Si hay un número mágico hoy por hoy en la política chilena, indudablemente que es 103. Representa la cantidad de votos a favor que necesita una norma presentada ante el pleno de la Convención Constitucional para pasar a formar parte del cuerpo aún en construcción que se debe someter a un plebiscito para reemplazar a la actual Carta Magna. Dos tercios del total de los constituyentes, y una cifra que ha sido compleja de conseguir en buena parte de las votaciones de los artículos e indicaciones sometidas hasta ahora a la instancia.

Pero en una mirada más fina, se pueden buscar a quiénes son los “votantes clave” del proceso. Sobre todo desde una perspectiva de efectividad: es mirar, en detalle, quiénes son los que han tenido un mejor rendimiento apoyando normas, lo que implica que es más posible que estén alineados con los acuerdos amplios que se requieren para lograr el quórum establecido como base.

Con este principio, el proyecto Scanner Constituyente, de la firma de big data Unholster, realizó un análisis que incluye 262 votaciones hechas por el pleno en el proceso de aprobación de normas -en general y particular- entre el 15 de febrero y el 24 de marzo. Se excluyeron de este ejercicio las propuestas sometidas este viernes 25 al pleno por parte de la comisión de Medio Ambiente por razones de procesamiento de los datos.

Con esos datos, realizaron cálculos, por convencional y colectivo, de quiénes eran los que han votado más cantidad de normas a favor y quiénes son los que han sido más efectivos a la hora de respaldar con su sufragio a iniciativas que finalmente han conseguido los dos tercios. Y desde esa perspectiva, son dos grupos los que aparecen como la clave del péndulo que se mueve hasta lograr el quórum: Independientes por una Nueva Constitución, también conocidos como No Neutrales, y el Colectivo Socialista.

“Es importante analizar el trabajo de la Convención desde la perspectiva de los datos; nos entrega luces más claras de cómo se están configurando las fuerzas internas y si existe o no piso para proyectar una propuesta de texto en el plazo determinado”, dice Antonio Díaz-Araújo, gerente general de Unholster.

De efectividad y estrategias

A nivel personal, el símbolo más claro de este análisis es Ricardo Montero. En el 70,4% de las veces que el convencional del Colectivo Socialista y coordinador de la Comisión de Sistema Político ha votado por aprobar una norma en el pleno, ésta ha terminado consiguiendo los dos tercios requeridos para avanzar de etapa y, tras la votación particular, quedar entre los contenidos aprobados del nuevo texto constitucional.

De hecho, los cinco convencionales con más altos porcentajes en esta categoría pertenecen a dicho colectivo: Montero, Tomás Laibe (68,7%), Maximiliano Hurtado (68,4%), Patricio Fernández (68,2%) y César Valenzuela (67,7%). Si se expande el análisis hasta los diez primeros, además se suma Pedro Muñoz (65,9%) en el noveno puesto. Lo llamativo es que en las otras cuatro posiciones de ese grupo se encuentran figuras del colectivo Nueva Constitución: Patricia Politzer (67,7%), Tammy Pustilnick (67,24%), Guillermo Namor (66,1%) y Javier Fuchsloscher (65,5%).

Recién después de ellos vienen tres figuras de un colectivo distinto. Porque los siguientes en el orden son Fernando Atria, Constanza Schonhaut y Jaime Bassa, probablemente entre los nombres con más influencia y ascendiente del Frente Amplio en la Convención, y también quienes han estado presentes en las negociaciones para llegar a acuerdos con otros grupos que permitan el respaldo de normas e iniciativas específicas.

Justamente, esos tres son los colectivos que han tenido mayor efectividad en el respaldo de iniciativas, aplicando el mismo criterio. En total, en el 62,5% de las veces que los representantes de Nueva Constitución han votado a favor de normas en el pleno, éstas han superado los dos tercios necesarios, cifra que baja a 62,1% en el caso del Colectivo Socialista, y que desciende más, hasta el 60,4%, en el caso del FA.

La distancia de estos tres grupos con el resto es considerable: el que les sigue en este porcentaje es el Colectivo del Apruebo, con 55%. Cerca también, en torno al 54%, están los representantes de Pueblos Originarios y Movimientos Sociales Constituyentes.

El efecto de los polos

La efectividad va descendiendo en la medida que los grupos se acercan a los extremos políticos. Un caso que ejemplifica la paradoja que se puede dar es el de Chile Digno, el colectivo que incluye a los convencionales del Partido Comunista. Son uno de los grupos que ha respaldado más normas en el pleno: de hecho, han votado a favor del 67,5% de los artículos e indicaciones que se han presentado. Sin embargo, sólo el 50,7% de las iniciativas que han apoyado han conseguido los dos tercios.

Y, como ha sido la tónica de la Convención, Vamos por Chile es el colectivo que está en el fondo en ambas categorías. No sólo es el grupo que ha votado por menor cantidad de normas a favor (39,2%), sino que también es el que presenta la peor efectividad: apenas el 32,4% de las iniciativas que respaldan terminan logrando los 103 votos que se requieren.

Con los datos generales hay otros análisis que se pueden obtener. El primero es que, considerando que buena parte de las normas han pasado un proceso de debate previo en comisiones, la efectividad del trabajo a ese nivel no ha sido tan elevada. “Los datos exponen que el debate actual se ha centrado en el fracaso de los acuerdos en comisiones, considerando que muchas propuestas al llegar al pleno no flotan”, señala Antonio Díaz-Araújo.

Otro elemento es cómo ha variado el nivel de acuerdos, incluso coincidiendo con cierta evolución temporal. Una de las primeras comisiones que llevó su informe inicial ante el pleno, Formas de Estado, es la que tuvo mayor cantidad de iniciativas aprobadas, mientras que la última que presentó una propuesta, Sistema Político, es la que tiene también el peor índice, lo que muestra la dificultad de llegar a acuerdos en este tema.

“El trabajo de los convencionales se ha ido entrampando y se ha tornado más difícil: la tasa de aprobación de artículos en el Pleno ha bajado, y si a mediados de febrero llegaba a un 80%, desde marzo marca bajo el 50%, llegando incluso en algunos casos a menos del 10%”, plantea Díaz-Araújo como complemento del análisis estadístico.

Un punto al cierre del análisis es que, como pocas veces, las posiciones son bastante líquidas. Dependiendo de las negociaciones y acuerdos, algunos colectivos podrían tener más o menos efectividad en las votaciones hacia delante. Pero, en una primera fotografía, los resultados son consistentes con los roles y las posiciones que han ido asumiendo los colectivos y convencionales en esta parte del proceso.

“Es importante derribar mitos y analizar los datos en torno a interrogantes, como quiénes aprueban todo, quiénes rechazan todo y quiénes están trabajando por acuerdos, y llegar a los dos tercios para que la propuesta final cuente con artículos que den sustento a una nueva Constitución”, sentencia el gerente general de Unholster.