¿Quién puede lucrar con el lucro?

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Las banderas de los derechos sociales levantadas en el programa que llevó por segunda vez a Bachelet al gobierno fueron ensombrecidas por las dificultades de gestión y falta de disciplina política para concretar promesas ampliamente publicitadas


Frente a la pregunta por las "figuras políticas con más futuro" la encuesta Criteria Research de marzo es un balde de agua fría para la ex Nueva Mayoría: en el top 10 sólo aparecen dos de sus figuras, Bachelet y Guillier, en el quinto y noveno lugar respectivamente. En cambio, del Frente Amplio aparecen tres figuras con potencial, todos antes que la ex presidenta y en la derecha destacan cinco.

Estos datos son indicativos que la ex coalición de gobierno está desdibujada como oposición y en la búsqueda de nuevos liderazgos que representen ideas y propuestas sobre el qué y el cómo plantearse frente al el país.

Este complejo escenario ha resultado además el mejor caldo para cultivar errores no forzados o improvisaciones que evidencian la falta de una visión compartida y avivan el desorden interno. Ejemplo de ello es que a menos de un mes de iniciada la segunda administración de Piñera, arrecian las críticas a la gestión del gobierno sin que estas confluyan en propuestas temáticas o posiciones relevantes para la ciudadanía.

Dentro de este mareo que produce la falta de coalición y conducción política -desde 1990 y hasta hace unos meses la hubo bajo la Concertación primero y la Nueva Mayoría después-, no faltan las romerías en demanda de la sociedad civil para que ésta encare al gobierno y tome las banderas del "legado" Bacheletista, o de lo que de éste quede.

Esta expectativa, la de atrincherarse tras las marchas sociales que tanto rédito les dieron como oposición al primer gobierno de Piñera, aparece como un primer y aparentemente frondoso árbol al que arrimarse en momentos adversos. Más aún cuando éstas han sido atizadas por desafortunadas declaraciones del Ministro de Educación y por la decisión del TC de permitir que controladores con fines de lucro sean parte de los órganos directivos de las universidades. Pero antes de dar curso a este natural impulso pareciera un ejercicio razonable el volver a analizar los acontecimientos de 2011.

Mucho se ha escrito sobre la relevancia del movimiento estudiantil de ese año que logró transformar su causa en una nacional y colectiva. Antes de ello, era un movimiento universitario más que marchaba contra las dificultades de financiamiento de la educación superior, los retrasos en las asignaciones de becas y por otros beneficios para los estudiantes. Sin embargo, sólo cuando articularon sus demandas en torno a la necesidad de reformas estructurales que fortalecieran el rol Estado en la provisión gratuita de educación, traspasaron sus fronteras generacionales para transformarse en un movimiento nacional. Un movimiento masivo y transversal en torno a la educación como un derecho social, que debía situarse en las antípodas del lucro al que aspiraban los privados que participaban del negocio de la educación en lógica de mercado.

Visto en perspectiva, lo que transformó al movimiento estudiantil en la enzima que disolvió la promesa gerencial del gobierno de Piñera I, fue su capacidad de girar desde demandas estudiantiles acotadas hacia la consolidación social del lucro como epítome de las arbitrariedades y falta de transparencia del mercado en la educación superior.

En agosto de 2011, una encuesta Criteria mostraba que un 44% de encuestados declaraba haber participado en marchas o cacerolazos en apoyo al movimiento y a la causa estudiantil. Al mismo tiempo, 2 de cada 3 encuestados se manifestaban en contra que las instituciones de educación (colegios, liceos, escuelas y universidades) tuvieran utilidades o ganancias.

Esta arremetida en contra del lucro logró traspasar los límites de la educación, la salud o la previsión, alcanzando a industrias de productos y servicios.  Al finalizar el 2011 un 68% de las personas pensaban que las empresas en general abusaban de la población en su conjunto.

Lucro, una sola palabra que para la sociedad en su conjunto llegó a representar el abuso de los grandes empresarios sobre el conjunto de la población.

La satanización extendida del lucro se vio luego amplificada en 2012 ante la repactación unilateral de créditos por parte de una multitienda derivando en una crisis generalizada de confianza que contaminó al gobierno de Sebastián Piñera facilitando el rápido retorno de la ex Concertación al gobierno.

Sin embargo, las banderas de los derechos sociales levantadas en el programa que llevó por segunda vez a Bachelet al gobierno fueron ensombrecidas por las dificultades de gestión y falta de disciplina política para concretar promesas ampliamente publicitadas.

Por lo mismo, la reactivación de las marchas y protestas sociales difícilmente les permitirá a los herederos del bacheletismo aspirar a apropiarse con legitimidad de esa agenda de rostro ciudadano, más aún cuando la ciudadanía nos los sindica a ellos como artífices y conductores del movimiento 2011.

Incluso, podría ser dramático si ese camino los condujera ilusoriamente a creer que, desde la calle, y con las banderas anti lucro y anti empresariado, serán ellos los llamados a liderar la oposición al segundo gobierno de Piñera.

Por el momento lo que indican las encuestas es que es otra la coalición y otros los rostros quienes más podrían lucrar con el lucro.

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