Lucas Sierra y el acuerdo: "Se purga inequívocamente el pecado original de 1980"

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26.07.2019 Lucas Sierra I., investigador del CEP, Áreas: derecho constitucional e instituciones políticas. Seccion Pulso. FOTO: Richard Ulloa / La Tercera.

"Después de tantos días de violencia muda y dispersión, vi poder en democracia. Reapareció el Estado", dice el abogado, exmiembro del Consejo de Observadores Ciudadanos del proceso constituyente de Michelle Bachelet.


Abogado, investigador senior del Centro de Estudios Públicos y exmiembro del Consejo de Observadores Ciudadanos del proceso constituyente de Michelle Bachelet, Lucas Sierra desmenuza los principales hitos del "Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución".

Reacio a las asambleas constituyentes, Sierra afirma -como uno de sus puntos positivos- que se establecieron mecanismos que evitaron que se concretara una "integración corporativa, de la llamada sociedad civil, sería fatal: pura política de intereses específicos, corporativista. Fascista, en otras palabras". Como punto negativo, dice, está el que quedaran fuera algunas fuerzas políticas.

El 4 de noviembre dijo que estábamos afiebrados de una "hipérbole constitucional". Con el acuerdo de ayer, ¿se salió bien de esa fiebre?

Creo que sí. La democracia representativa, la política institucional -la única que vale, a la larga-, por fin reapareció y fijó un camino razonable. En ese momento se hablaba de plebiscitos ahora en diciembre y de la Constitución como la respuesta a las múltiples demandas de las manifestaciones. Había mucha confusión y precipitación. Creo (o quiero creer) que se empieza a instalar la idea -correcta- de que la Constitución son las reglas básicas del juego democrático y no la encarnación de la "agenda social". Esta es fundamentalmente materia de ley. Y el acuerdo fijó un camino de dos años. La fiebre parece haber bajado. Espero se mantenga así.

¿Cuáles son los puntos que más valora del acuerdo?

Por lo pronto, el que la política representativa, el Congreso, que obtuvo casi 8,5 millones de votos hace menos de dos años, se hiciera cargo del problema mediante un acuerdo. Que haya hecho lo que le correspondía hacer. También su amplitud que, si bien no es total, es grande. Y el hecho de que se adopte un quórum alto. A mí no me gusta el quórum supramayoritario para las leyes, eliminaría las Leyes Orgánicas Constitucionales, pero para la Constitución es necesario, en consideración a la minoría. Los tiempos son prudentes. Cinco meses para explicar las opciones, seis para las candidaturas y sus programas constitucionales y un año como máximo para la redacción. Hay que trabajar harto, pero suena factible.

¿Y cuáles los puntos negativos?

La marginación de algunas fuerzas políticas. Veremos con el tiempo lo que eso significa en la práctica. Hubiera incorporado como tercera opción el Congreso Constituyente, y no me gustan los nombres de los órganos propuestos, son confusos. Se debieran usar los de siempre: Convención (la mixta) y Asamblea. Su significado es más preciso y conocido, y permite comparar más fácilmente con nuestra propia historia y con experiencias internacionales. Sobre lo demás del contenido, habrá que ir viendo porque, como es comprensible, mucho queda a la regulación del grupo técnico que se nombrará para ir materializando el acuerdo. Dicho todo esto, tengo presente ese sabio dicho: lo mejor es enemigo de lo bueno.

¿Está por una nueva Constitución? Ha dicho que no está a favor de la asamblea constituyente, ¿le convence la opción mixta que se someterá a plebiscito?

Vengo trabajando y discutiendo reformas constitucionales hace muchos años. Son necesarias. Si una nueva Constitución hará que dejemos de estar todo el tiempo obsesionados con la Constitución, para preocuparnos de la ley, que es la forma en que cotidianamente se materializa la democracia, y del resto del sistema jurídico; bienvenida sea. Purgar inequívocamente el pecado original de 1980. Mientras los partidos tengan un papel protagónico y las minorías estén consideradas, las opciones son factibles.

Como está dibujada hoy la opción de asamblea constituyente, ¿es una opción viable?

Yo miro con escepticismo la AC porque implica una renuncia del Congreso, desde el inicio. Por lo mismo, la experiencia latinoamericana muestra que de ellas salen congresos débiles y poderes ejecutivos, unipersonales (de caudillos, muchas veces), reforzados. Y con una interminable lista de derechos que, a la larga, entregan más poder a los jueces que al juego de las mayorías. Además de frustración, porque los jueces no están capacitados ni legitimados para redistribuir. Todo eso hay que evitarlo en caso de que tengamos AC. El papel de los partidos en esto es fundamental. Agregaría que la eventual selección de sus miembros mediante el sistema electoral para el Congreso es una buena noticia. La alternativa de una integración corporativa, de la llamada sociedad civil, sería fatal: pura política de intereses específicos, corporativista. Fascista, en otras palabras. Eso se evitó, por suerte.

El quórum de 2/3, debatido largamente ayer, ¿asegura una Constitución consensuada o podría provocar que el debate se alargue mucho tiempo?

Como he dicho, es bueno un quórum grande para la Constitución, pero, como todo, tiene riesgos, como el que usted señala. Sin embargo, el mismo quórum funciona para todos y para todas las propuestas. Ojalá que el efecto de esto sea acordar, es decir, transar. Y no la parálisis.

¿Qué punto que no tiene la actual Constitución debería tener la nueva? ¿Una nueva forma de gobierno?

A mí me gustaría avanzar hacia un polo parlamentarista, con una forma semi-presidencial a la francesa, aprendiendo de sus éxitos y errores. Asimismo, creo que una nueva Constitución no debería tener leyes con un quórum más grande que la mayoría absoluta. Y eliminaría la competencia preventiva de fondo del TC. Es decir, que nunca más pudiera ocurrir algo como lo que pasó con la ley de aborto. Me gustaría una constitución más mínima que la actual, dejando a la ley, a la mayoría, muchas más cosas. No a los jueces. Sospecho que es más factible que esto surja de una Convención que de una Asamblea. Ya veremos.

¿Cree que este acuerdo aportará a la revaloración ciudadana que tiene la ciudadanía de nuestro Congreso?

Así espero. Hannah Arendt dice que hay una contraposición entre el poder y la violencia. Después de tantos días de violencia muda y dispersión, vi en el acuerdo poder en democracia. Reapareció el Estado.

En términos políticos, ¿qué tono tendrá la elección municipal y de gobernadores del próximo año al coincidir con la elección de delegados?

La Constitución y las municipalidades están en las antípodas: máxima abstracción y máxima concretización. Pero es positivo que se aprovechen actos electorales que estaban previstos. Y la mezcla puede generar una revitalización de una política más ideológica, con ideas y proyección al futuro. Eso hace falta. Lo que sí, tendremos muchos eventos electorales en un año: plebiscito de entrada, primarias para alcaldes y gobernadores, elecciones de éstos más la de los constituyentes. Hay que preocuparse ahora mismo del SERVEL.

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