Jueces Supremos

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n un país poco dado a los reconocimientos en vida, creo justo relevar la figura de estos dos jueces que han sido además inspiradores para otro gran número de jueces, fiscales y abogados en general.


El 22 de junio el ministro Carlos Cerda cumplió 75 años. 4 días después, Milton Juica también los cumplió. Ello explica porque en estos días ambos ministros de dilatada y reconocida carrera en el Poder Judicial han dejado sus cargos.

Carlos Cerda es abogado de la Universidad Católica. Ingresó al Poder Judicial en el año 1965. Estudioso como pocos, tiene entre sus grados académicos un Doctorado en Derecho en Lovaina y uno en Filosofía en Paris. Su trayectoria quedó marcada a fuego con el llamado "Caso de los Trece" el que le fuera asignado tras ser designado Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago. El Caso se trataba de detenidos desaparecidos que fueron secuestrados a fines del año 1976 y que afectaban a 13 miembros de la cúpula del Partido Comunista. El caso había pasado previamente por otros dos ministros que a la usanza de la época poco y nada investigaron, conformándose con las explicaciones oficiales de que las personas consultadas habían salido del país.  Un trabajo Acucioso del ministro Cerda demostró que los certificados de salida del país eran falsos y en agosto de 1986 sometió a proceso a 40 implicados, la mayor parte efectivos de la Fuerza Aérea incluyendo en ese procesamiento al General Leigh. Recuerdo estos procesamientos que ocurrían mientras yo estaba en mis últimos años de colegio y la admiración que me provocaba la valentía de estos jueces que en plena dictadura aplicaban sin temor la ley. Por supuesto, esta decisión fue prontamente dejada sin efecto por sus superiores que aplicaban la ley de amnistía aún antes de comenzar a investigar. Lo sorpresivo sería que Cerda se negara a dictar el cúmplase de dicha resolución por estimar que ello sería contrario a derecho. Este episodio le costó al ministro Cerda la suspensión de su cargo y luego ser calificado en lista 4 de expulsión. Una solicitud de reconsideración le dio una nueva oportunidad a Cerda y la expulsión fue dejada sin efecto. Las consecuencias de esta desobediencia siguieron durante muchos años. A pesar de ser uno de los miembros más brillantes del Poder Judicial su ascenso a la Corte Suprema fue permanentemente vetado y sólo en el año 2014 ese merecido ascenso se concretó. En la Corte Suprema integró la sala Constitucional donde se dictaron importantes fallos con su sello, como el que le otorgó el cuidado personal de su hijo a un padre y su pareja del mismo sexo, o el que impidió el reemplazo de trabajadores en huelga.

Milton Juica es abogado de la Universidad de Chile. Ingresó al Poder judicial en el año 1968. Después de desempeñarse como juez en diversos lugares fue nombrado Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago. Al igual que Cerda su carrera estuvo marcada por un caso de Derechos Humanos, "el Caso Degollados". El salvaje crimen de Parada, Guerrero y Nattino fue primero investigado decididamente por otro emblemático Juez: José Cánovas Robles. La investigación y los procesamientos que dictó Cánovas provocaron la destitución del Director de Carabineros de la época, César Mendoza. Sin embrago, a pesar de que éste no era un crimen cubierto por la Ley de Amnistía, la Corte Suprema de la época se las arregló para dejar sin efecto los procesamientos. Cánovas debió sobreseer la causa y un par de años después jubiló. Por ese motivo en el año 1989 la investigación pasó a dirigirla Milton Juica. Su decidida investigación llevó a procesar y acusar a 18 personas. A tres de ellas las condenó a presidio perpetuo. La Corte posteriormente confirmó la acuciosa sentencia de Juica, aumentando a 5 los presidios perpetuos por el horrible asesinato múltiple. También le correspondió investigar y pudo esclarecer el caso de la Operación Albania sobre la matanza de 12 personas ocurrida el 15 de junio de 1987 en la capital santiaguina, caso que debió dejar al ascender a la Corte Suprema y que fuera concluido también con excelencia por el Ministro Hugo Dolmetsch. El Ministro Juica llegó a la Corte Suprema en el año 2001 y le correspondió ser su presidente entre los años 2010 y 2012. Asimismo, y hasta su retiró oficiaba como vocero del máximo tribunal. Fue miembro destacado de la Sala Penal donde se asentó la doctrina de la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad. En los últimos años, rescato especialmente los votos de minoría que sostuvo en el recurso de queja interpuesto por la Fiscalía tras el sobreseimiento del Senador Patricio Walker en que hizo un fundado voto acerca de la gravedad de los hechos de corrupción y como el temprano sobreseimiento significaba en definitiva impunidad. También el voto disidente en el fallo que rebajó la condena en el Caso de Nabila Riffo en que justificó que la figura penal a aplicar en el caso era la de un femicidio frustrado. Además, en su rol de Presidente y vocero de la Corte Suprema fue particularmente defensor de la autonomía del Poder Judicial, principio fundamental de toda sociedad democrática moderna, que exige que al momento de conocer un caso, nadie sea más ni nadie sea menos a los ojos ciegos de la justicia.

En un país poco dado a los reconocimientos en vida, creo justo relevar la figura de estos dos jueces que han sido además inspiradores para otro gran número de jueces, fiscales y abogados en general. Un apreciado Juez de Garantía me dijo una vez que consideraba que el Ministro Cerda había sido el primer Juez de Garantía que había existido en nuestro país, mucho años antes que el cargo existiera en la Ley. Yo le respondí, que las dificultades que hoy día teníamos para investigar siendo fiscales, eran nada al compararlas con las dificultades que Juica o Cerda tuvieron cuando investigaron causas de derechos humanos.

La independencia y autonomía del poder judicial, la acuciosidad y preparación para efectuar investigaciones penales, la valentía para llevarlas a cabo, son todos sellos que marcaron las dilatadas trayectorias de Juica y Cerda. Su presencia iluminó años oscuros de la judicatura e inspiró a muchos a seguir sus pasos. Parafraseando a Couture, fueron jueces que "tuvieron el fuego en las manos y no se quemaron, tuvieron la tentación en el pecho y no sucumbieron, fueron sobrios frente a la concupiscencia y humildes ante la sensualidad del poder". Fueron, en definitiva, Jueces supremos.

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