Trump fuera de juego: la guerra entre las superestrellas deportivas y el presidente de EE.UU.

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El mandatario está enfrentado con figuras como LeBron James, Stephen Curry y varios de los ídolos de la NFL por sus constantes críticas e intromisiones. Una estrategia que, más allá del riesgo, lo tiene como inesperado antagonista de las ligas más populares de Estados Unidos.


La imagen era insólita. La recepción en la Casa Blanca tenía que tener a jugadores de fútbol americano, un trofeo del SuperBowl y muchas camisetas dando vuelta, pero en cambio había marchas e himnos tocados por una banda. De los Philadelphia Eagles, los campeones del torneo de la National Football League y quienes se suponía eran los homenajeados, ni rastro. Y ni siquiera había sido su decisión: horas antes, el presidente Donald Trump les retiró la invitación a su propio acto.

Suena como uno más de las tantas idas y vueltas a las que nos tiene acostumbrados el mandatario estadounidense, pero en este caso se trata de uno de los conflictos más persistentes de su período: una guerra abierta contra las figuras de la NFL y la NBA, dos de los deportes más populares del país, y en que los jugadores no ocultan su desaprobación y rabia con Trump.

La historia, de alguna forma, partió hace un año atrás. La tradición no se discutía: cada año, el presidente recibe a los campeones de las ligas más importantes del país. Un evento protocolar con sonrisas y entregas de camisetas, que se respetaba sin importar ni el equipo ni el ocupante de la Casa Blanca que tocara.

Pero Trump es Trump, y su figura controversial hizo que las estrellas lo pensaran dos o tres veces antes de decidirse. Le tocó a Stephen Curry, el basquetbolista estrella de los Golden State Warriors: al ser consultado si iría a la visita como parte del equipo campeón, dijo que lo estaba pensando. Eso bastó para que el magnate lo desinvitara por redes sociales, y el efecto fue inmediato: el equipo completo se restó de la tradición.

Luego vino el fútbol americano. Colin Kaepernick, uno de los jugadores más reconocidos de la liga, había comenzado en pleno gobierno de Obama con una protesta durante los partidos: se arrodillaba mientras se escuchaba el himno nacional, con el afán de cuestionar la diferencia de trato de la policía entre las personas de raza blanca y los afroamericanos en Estados Unidos. En un deporte asociado con los sectores más conservadores, el gesto le costó caro al jugador: no le renovaron el contrato y hasta hoy está fuera de la liga.

Pero lo que estaba fuera de cálculo era que Trump insultara a Kaepernick durante uno de sus actos por, según sus palabras, no respetar el himno y los valores estadounidenses. El ataque generó una reacción en cadena, con protestas masivas y se convirtió en el tema principal de la temporada pasada de la NFL. Con una baja de audiencia y amenazas de auspiciadores, la liga decidió este año penalizar a los jugadores que no estén de pie durante la ceremonia, algo celebrado como un triunfo épico por el gobernante y su base.

Seguramente esto envalentonó al mandatario para decidir el retiro de la invitación a los Eagles, acusando la falta de respeto al himno. Sin embargo, desató una polémica inesperada: ninguno de los jugadores de ese equipo se había arrodillado durante las protestas masivas del año pasado y, además, la cadena Fox News, considerada como la más fiel al mandatario, debió pedir disculpas por usar una imagen en que se veía a los deportistas campeones arrodillados. ¿La explicación? Estaban rezando.

Con ese ambiente, y en plenas finales de la NBA, el círculo volvió a cerrarse. En una postemporada apasionante en lo deportivo, los periodistas se vieron obligados a introducir el factor Trump en las preguntas. LeBron James, el ícono de la liga, se lo hizo fácil: dijo que estaba seguro que ni su equipo, los Cleveland Cavaliers, ni los Warriors estarían interesados en visitar la Casa Blanca en caso de ser campeones. Algo secundado apenas unas horas después por Curry.

Y así se explica que, en medio de uno de los partidos más importantes en los últimos años, LeBron este miércoles no apareció en las imágenes del himno. Estaba en el vestuario, en una protesta que, se sabe, ya no tiene dobles lecturas: es un desafío directo contra Donald Trump.

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