Piñera en su hora al filo: Cómo lo han visto, qué le han dicho y a quiénes está escuchando

Presidente de la Republica habla tras la reunión con Interior y Defensa
FOTO: SEBASTIAN BELTRAN GAETE/AGENCIAUNO

Piñera está descansando más que nada, en el mismo equipo que estaba con él en "Avanza Chile", partiendo por el ministro Andrés Chadwick, desde cuya cartera ha primado la visión de hacer frente al tema desde el punto de vista de la seguridad. También en el ministro Segpres, Gonzalo Blumel, y en Cristián Larroulet, quien ha estado concentrado en recibir de todos los ministerios ofertas sociales para salir de la crisis.


-Presidente, el proyecto de su gobierno había sido diseñado en dos partes, de cuatro y ocho años, como una hoja de ruta para la coalición. Tenemos que pensar y hacer verdadera política para poder reelegirnos.

Palabras más o de menos, esa fue la advertencia que le hicieron al Mandatario a primera hora de la tarde del sábado, en La Moneda, en la reunión en que recibió a los parlamentarios oficialistas de la Región Metropolitana. El que hablaba era el diputado Evópoli Francisco Undurraga. La crisis había escalado rápidamente y para entonces ya había manifestaciones, protestas y también disturbios por doquier. La sensación de que el cuadro se le iba de las manos al gobierno se propagaba. Ahí, en torno a una larga mesa, Sebastián Piñera había comenzado haciendo un balance con datos; después, los convocados se turnaron para hacer preguntas y comentarios. La vocera Cecilia Pérez les daba la palabra. Andrés Chadwick, ministro del Interior, estaba en silencio. Cristián Larroulet, su jefe de asesores del Segundo Piso, había llegado en medio del encuentro.

Cuando Undurraga, uno de los que allí hizo ver el letal riesgo de que La Moneda no reaccionara ya -aunque fuera algo tarde- ofreciendo medidas sociales que aplacaran la ira ciudadana, el Presidente no dijo nada. Tomó nota y la cumbre continuó. Hubo otros parlamentarios, recalcan en la UDI, que le hicieron la misma advertencia. Tampoco hubo en ese momento, cuenta otra versión, acogida a las sugerencias de conformar un diálogo con la oposición: Piñera habría retrucado argumentando que para qué, si ese sector iba a llegar con un petitorio a fardo cerrado.

Entre los asistentes hubo comentarios cruzados preguntándose cuál era el motivo del encuentro. Afuera seguía encendiéndose la pira y algunos insistieron en que por lo bajo debía congelarse el alza del pasaje del Metro que había detonado la crisis. Al menos tres de ellos creen que, si no hubiese sido por ese encuentro, el Jefe de Estado tal vez no se habría allanado a enviar el proyecto al Congreso, donde fue aprobado bajo extrema urgencia entre domingo y lunes.

Para algunos fue el primer tira y afloja acerca de cómo enfrentar de la crisis. O privilegiar el discurso que resalta la "violencia", el "vandalismo" y la urgencia por la seguridad, que terminó derivando en la polémica frase del gobernante de "estamos en guerra". O la otra vertiente, que prioriza la agenda social, el mea culpa y el reconocimiento de una crisis social mayor. De hecho, después de ese encuentro, Piñera recibió a los alcaldes, que debatieron sobre dictar o no toque de queda.

El Presidente no se dejó ver hasta ya entrada la madrugada, cuando el toque de queda ya se había aplicado y los desmanes se multiplicaban por la ciudad. El domingo siguió con una rotativa de encuentros que incluyeron a dueños de supermercados y dirigentes de partidos de su sector. Cuando se sentó con Mario Desbordes (RN), Jacqueline van Rysselberghe (UDI), Hernán Larraín Matte (Evópoli) y Hugo Ortiz de Filippi (PRI), uno de los puntos fue si se declaraba o no feriado al día siguiente, lunes. La senadora y Larraín estaban por hacerlo, pero Desbordes no, y Piñera les aseguró que la ciudad funcionaría, aunque fuera a medias, el lunes.

