Noruega, modelos e impuestos

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Fachada de la bolsa de Oslo. Foto: Bloomberg

En un país donde a tantos les gusta empaquetar lo que debe hacerse o no, bajo el armazón  de un modelo, caricaturizando el neoliberal o idealizando el socialdemócrata europeo, cabe una reflexión sobre la pertinencia de tal concepto –"el modelo"- con la complejidad de la sociedad moderna.


"Los impuestos corporativos están bajando en la mayoría de los países donde operamos. Esto conduce a mayores inversiones, futuros desarrollos en la industria y más trabajo." Esa simple cita de un empresario Noruego que tuiteé –que no es más que constatación empírica- inspiró a Cristobal Palma a escribir una columna donde me emplaza a pronunciarme sobre el "modelo" Noruego. Los diputados de Revolución Democrática Giorgio Jackson y Pablo Vidal se sumaron en instarme a responder esta columna.

Es lo que intento a continuación, acompañado por el director de Políticas Públicas de SOFOFA, Rafael Palacios. Pero antes, le hacemos una pregunta a los distinguidos lectores, ¿en qué parte del tuit que dio origen a la referida columna se hace mención al modelo Noruego, con excepción de la nacionalidad del empresario citado? En efecto, la referencia dice relación con la evolución que ha tenido el impuesto a las empresas "en la mayoría de los países donde operamos". Y esto nos permite hacer un primer punto: los impuestos corporativos son más bajos o van en una tendencia inversa a la de nuestro país en democracias liberales como Irlanda, UK, USA y Noruega; en Estados socialistas unipartidistas como Vietnam y China; como también en monarquías absolutas y constitucionales como Qatar y Jordania. En otras palabras, la competitividad tributaria para la inversión no es exclusiva de modelo, ni tampoco de alguna ideología específica. Por lo mismo, esperamos que por el sólo hecho de constatar esta realidad, no se nos atribuya que estamos recomendando una Monarquía para Chile.

En un país donde a tantos les gusta empaquetar lo que debe hacerse o no, bajo el armazón  de un modelo, caricaturizando el neoliberal o idealizando el socialdemócrata europeo, cabe una reflexión sobre la pertinencia de tal concepto –"el modelo"- con la complejidad de la sociedad moderna. En efecto, el grado de interacción e interconexión de la sociedad moderna han dejado obsoletas a todas aquellas fórmulas que planteaban soluciones dicotómicas, sistemas en equilibrio o presupuestos basados en factores lineales y estables.

En coherencia con lo anterior, no procederemos a analizar el modelo Noruego, pero sí queremos relevar algunas pinceladas sobre ciertos aspectos de lo que ha hecho ese país. Si bien es cierto que ese Noruega pasó de tener en los años 70 un ingreso per cápita similar al que hoy tiene Chile, a mostrar hoy uno de los más altos del mundo y mejor distribuidos, es demasiado atrevido atribuir dicho éxito al conjunto de recetas a las que Palma les dispensa tanta admiración; omitiendo, por ejemplo, el descubrimiento en 1969 del que sería una de las mayores fuentes de petróleo del mundo y la gestión posterior que hicieron de esa riqueza. Incluso hoy, de los 106 billones de dólares que ese país exporta, 26% corresponden a petróleo crudo, 26% a gas petróleo y 4.5% a petróleo refinado. ¿Y qué han hecho con esa riqueza?

Tres reflexiones. Primero, no se inmovilizaron por esa caricatura tan frecuente en nuestro país, que estigmatiza a esas industrias como extractivista y rentistas. De las exportaciones chilenas, un 24% corresponden a mineral de cobre, 21% a cobre refinado y 3.4% a cobre no refinado; en lo que constituye una sorprendente similitud con el petróleo y derivados para Noruega. Pero sí hay una gran diferencia. La trilogía cobre, litio, y energías renovables con la que Chile cuenta será protagonista de la economía del futuro, mientras los combustibles fósiles están en un proceso gradual y lento de retirada; por lo que quizás haríamos bien en valorar más a nuestras industrias.

Segundo concepto: ahorro y diversificación. Noruega ha ahorrado una parte relevante de la riqueza generada por el petróleo y cuenta hoy con el principal fondo soberano del mundo, el que está invertido en el vilipendiado capitalismo global; con inversiones en instrumentos financieros de 9.000 empresas de 77 países del mundo. Cuando a ratos se escuchan extrañas ideas sobre qué hacer con nuestras principales fuentes de ahorro, como son los fondos de pensiones y los de estabilización, haríamos bien en reivindicar las palabras diversificación y capitalismo global.

Tercer concepto: gestión moderna, eficiente y transparente del Estado. Efectivamente Noruega tiene empresas públicas relevantes. Pero antes de debatir sobre el tamaño del Estado y sus empresas en Chile y Noruega, ¿no les parece más pertinente debatir sobre cómo las estamos gestionando? El Estado Noruego ha hecho una extraordinaria gestión de petrolera Equinor ASA (Statoil) que incluyó el año 2001 la incorporación de capital privado con un 33% de la propiedad. Es así como se transa en las bolsas de Oslo y New York, debate al que siempre nos hemos negado cuando se trata de ENAP, Codelco y entre otras empresas estatales. Sería interesante conocer la opinión de los diputados Jackson y Vidal, y del columnista Palma, sobre la posibilidad de incorporar capital privado a nuestras empresas estatales, tal como con tanto éxito lo hizo Noruega.

Finalmente, lo que sí debiéramos importar como "Modelo Noruego", es la definición que nos da su propio Ministerio de Relaciones Exteriores: un alto grado de cooperación que presenta su sociedad entre autoridades, empresas, trabajadores y sociedad civil, único factor decisivo para el éxito de una sociedad moderna y respecto del cual, definitivamente, nuestro país tiene todavía mucho que aprender.

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