario de división en la oposición?

Hay que entender lo que pasa con estas votaciones. Las votaciones en colaboración con el gobierno no son ni de la DC y ni del PR, son parlamentarios de sus bancadas, no todos. Entonces, en vez de criticar al voleo a los partidos como tal, démosle tiempo para que esos partidos se ordenen, sus direcciones con sus bancadas parlamentarias. El 2019 es el año de la unidad en torno a contenidos, y el 2020 el año de la unidad en torno a contenidos y acuerdos electorales. Las ocho oposiciones aún no se dan cuenta -lo dicen pero no tienen conciencia- de que si no hay una unidad total de las ocho oposiciones, la derecha va a triunfar en los gobiernos regionales y en los comunales. Y si eso se produce, la elección presidencial del 2021 ya está definida: gana la derecha cuatro años más en La Moneda.

-Algunos han acusado de "infantilismo" al Frente Amplio por su amenaza de salirse del pacto para administrar la Cámara de Diputados¿Comparte esa crítica?

Yo separo. Creo que el acuerdo hay que cumplirlo sin duda alguna, pero me parece interesante la propuesta del Frente Amplio: cumplamos el acuerdo, una vez cumplido, mejoremos el acuerdo, demos un salto cualitativo, entendiendo que el "acuerdo segundo" implica una coordinación de la oposición en la Cámara, como está ocurriendo en el Senado, para enfrentar las contrarreformas del gobierno y lanzar iniciativas progresistas, como la Ley Machuca.

-Usted habla de diálogo. En ese sentido, ¿qué le parece que Fuad Chahin acuse al FA de actuar con totalitarismo? ¿Se ha ido exacerbando el lenguaje?

Ese tipo de frases al final va a tener un problema. Me imagino que Fuad Chahin -y con todo derecho- quiere reelegir a todos sus alcaldes y alcaldesas. Para eso va a requerir los votos comunistas y los nuestros. Para que cualquier alcalde demócrata cristiano, salvo excepcionalidades, vuelva a ser alcalde o alcaldesa, va a requerir los votos, en esa comuna, del conjunto de la oposición. Así de siempre. En consecuencia, si yo exacerbo la crítica a mis socios del futuro, lo que estoy colocando en riesgo es precisamente esos candidatos demócratas cristianos, o socialistas, o PPD o frenteamplistas. ¿O tú crees que Jorge Sharp (Valparaíso), si se presenta a la reelección frente a un solo candidato de la derecha, si no estamos todos detrás de él, se reelige? En el caso de Daniel Jadue, si todos no estamos detrás de Jadue, incluyendo a los demócratas cristianos, gana la derecha en Recoleta, y así sucesivamente en cada una de las comunas.

-En su mirada de historiador, José Antonio Kast, quien tempranamente apoyó a Jair Bolsonaro en Brasil, ¿tiene chance de llegar a La Moneda?

La única posibilidad de que un Bolsonaro chileno, en este caso José Antonio Kast, llegue (a la Presidencia), requiere dos condiciones. Uno, que participe en la primaria de la derecha, porque el mundo que rodea y apoya a Kast y es minoritario y la forma de que tenga competitividad es que gane la primaria, porque una parte importante de la base electoral de la derecha va tener que votar por él y eso lo haría competitivo a cualquiera de los nuestros. La segunda condición para que eso se desarrolle es que fracasemos como oposición en no lograr una unidad con contenido programático y acuerdo electoral. Si las dos cosas se suman, Kast puede ser Presidente de Chile. Todo indica, además, de acuerdo a las encuestas que conocemos, que los dos candidatos naturales de la derecha en una primaria son Joaquín Lavín y José Antonio Kast.

-Usted conoce a Lavín, incluso participan en un matinal juntos. El alcalde es la figura mejor evaluada de la derecha en las encuestas. ¿Qué tiene Lavín que al parecer siempre logra reinventarse?

Yo creo que el talento político que tiene Lavín es que le habla a la mayoría de los ciudadanos, que no están politizados. Entonces habla desde el sentido común, y como es alcalde de un municipio que podría ser Holanda desde el punto de vista de sus ingresos, también hace cosas. Lo otro muy importante es que yo creo que Lavín viene de vuelta de lo que alguna vez fue: el gallo de pelea de la UDI para defender el legado de Pinochet. La gente se olvida que Lavín perdió una elección el año 89, la primera en que se presentó, y su consigna era "el gallo de pelea", y su contenido era la defensa de Pinochet. Por eso es que es un adversario para nosotros competitivo, porque le habla al sentido común. Dejó, por así decirlo, a la derecha cavernaria y hoy día está en las filas de la derecha civilizada.

-Como ex jefe de gabinete, ¿cómo observó a Andrés Chadwick en el caso Catrillanca y qué piensa de las peticiones transversales para que el ministro del Interior renuncie?

Yo creo que el principal problema de Chadwick no es de Chadwick, es que una institución fundamental de la República (Carabineros) le mintió. Y esa situación la hemos vivido todos.

-¿A usted también le mintieron?

El año 2008 yo era vocero de Bachelet 1 y asesinaron a (Matías) Catrileo. Si tú revisas mi versión en los patios de La Moneda, era la que me dio Carabineros. Cinco años después esa declaración era falsa. A Catrileo lo asesinaron, no fue un enfrentamiento. Yo entiendo el cargo, fui casi un año ministro del Interior, pero me parece que no se evalúa el contexto. El problema de Chadwick es que recibió una información, sucesivas informaciones mentirosas, y eso lo colocó frente a los otros y frente a la opinión pública en una situación de debilidad objetiva. Pero yo creo que si uno analiza con más racionalidad, menos emocionalidad, entiende que el problema está no en Chadwick, sino en la institución que le mintió.

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