Entrevista a Felipe Harboe: “Algunos me decían si no me daba vergüenza estar con gente de derecha”

Felipe Harboe, ex miembro de la Convención Constitucional. Foto: Andrés Pérez

El exconvencional Felipe Harboe asegura que su decisión de votar Rechazo en el plebiscito le significó costos políticos y quiebres con parte del mundo de la centroizquierda, pero insiste en que si bien “apoyar el Apruebo era lo más cómodo, no era lo que éticamente creía que era lo correcto”. Y reitera su convencimiento de que la Convención será el punto de partida de un profundo reordenamiento del mapa político en el país.


Reconoce que “humanamente fue difícil”. Para Felipe Harboe romper con parte de su mundo político y optar por el Rechazo en el plebiscito de salida de la propuesta constitucional no fue un proceso fácil. Algunos, recuerda, le decían si no le daba vergüenza estar con gente de derecha y otros insistían que cómo podía apoyar la Constitución de Pinochet. Pero eso no fue motivo para dejar de lado su convicción de que el texto no era bueno para el futuro del país.

Hoy, tras el resultado de la consulta, repasa en esta entrevista lo que fueron esos 12 meses como convencional y las lecciones que dejó el proceso. Además, refuerza su convicción de que viene un profundo reordenamiento del mapa político en el país.

Usted renunció al Senado para postular a la Convención Constitucional. Hoy, después de lo sucedido el domingo, ¿cuál es la sensación con la que se queda?

Primero, creo que el proceso era muy necesario para el país. Más allá de las experiencias puntuales o de la evaluación que la ciudadanía haga del proceso, creo que era necesario que dos o muchos mundos nos encontráramos en un espacio de discusión común. Si uno mira al Chile de los 90 y al de esta era, este es un Chile demasiado fracturado culturalmente, es un Chile que no tiene puntos de encuentro. La Convención fue un espacio donde confluimos personas de diferentes orígenes, sociales, culturales, territoriales, de visiones ideológicas distintas, de vivencias distintas y se dio un debate, probablemente no como yo hubiese querido, pero sí era muy importante. Lo defiendo como proceso. Fue un proceso de mucho aprendizaje, de aprender a escuchar, porque en general en la política cuando uno escucha, escucha a pares que reflexionan con ciertos códigos parecidos. Uno puede tener diferencias estructurales con la UDI o con el PC, pero hay ciertos códigos. Por ejemplo, nadie se cuestiona la historia republicana. En la Convención no había puntos de partida vetados. De hecho, si tú observas la propuesta de prólogo que hizo Baradit, partía de la idea de que la República comenzaba el 18 de octubre.

Se habló mucho de desconexión durante el gobierno de Sebastián Piñera, pero lo que vimos el domingo con el resultado fue que había otro sector que también parece que estaba desconectado. ¿Comparte esa mirada?

Ese es un punto muy importante. Creo que la Convención sufrió en poco tiempo el efecto burbuja que tienen los gobiernos, los partidos políticos y el Congreso. Construyeron su propia realidad y pensaron que esa realidad era la que condiciona todo, pero con una diferencia respecto de todas las instituciones anteriores, que aquí hablaban o más bien hacían gárgaras con la representación del pueblo. El núcleo que logró controlar el tono y el contenido del proceso confundió y pensó que 2/3 del pleno eran 2/3 de la sociedad. Ese fue un grave error. Algunos se lo advertimos durante el proceso, les dijimos “cuidado, están equivocados”. Pero me decían “no, no es así, tú no entiendes nada, tú eres político”. Yo respondía “cuidado, lo que ustedes están pensando es que aquí el proceso es representativo de la ciudadanía y mi percepción es que eso no es así”.

“El núcleo que logró controlar el tono y el contenido del proceso confundió y pensó que 2/3 del pleno eran 2/3 de la sociedad. Ese fue un grave error”.

¿La idea de que la Convención era la mejor representación del Chile real parece que también estaba equivocada?

Lo que pasa es que estamos frente a una generación política que yo llamo la generación burbuja, la generación de la era de las redes sociales, donde si yo encuentro que alguien opina distinto de lo que yo estoy pensando, lo bloqueo, lo cancelo y, por lo tanto, me quedo conversando con los que piensan como yo y me convenzo de esa realidad. Creo que esta gente está absolutamente convencida de que lo que ellos planteaban era lo que la sociedad quería. Algunos les decíamos eso no está ocurriendo, eso no va a pasar, esto se va a rechazar, y me decían no, tú no entiendes, porque no entiendes el sentimiento ciudadano. Y yo les insistía, son ustedes los que no entienden el sentimiento ciudadano, porque lo que pasó aquí es que había una disonancia completa entre la construcción de una realidad hecha por la generación del octubrismo respecto de lo que estaba sucediendo en la verdadera realidad, que era mucho más profundo, pero a la vez más simple de comprender. Cuando uno ve que el resultado del plebiscito tiene 24 puntos de diferencia, cuando ve que en 340 comunas gana el Rechazo, cuando ve que en las 10 comunas con mayor población indígena gana el Rechazo por 75% o más de los votos, uno dice bueno, evidentemente, el país imaginario que construyeron entre Atria, Bassa y el mundo de los pueblos originarios no es el país real. Segundo, creo que la falta de experiencia política llevó a muchos y muchas a caer en una borrachera electoral, a creer que eran casi iluminados. El mejor ejemplo son Stingo y Baradit. Es una expresión de paternalismo que en la práctica es un desprecio por la sociedad.

