La carta a Lula
La conclusión más penosa de la misiva en cuestión, es la poca adhesión a la probidad como principio que demuestran los firmantes de la carta. Si el acusado es de las filas contrarias, denunciamos el hecho y pedimos las máximas sanciones y que las instituciones funcionen. Si el acusado es nuestro aliado, entonces la investigación es una persecución, el fiscal un títere, las pruebas inexistentes y el estado de derecho una pantomima.
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