Para entonces el Presidente ya se había comprado en efectivo el discurso de la seguridad y de las críticas frontales a la violencia. En esa misma reunión les deslizó a los líderes partidarios que se trataba de grupos terroristas y que estaban buscando antecedentes para hacérselos llegar a la Fiscalía.

En derredor suyo, cuentan en Palacio, se ha librado un debate sobre qué mensaje imponerle a sus palabras. Dicen allá que Chadwick y el equipo de Interior han sido los "halcones", los más férrreos adherentes de la línea de criticar el "vandalismo", de insistir en la seguridad y de mantener a las fuerzas militares en las calles. Desde ese sábado, fuera de la Metropolitana, el estado de emergencia se ha extendido total o parcialmente a otras diez regiones y el toque de queda ya se aplica en otras tres. Esa misma tesis, dicen la ha defendido la ministra Cecilia Pérez, pese a que durante el fin de semana estuvo fuera de pantalla.

En el rincón opuesto estarían los convencidos de que ese agenda por sí sola no es suficiente, que cree que el Presidente debe ampliar el repertorio hacia la empatía, el reconocer errores y ofrecer soluciones efectivas. Entre ellos estarían el ministro Secretario General de la Presidencia, Gonzalo Blumel, y otros personeros de La Moneda.

Toda esa disyuntiva quedó en el aire ese mismo domingo a última hora de la noche, cuando Piñera cruzó a Zenteno -a las dependencias de la Guarnición Militar de Santiago- y en medio de otro punto de prensa sin preguntas dijo que "estamos en guerra contra un enemigo poderoso". Ese momento marcó una delimitación casi espartana entre ambas tesis que se disputan el discurso presidencial. Y hasta esta mañana pareció que no iba a ceder.

Primero, el mismo general Javier Iturriaga debió desdecirse ayer en la tarde -leyendo algo que le habían escrito- de su vocería de la mañana, cuando había dicho que "no estoy en guerra con nadie". A Piñera tampoco le gustó que ayer la intendenta Karla Rubilar no se plegara a su tesis: ella dijo que la palabra era "reconstrucción". Anoche, el Mandatario se lo hizo ver, en un episodio en el que según algunos no la retó, y que según otros hubo algún grado de tensión. Una de las versiones -sílabas de más o de menos- dice que él le dijo:

-Usted habló de reconstrucción. Y está muy bien. Pero, ¿no cree que hay guerras que dar?

-Sí, Presidente: contra la delincuencia, el narcotráfico, las colas de salud.

Hoy en la mañana, Rubilar hizo ese giro en sus dichos: "Hay guerras que hay que dar".

¿Por qué Piñera eligió esa frase sobre la "guerra"? La impresión que tienen sus cercanos es que fue algo que improvisó en el momento y que tal vez no lo traía redactado en su cabeza desde La Moneda. Que en Zenteno recibió información sensible sobre la situación de seguridad y orden públicos, y que respondió así tal cual lo dijo.

¿A quién está escuchando Piñera en medio de esta crisis, con tan poco margen para decidir y errar? "Este vandalismo no es justificable. Justificarlo, matizarlo, es hacerse parte", posteó en su cuenta de Twitter el viernes, al filo de la medianoche, su histórica asesora Fernanda Otero. Pero la prima del ministro de Defensa, Alberto Espina, no estaría incidiendo mucho en lo que está pasando. Entre los conocidos de ambos cuentan que ella no ha ido a La Moneda en estos días, y que su labor en gran medida ha sido proveer de "feedback comunicacional" al director de la Secom, Jorge Selume.

Piñera está descansando, relatan, más que nada, en el mismo equipo que estaba con él en "Avanza Chile", partiendo por el ministro Chadwick: eso explica que de momento vaya ganando la tesis de los "halcones" de Palacio. También en el ministro de la Segpres, Gonzalo Blumel, y en Larroulet, y en otras personas que "le están mandando consejos", dice un allegado suyo. Hasta ahora, seguirá privilegiando el discurso cargado contra el "vandalismo", y solo a medida que eso se despeje avanzarán "los otros temas", como dicen en su entorno.

De momento, Larroulet le ha comentado a los líderes de partidos que ha estado concentrado en recibir de todos los ministerios ofertas sociales para salir de la crisis. Y que, dadas las circunstancias, según él, serían significativas.

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