Madrugada del 1 de enero del 2022, Iquique. Un grupo de jóvenes iba a camino a una discotheque para terminar los festejos de Año Nuevo cuando se enfrentaron en una riña con otro grupo en un servicentro. No sería el único altercado de la noche. Al terminar la fiesta, ambos piños se volvieron a encontrar, pero esta vez hubo disparos y uno de ellos, un hombre de 24 años, murió. ¿El autor? Un adolescente de tan sólo 16 años.

Ese no sería el único crimen de un violento inicio de año en la “tierra de campeones”. Horas después también otro sujeto fue acuchillado y perdió la vida de inmediato. Ambos casos engrosarían la lista de homicidios que se cometieron el año pasado, registrando un peak en la última década. Esto, porque en cifras del Centro de Estudios y Análisis del Delito (CEAD), de la Subsecretaría de Prevención del Delito, durante el 2022 se registraron 934 homicidios, lo que da una tasa de 4,7 asesinatos por cada 100 mil habitantes. Aquello refleja un importante aumento, ya que en 2012 la tasa fue de 2,8 casos. Diez años después este delito se incrementó en 67,8%, según cifras del propio gobierno.

El CEAD se encarga de medir los “casos policiales” que corresponden al número de denuncias y casos abiertos en flagrancia por Carabineros y la PDI, y que posteriormente reportan al Ministerio del Interior y Seguridad Pública.

En ese análisis se revela que el año pasado se batió otro “récord” en materia de seguridad y que preocupa a las autoridades. Fue en el delito de tenencia ilegal de armas y explosivos, donde se registró una tasa de 6,1 casos por cada 100 mil habitantes. En 2012 hubo 537 casos por este ilícito, mientras que el año pasado se incrementó en un 123%, cuando se alcanzaron 1.200 causas por infracción a la Ley de Armas. En esa línea, el delito de hallazgo de armas o explosivos también marca un índice histórico (ver infografía).

Análisis de un fenómeno

Para el exfiscal y director del Centro de Estudios de Seguridad Pública y Crimen Organizado (Cescro) de la Universidad San Sebastián, Luis Toledo, lo ocurrido durante el 2022 refleja “una forma de criminalidad diversa a la que teníamos hace cinco años y que pudiera estar vinculada a otros fenómenos existentes en nuestro país, como por ejemplo la importación de nuevas formas delictuales que antes no conocíamos en nuestro territorio. La tríada de armas, robos, homicidios es común en otros países de Latinoamérica, por cierto más inseguros que el nuestro, todavía”.

En cifras del CEAD, no sólo los homicidios y delitos ligados a las armas registran importantes aumentos. Si bien no marcan un máximo histórico, delitos como el robo con violencia o intimidación también aumentan el año pasado respecto del 2012.

Jorge Araya, exjefe de la división de Seguridad Pública del Ministerio del Interior y académico de la Universidad de Santiago, afirma que lo ocurrido durante el año pasado “tiene que ver con una evolución histórica de los últimos 20 años, en que una criminalidad organizada nacional pasó a empoderarse producto del narcotráfico y del crimen organizado, y obtuvo más poder y mayor uso de armas, y por lo tanto más violencia”. A eso, el académico le suma “un fenómeno de inmigración descontrolada”.

El subsecretario de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, explica que lo ocurrido se da “principalmente por el surgimiento de nuevos fenómenos delictivos asociados a bandas criminales que claramente no se manifiestan de la noche a la mañana; lo que hay detrás de esto es un negocio ilícito que genera grandes dividendos y que luchan por incrementar y proteger. Y esto viene acompañado de enfrentamientos por un control territorial”.

Delitos sexuales al alza

Pero el año pasado no sólo los homicidios marcaron cifras históricas. El 2022 se registraron 4.873 casos de violación, con una tasa de 24,6 hechos por cada 100 mil habitantes, distante del registro de 18,8 casos de hace 10 años atrás. Aquello refleja un aumento de 30,8% en la tasa de este ilícito respecto del 2012, año en el que se registraron 3.275 casos.

Pilar Lizana, experta en seguridad e investigadora de Athena Lab, asegura que el año pasado se registró un aumento en la violencia en la se cometen todo tipo de delitos, situación que no ocurría hace una década. “Si yo veo que el Estado es más laxo, que las penas no son efectivas, voy cruzando un poco más la línea”, apuntó. La profesional cree que, además, el aumento de casos en los delitos sexuales puede responder también al surgimiento de trata de personas y el accionar de grupos como el Tren de Aragua vinculados a la explotación sexual de mujeres. Además de las violaciones, otros delitos como el abuso sexual también registran un alza en su tasa histórica.

Robos a la baja

Pese a los complejos resultados en ciertos delitos, el grupo delictual que agrupa los denominados delitos de mayor connotación social (homicidios, lesiones, robo con fuerza y robo con violencia) registran una disminución, eso sin considerar los dos años de restricciones producto de la pandemia. Aquello responde a una baja en delitos como los hurtos y el robo en lugar habitado, el que tiene una tasa de 218,8 casos, la menor de los últimos 10 años, sin considerar el 2020 y 2021.

Mismo caso para el delito de desórdenes públicos, que tuvo su peak en el 2019, en el contexto del estallido social.

También existen ilícitos que si bien registran un incremento durante el 2022, no son la mayor cifra de la última década, como es el caso del robo de vehículos, el que tiene una tasa de 168,1 casos, distante de los 189,3 ocurridos el 2012.

¿Cómo revertirlo?

A juicio del exfiscal Toledo, las cifras de la última década “nos deben llamar a una reflexión (...) Dan cuenta de brechas legislativas, administrativas y operativas que debemos urgentemente reparar y mejorar”.

Esto, porque si bien cree que durante estos 10 años se han realizado avances de parte de las policías, aún “persisten lógicas internas competitivas y de escasa colaboración interinstitucional en varias instituciones vinculadas al control delictual”.

Araya, por su parte, sostiene que para reducir la compleja situación de seguridad se deben realizar cambios estructurales mayores: “Yo no creo que podamos simplemente con operativos puntuales poder revertir esto”.

El subsecretario Vergara explica que como gobierno se está poniendo foco en el trabajo “de la mano con estrategias de prevención efectiva desde los territorios bajo un inédito sistema de seguridad municipal, en la agresiva desarticulación de estas bandas, aumentando el despliegue operativo y los recursos”. Junto con esto, dice la autoridad, se están impulsando iniciativas “en la concreta recuperación de espacios públicos, en la creación del Centro de Prevención de Homicidios y Delitos Violentos, así́ como con la incautación de sus bienes gracias a la modernización de nuestra legislación, permitiendo ir donde más les duele: sus recursos financieros”.