La derecha se corrió a la derecha

Imagen SEBASTIAN PINERA 1820

En la conmemoración de este 11, la derecha desanda lo avanzado en años pasados. Para la celebración de los 40 años la derecha sencillamente no logró articular defensa alguna. El látigo de los cómplices pasivos con que el Presidente Piñera castigó a su propio sector no fue rebatido.


Algo ocurrió en la derecha entre la conmemoración de los 40 años del golpe militar en 2013, y la conmemoración de los 45 años en 2018. En 2013, el Presidente Piñera hablaba de los "cómplices pasivos". Su actual Ministro de Justicia y entonces senador, Hernán Larraín, pidió perdón por su omisión en materia de derechos humanos durante la dictadura. Pero en este 2018 el tono es distinto. Se reivindica el golpe. Se aplaude el bombardeo. Se justifican los crímenes. Se contextualiza el horror. Como que de pronto, la derecha se corrió más a la derecha.

¿Qué ocurrió entre 2013 y 2018?

No es un fenómeno aislado que en los últimos 5 años hayan surgido en la derecha movimientos cada vez más derechistas. En Estados Unidos, el Tea Party surge a la derecha de George W. Bush, y Donald Trump, a su vez, a la derecha del Tea Party. En Francia, en Austria, en Suecia, en Italia, entre otros países europeos, se ve una tendencia de crecimiento de sectores de extrema derecha que se oponen al discurso de la derecha liberal. La inmigración o la integración europea son parte de sus demonios, que buscan inflamar con el discurso nacionalista. Al igual que puede ocurrir en la izquierda, el escepticismo y el descrédito de la clase política tradicional termina alejando al votante moderado de las urnas y alentando a los más radicales.

En la conmemoración de este 11, la derecha desanda lo avanzado en años pasados. Para la celebración de los 40 años la derecha sencillamente no logró articular defensa alguna. El látigo de los cómplices pasivos con que el Presidente Piñera castigó a su propio sector no fue rebatido. Al menos públicamente, solo hubo algunas quejas, pero nadie lo refutó. Muchos pensaron que la derecha chilena, por fin, dejaba de justificar lo injustificable.

Pero ¿fue sincero ese silencio?

Poco a poco resurgieron las voces revisionistas. En la UDI, la voz abierta y plural todavía es minoría frente a la derecha dura. Renovación Nacional, otrora cuna de la derecha liberal chilena, está hoy convertida en la bancada más conservadora del hemiciclo, con un grupo de diputados pinochetistas y religiosos que es lo más parecido al Tea Party por estos lares. Y las pocas voces que intenta levantar Evópoli, son rápidamente criticadas por la UDI y RN.

A ello se suma la influencia de José Antonio Kast. El 8% que obtuvo en la primera vuelta presidencial lo transforman en un actor decisivo a la hora de agrupar el extremo. 8% fue poco para ganarle a Piñera, pero es un muy buen piso para comenzar a pensar en la primera vuelta de 2021. Y es también un buen piso como para que lo sigan varios futuros candidatos al parlamento que, con el nuevo sistema proporcional, no necesitarán mucho más que eso para ser elegidos dentro de su lista.

Para rematar, el incidente del ex Ministro Mauricio Rojas terminó por opacar cualquier intento de apertura en el gobierno hacia el tema de nuestra historia reciente. La mofa cruel, injusta y equivocada que hizo el ex Ministro respecto del Museo de la Memoria, polarizó las posiciones de todos, pero especialmente las de la derecha.

Y se retrocedió en el esfuerzo por aunar miradas y compartir valores. El propio Presidente Piñera, el mismo que votó que NO en 1980, el que denunció a los cómplices pasivos hace 5 años, terminó defendiendo el triste Museo del Empate y recordando el 11 de septiembre solo, sin siquiera sus propios partidos, encerrado en La Moneda.

Es de esperar que pasen las pasiones de estas semanas y que la condena a las violaciones de los derechos humanos y los principios democráticos, puedan ser valores absolutos, compartidos por todos.

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