Una noticia falsa en dos actos

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La gente, la misma que vio hasta por la tele cómo el profesor Smith no pudo probar que su programa Antorcha funcionara, ahora, enceguecida por razones políticas y ansiosa de ver sangre correr, valida sin más la información del "profesor". Amolda la historia a su antojo y encuentra un blanco que hace sentido a su juego.


Acto I

Hace dos días, La Tercera PM publicó un artículo que revelaba intercambios entre el ex general director de Carabineros, Bruno Villalobos y el capitán Patricio Marín -imputado en el caso Huracán, en el que la fiscalía investiga el falseamiento de pruebas por parte de Carabineros para inculpar a comuneros mapuches por ataques en la Araucanía- que daba cuenta de la confianza que tenía el jefe máximo de Carabineros en un informático Alex Smith, cuyo programa, el famoso Antorcha, resultó ser un fiasco.

A modo de ejemplo, la nota revela una conversación en que en que el primero le planteaba a Marín, entonces jefe de operaciones de la unidad de Inteligencia de la zona, que le pidiera al "ingeniero" Álex Smith que investigue de dónde salió una noticia falsa relativa a una hija de Michelle Bachelet, que había sido publicada en una cuenta de Twitter llamada Cap Caleuche.

Al cabo de unos días, Marín le responde que el "ingeniero" dice que viene del computador de una editora de La Segunda, Paula Pincheira.

Dicha conversación vía WhatsApp está contenida en un documento de la PDI, el cual se da a conocer luego de una serie de informes de la policía que dan cuenta que el trabajo del Smith era una invención total, cosa que este medio ha publicado profusamente.

De hecho, el informe final de la PDI sostiene que "es posible indicar que al no existir la aplicación 'Antorcha' u otro programa de características similares, se podría determinar que Álex Smith Leay creó estos denominados "reportes", los que simulaban la interceptación de conversaciones, obtención de geolocalización, en base a coordenadas, y captura de fotografías".

La nota publicada por La Tercera PM señalaba expresamente que el programa de Smith, quien está detenido, había resultado ser falso. Y lo que se podía deducir por extensión -y así lo intentamos- era que cualquier aseveración o dato obtenido a partir de él debe ser tomado, igualmente, como algo falso.

Acto II

Lo que motiva esta columna es lo que vino después. Un sitio web, Epicentro Chile, tomó el artículo y lo manipuló a su antojo, validó el trabajo desacreditado de Smith y tituló con que la "fake news" de la hija de Bachelet había salido del computador de la editora de La Segunda. Así no más; sin ningún pudor.

Al rato, la ola de troleo se convirtió en tsunami y la periodista en cuestión resultó objeto de ataques crueles, apuntada y lapidada con nombre, apellido y arroba en su cuenta de Twitter, con mensajes cargados de una agresividad que nada tiene que ver con ella, quien a su vez nada tiene que ver en esta rocambolesca historia de un "fake news" al cubo: los ex jefes de Carabineros –cuyo sistema de Inteligencia pareciera cantinflesco-, piden a un informático "fake" que con su programa "fake" investigue una "fake news". Éste hace un nuevo "fake": responde con una lámina de power point e inculpa a una periodista al azar. Nosotros publicamos la historia, otro medio la toma parcialmente y logra algo insólito: hacer correr otra "fake news", con cientos de likes y retuiteos.

La gente, la misma que vio hasta por la tele cómo Álex Smith no pudo probar que su programa Antorcha funcionara, ahora, enceguecida por razones políticas y ansiosa de ver sangre correr, valida sin más la información del "Profesor". Amolda la historia a su antojo y encuentra un blanco que hace sentido a su juego.

Palabras al cierre

Además de un sabor amargo, el episodio me deja al menos dos reflexiones. La primera; en aras del mal clima, como editora de La Tercera PM debí haber asegurado que fuésemos aún más explícitos en advertir sobre quién estaba detrás de esta investigación pedida por el ex jefe de Carabineros. Pudimos haber sido aún más enfáticos en contextualizar los hechos. El irresponsable comportamiento de quienes difundieron mañosamente la noticia generó un daño a una profesional seria, respetada y de gran trayectoria. Para ella, mis disculpas.

La segunda tiene que ver con la ya clásica y frustrante sensación frente a Twitter. La simpleza con que se pone a personas desnudas en el paredón, la facilidad con que se aprietan los botones de like y retuits que dispara a matar, la liviandad con que se reproducen falsedades animadas por el infantilismo; esa actitud majadera de los niños que los lleva a pensar que las cosas se vuelven ciertas de tantas veces repetirlas.

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