De la transición o de la democracia: De dónde salió la idea de hacer un museo

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A principios de este año, una comisión de historiadores entregó las conclusiones respecto del objetivo y contenidos centrales de un museo de la democracia. Pero no hubo acuerdo respecto de si debía ser un museo de la democracia o de la transición. Mientras la mayoría se inclinó por la primera opción, Mauricio Rojas -afirman- optó minoritariamente por la segunda.


La declaración no sorprendió a nadie, pero sí por su oportunidad. Ayer, el Presidente Sebastián Piñera anunció la creación del Museo de la Democracia -el que ya aparecía en su programa de gobierno-, pero lo hizo luego de la polémica con el Museo de la Memoria en el que se vio envuelto el exministro de Cultura, Mauricio Rojas, y que provocó su rápida salida del gabinete.

¿De dónde salió la idea?

Fue a mediados de julio de 2017 que dos de los más estrechos colaboradores de Piñera -Gonzalo Blumel y Cristián Larroulet- anunciaron la creación de un museo de la democracia, como parte del discurso de "unidad nacional" que pregonaba el entonces candidato a La Moneda.

La propuesta -según recogió la prensa en ese entonces- era crear, una vez instalados en el gobierno, una comisión transversal de historiadores que entregara una visión sobre la transición del país a partir de 1988. El museo, entonces, albergaría hitos y personas que protagonizaron esos años fundamentales para la democracia chilena. "Este es un instrumento maravilloso de educación cívica. Tenemos que estar orgullosos de este proceso", señaló Larroulet a El Mercurio. Y adelantó que, inicialmente, habría referencias al plebiscito de 1988, la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Rettig), y las reformas a la Constitución, junto con los acuerdos políticos que se entablaron en la época. Para ello se recurriría a material audiovisual e incluso películas que tuvieran que ver con la transición.

El anuncio generó opiniones a favor y en contra. Mientras desde la DC aplaudieron la iniciativa, representantes del PPD la cuestionaron, y desde la UDI también manifestaron su resquemor por considerarlo "incompleto". A nivel académico, el historiador Sergio Villalobos criticó duramente la iniciativa, mientras el director del Museo de la Memoria, Francisco Estévez, planteó que "no veo en absoluto la necesidad de entender un museo de la democracia desligado de lo que fue la lucha por la recuperación de la democracia en Chile".

También dos de quienes terminarían siendo parte de la comisión piñerista que esbozó el carácter de la exhibición -el historiador Juan Luis Ossa y el actual embajador en Londres, David Gallagher- plantearon su postura en columnas de opinión. El primero llamó a tomar en cuenta tres puntos: "a evitar el consenso por el consenso; a que, como bien dijo Marcelo Casals en este medio, el Museo de la Democracia no sea una suerte de contraparte (¿revancha?) del Museo de la Memoria, y a que la comisión de historiadores que se forme tenga la máxima libertad posible para preparar una visión compleja y dinámica de lo que ocurría a fines de los ochenta, resaltando cambios, pero también continuidades. Sólo así podremos conocer más críticamente sobre un pasado que, querámoslo o no, todavía nos divide (al menos interpretativamente)".

Gallagher, por su parte, apuntó que "si el Museo de la Memoria es necesario para evitar que se repitan atrocidades inexcusables, el de la Democracia lo es para que no se pierda lo logrado".

Tras este debate, Blumel se reunió con la historiadora Lucía Santa Cruz, a quien le pidió ser parte del grupo que tiraría las primeras líneas sobre el asunto. El equipo trabajó en la más estricta reserva para "no ser parte de la campaña electoral". Como secretaria ejecutiva ofició la historiadora Rosario Willumsem, y entre los miembros se contó a Santa Cruz, Ossa y Gallagher, además del historiador Joaquín Fermandois, la ex directora del Museo Histórico Nacional Ximena Cruzat, y el exministro de Culturas, Mauricio Rojas. Blumel asistió a algunas reuniones.

