Víctimas silenciosas: Las trágicas historias detrás de los tres femicidios que abren el 2019

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La policía realiza pesquisas en Puerto Montt, en el caso del femicidio en el que fue víctima María Barría.

Son tres mujeres cuyos casos muestran puntos comunes: sufrieron años de maltrato físico y psicológico e intentaron denunciar los episodios de violencia, pero no fueron escuchadas.


Apenas ha transcurrido poco más de una semana de 2019 y la trágica estadística de femicidios en Chile muestra tres nuevos casos. En todos ellos hay puntos comunes que apuntan, una vez más, a las razones detrás de la repetición de estos hechos: las víctimas fueron objeto de violencia intrafamiliar durante años, y pese a sus denuncias no fueron escuchadas.

A continuación, los detalles que se conocen de estos hechos y el estado de las investigaciones en cada caso.

Denuncias que cayeron en oídos sordos

María Barría (56) fue la primera víctima de femicidio de este año. Llevaba años intentando salir de esa relación que tanto la dañaba. Se había casado hace más de 20 años con José Rivera (61). Tuvieron tres hijos y vivían en Lomas de Cardonal, en Puerto Montt.

María acudió en reiteradas ocasiones, entre los años 2013 y 2017, al Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (Sernameg). Allí presentó constantes denuncias sobre los malos tratos que recibía por parte de su marido. Sin embargo, a pesar de sus intentos, todas las atenciones se desestimaron debido a la falta de consentimiento de ella para seguir adelante con las acusaciones.

"Esas atenciones jamás derivaron en una denuncia. Nosotros, como fiscalía, en los últimos diez años, lamentablemente no recibimos ninguna denuncia de ella o de alguna institución que deriva. Eso pone en evidencia la violencia silenciosa que sufría la víctima", explica la fiscal Nathalie Yonsson, quien lleva la investigación del caso.

La persecutora insistió a La Tercera que los asesoramientos y apoyos que la víctima habría solicitado jamás derivaron en denuncias ante las entidades correspondientes, como el Tribunal de Familia o el Ministerio Público. La situación hoy es materia de investigación.

La fiscal Yonsson revela que la información que recibieron del Sernameg es escasa y no entra en detalle sobre los asesoramientos que  brindaron a María cuando solicitó ayuda. "Entiendo que ella concurrió voluntariamente a pedir ayuda y asesoramiento, siendo la excepción en los casos de violencia intrafamiliar", señala. "Hay que tener claro que en los actos de violencia intrafamiliar, cualquier persona puede denunciar".

De acuerdo a los datos de la investigación, tras de celebración de Año Nuevo, Rivera habría decidido quitarle la vida a su esposa. Luego se suicidó,  sin dejar cartas o algún documento. El hombre fue encontrado en la vía pública horas antes de que el cuerpo de María fuera hallado por su hija, dentro de su hogar, con lesiones en el cráneo y heridas cortopunzantes. La fiscalía estaba hoy en la espera de los peritajes forenses para aclarar definitivamente el caso.

Celopatía

Mario Valenzuela (53) es considerado como el principal sospechoso del segundo femicidio registrado este año. La víctima fue su esposa, Sandra Pozo (49), con quien llevaba más de 30 años de matrimonio.

En el comienzo de la relación, ella no contaba con un trabajo fuera de su hogar. Sin embargo, un día decidió conseguir un empleo e independizarse económicamente, para ayudar con los gastos. La decisión fue resistida por su marido, quien según peritajes de la PDI presentaba acusados rasgos de celopatía obsesiva y enfermiza.

Sandra consiguió trabajo como mucama en el Hotel Andino de Rancagua. Allí su esposo solía dejarla e iba a buscarla al término de la jornada de labores. Valenzuela también la agredía cuando se encontraban en casa, impulsado por sus celos. Ambos tenían tres hijos de aproximadamente 30, 21 y 16 años. Si bien ella nunca interpuso una demanda contra su agresor, su hija mayor lo hizo en una oportunidad, debido a que una vez el hombre las agredió a ambas.

Juan Reyes, comisario de la Brigada de Homicidios de la PDI, explica que Sandra nunca denunció a su marido debido al temor. "Más que miedo de que él la matara, ella tenía miedo por la integridad de él. Siempre la amenazaba con que se iba a matar", describe.

El día miércoles 2 de enero, Mario Valenzuela concurrió a la Primera Comisaría de Rancagua a realizar una denuncia. Había atacado a su esposa con dos armas blancas y le propinó 14 heridas cortopunzantes. "Luego de verificar los hechos, inmediatamente fue detenido", dijo el comisario Reyes.

La PDI encontró una carta en su domicilio ubicado en la villa Bosques de San Francisco en la comuna de Rancagua, en la que el imputado argumentaba que había actuado por supuestas infidelidades.

Cartas del autor

Laura Gálvez, de nacionalidad argentina contaba con la residencia definitiva en Chile. Tenía 48 años y tres hijos con su anterior pareja. Hace mucho tiempo había decidido que Chile sería el lugar donde formaría una familia y lograría ser feliz. Sin embargo, sus sueños se quebraron.

La mujer llevaba cinco años de relación con su conviviente, identificado con las iniciales V. E. A. M. (61) -su identidad fue mantenida bajo reserva por los investigadores-. Eran las 18.00 del viernes 4 de enero cuando en el hogar que compartían, ubicado en Villa Primavera de Los Andes, se registró una situación de violencia intrafamiliar. Al pasar las horas y al no poder comunicarse con Laura, sus familiares decidieron poner una denuncia por presunta desgracias. "En ese intertanto, la Policía de Investigaciones tomó conocimiento del hecho", precisa Gino Gutiérrez, jefe de la Brigada de Homicidios de Valparaíso.

Los detectives decidieron entrar a la casa. Al ingresar hallaron el cuerpo de la mujer, que mostraba lesiones importantes en la zona frontal de su cabeza. "La mecánica de los hechos nos indica que esto habría ocurrido en el segundo piso y la víctima fue lanzada, cayendo y golpeándose por las escaleras", precisan los investigadores.

El homicida, de nacionalidad chilena, también decidió quitarse la vida luego de cometer el crimen. Su cadáver  fue encontrado en el primer piso de la casa, junto a una serie de cartas en las que reconoce la autoría de los hechos.

El conviviente, según muestran datos de la indagación, había agredido antes a su víctima. "Existían procesos que se habían presentado en fiscalía. Había una denuncia por violencia intrafamiliar y la persona había sido detenida. El caso lo estaba viendo la fiscalía de Los Andes", explica Gutiérrez.

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