Viva Nétflixco


Llevamos años escuchando la monserga de la invasión mexicana en los Oscar: que El renacido, que La forma del agua, que Gravedad; que Iñárritu, que Del Toro, que Cuarón. Esta mañana nos enteramos de que Cuarón fue quien hizo la mayor de las gracias: 10 nominaciones (incluyendo mejor película, mejor director y mejor guión original), por una película rodada en blanco y negro, en castellano y en las locaciones de su propia infancia. Ya se había ganado el favor de medio mundo, partiendo por el del jurado de Venecia, y ahora esto.

A vuelo de pájaro, solo El tigre y el dragón (2000) es ejemplo de una cinta de habla no inglesa con igual número de nominaciones. Y no había otra en castellano en la categoría principal. Ahora, dado que la categoría "Mejor película en habla no inglesa" existe por alguna razón, esta cifra inhabitual de estatuillas posibles habla derechamente de un fenómeno de amplio espectro. El de un cine de arte y ensayo que no descuida la emoción ni siquiera cuando se pasa de rosca con la estética, y que, por esa vía, conecta con un público no festivalero. Pero no solo por esa vía: Roma ha sido vista masivamente vía Netflix, compañía que ni siquiera pareció molestarse en promover esa obra de amor que fue Al otro lado del viento, la cinta póstuma de Orson Welles. Este, sin duda, ya es un triunfo de Netflix, uno cuyos alcances apenas pueden vislumbrarse en este momento, gane o no la noche del 24 de febrero (y no es descabellado pensar hoy en un triunfo).

Dicho lo anterior, la proximidad cultural y lingüística no debería oscurecer el hecho de que La favorita tuvo igual cantidad de nominaciones(que no es lo mismo que decir que es igualmente favorita). Una diferencia significativa entre un caso y otro es que el griego Yorgos Lanthimos lleva ya años dirigiendo en inglés a estrellas de Hollywood, lo que parece suavizar el aterrizaje de un drama histórico que también es una comedia negra con sabor a escandalillo.  Para todos los efectos, el cine corrosivo, cínico y estetizante de Lanthimos ya ha recibido con lo de hoy una validación hollywoodense de aquellas.

Lo último, no por ello menos importante: ojo con Green book, que puede ser el tapado de los Oscar. Con sus 5 nominaciones y obviado en la categoría Mejor director (¿será el historial de Peter Farrelly?), puede hacer una gracia semejante a la que hizo Argo en 2013. Ello, a nombre de un cine más bien clásico y humanitarista, que se erige como una especie de Conduciendo a Miss Daisy 2.0, gentileza del mismo tipo que hizo Loco por Mary. Tiempos posmodernos. Solo queda esperar.

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