Según cuentan miembros de esa comisión, a principios de este año se entregó una serie de conclusiones respecto del objetivo y contenidos centrales de un museo de la democracia. Sin embargo, no hubo acuerdo en el grupo respecto de si debía ser un museo de la democracia, que recogiera esa complejidad, o de la transición. Mientras la mayoría se inclinó por la primera opción, Rojas -afirman- optó minoritariamente por la segunda.

En el texto final del programa de gobierno, en las últimas dos líneas de la página 149, en el capítulo sobre modernización de la democracia, se recogió la medida, formateada ya por el parecer de la comisión: "Implementación del Museo de la Democracia, como instancia de valoración de los valores republicanos y democráticos".

Una vez en La Moneda, el tema lo volvió a tomar Larroulet, esta vez en su posición de jefe de asesores del segundo piso. Dentro de su equipo, está en manos del ingeniero Rafael Ariztía, quien tiene a su cargo los proyectos especiales del Presidente, entre los que se cuenta el "Legado Bicentenario". El museo de la democracia, apuntan desde Presidencia, se incluye en este paquete. Puntualmente, es el ingeniero civil Vicente Parodi Cruzat -hijo del empresario Patricio Parodi- el que está a cargo de su desarrollo, en contraparte con el ministerio de las Culturas, donde la exministra Alejandra Pérez llevaba el tema en conjunto con el equipo de Patrimonio.

Hasta ahora, dicen fuentes que conocen el avance del proyecto, las conversaciones se han centrado en cómo se va a plantear el museo. Pero ya hay algunas definiciones tomadas: éste se ubicaría en el edificio de Correos, en la Plaza de Armas, en un ala ampliable de éste. Y se circunscribe dentro de un plan mayor que incluye incluso mover el Archivo Nacional, ubicado en Miraflores.

"La comisión funcionó para diseñar el objetivo y en rasgos generales lo que debía ser un museo de la democracia, pero no se ha llegado al contenido. Se hizo una definición que es que la democracia es un bien que legítimamente se puede y debe proteger y a su vez es un tema sobre el cual hay desacuerdos y de alguna forma deben estar expresados. También que Chile hizo una opción por la democracia desde temprano y la idea es recoger la historia completa, lo más posible", revela Lucía Santa Cruz.

Sin embargo, afirma que una vez entregadas las conclusiones, no ha vuelto a saber del tema. "No sé qué parte de las conclusiones de la comisión ha sido adoptada por el gobierno. Este (museo) tiene que reflejar las discrepancias, tiene que haber discusión. Esto no es un memorial a la transición ni a la democracia, sino un museo de la democracia donde se trata de destacar todas las virtudes que tiene la democracia, y que sea así un lugar también de reflexión", afirma.

-Al decir que no es un memorial, es distinto al museo de la Memoria.

-Es totalmente distinto al museo de la memoria.

Ossa: "Debe ser problemático, no apologético"

Por su parte, el también historiador Juan Luis Ossa -hijo de Santa Cruz- afirma que, entre sus contenidos, la exhibición debiera mostrar que la democracia es "un sistema en disputa constante y no está garantizado. Por lo tanto, hay que estudiarla en su conjunto."

"Por ejemplo, si uno trazara una línea del tiempo de la democracia en Chile desde 1810 en adelante, ésta no sería lineal porque aparece el voto femenino, la abolición de la esclavitud, por nombrar hitos determinantes, y eso es lo que el museo debería tomar en consideración. Si asumimos la democracia como algo dado, asumimos una nueva apología a la excepcionalidad chilena, cuando la verdad no es así. Al igual que cualquiera de  los países occidentales, ha tenido guerras civiles, golpes de Estado. Lo que sí es cierto es que existe una larga trayectoria democrática, pero con luces y sombras. El museo tiene que ser problemático no apologético, porque la democracia en 1890 no es lo mismo que ahora", añade.

Respecto del planteamiento que realizó Piñera sobre el tema en el programa de TV Mesa Central, Ossa dijo que "me parece una buena la postura que expresó el Presidente ayer, porque entendí que no sería un museo de la transición, cosa que es políticamente muy inviable. Porque además parece un empate al Museo de la Memoria. Los museos de memoria son de la memoria, el del holocausto no es el de la democracia alemana".

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