¿Cómo cree que debe seguir este proceso?

No tengo la respuesta, pero creo que una aproximación podría ser mirar Bélgica y Finlandia en la década del 30, cuando surge el partido reichsista en Bélgica, que reivindicaba un poco la lógica del movimiento nazi. En aquella oportunidad las elecciones las gana el partido católico. Lo lógico era que el partido católico hiciera gobierno con el reichsista, pero el rey de Bélgica dice un momento, el país no puede dividirse entre izquierdas y derechas hoy, el momento histórico demanda una alianza de los demócratas versus los autócratas y el rey obliga al presidente del partido católico a pactar con el partido socialdemócrata, sus adversarios históricos, para dejar fuera al partido reichsista. Ese momento marca la estabilidad democrática de Bélgica en una Europa que caía en manos del movimiento nazi en sus diversas expresiones. Mi percepción es que hoy lo que debiera ocurrir es que las fuerzas políticas democráticas enfrentemos sin eufemismos a aquellos que bajo la lógica de propuestas de cambio nos plantean en la práctica modelos autocráticos. Por eso es tan relevante que un sector de la centroizquierda haya roto esa muralla que nos separó desde 1988.

09 Septiembre 2022 Entrevista a Felipe Harboe, ex miembro de la Convención Constitucional. Foto: Andres Perez

¿Cómo vivió ese proceso de optar por el Rechazo viniendo de la centroizquierda, imagino que hubo tensiones, quiebres personales? ¿Cómo fue ese tránsito?

Fue difícil, porque yo renuncié al Senado para participar de un proceso que siempre he considerado que era fundamental. Llegué con el mejor de los ánimos a aportar, pero cuando observé al corto plazo que se instaló un núcleo que tomó la decisión de conducir el proceso y excluir al resto, tuve una sensación de frustración, aunque también de autocrítica, por no haber sido capaz con toda la experiencia política de haber logrado permear a más sectores. Era mucho más fácil para mí humanamente y políticamente haberme quedado en el Apruebo. Ahí está mi mundo, de ahí vengo, del mundo socialdemócrata, del mundo social-liberal.

Y ¿por qué no quedarse ahí?

Porque creo que eso era lo más cómodo, pero no era lo que yo éticamente creía que era correcto. Si yo hubiera creído que este proyecto de Constitución era bueno para el país, no le quepa duda que habría estado inmediatamente ahí, pero creo que se pasaron tres, cuatro pueblos y que en estricto rigor era un proyecto autocrático que iba a hacer muy difícil la gobernabilidad del país, pero adicionalmente era irreversible. En el mundo ha habido problemas de sistemas políticos que han sido corregidos y otros que no han sido corregidos. Veamos el caso de Italia. En Italia en 1992 hicieron un cambio en las normas constitucionales y le dieron el poder casi absoluto a la Cámara de Diputados. Entre 1992 y 2022, este año, en julio, han pasado 30 años y ha habido 23 gobiernos. Los gobiernos duran un año siete meses en promedio y cada vez que intentan revertir el poder concentrado en la Cámara, obviamente la Cámara dice yo no voy a entregar el poder, porque cuando usted le entrega el poder a una institución, después no se lo puede quitar, es irreversible. Chile estuvo al borde de caer en algo parecido.

“Humanamente ha sido difícil, ha habido quiebres, algunos me han dicho yo no puedo entender tu posición y otros me dicen mira, fue valiente tu posición en el sentido de defender principios”.

¿Cómo fue en el plano humano?

Humanamente ha sido difícil, ha habido quiebres, algunos que me han dicho yo no puedo entender tu posición y otros que me dicen mira, fue valiente tu posición en el sentido de defender principios. Como dijo Churchill alguna vez, prefiero traicionar a mi partido por mis principios que a mis principios por mi partido. He pagado costos políticos, pero creo que si yo no le deseo algo malo a mi familia, no tengo por qué desearle algo malo a mi país.

Y por qué cree que una parte de esa misma centroizquierda estuvo a un lado y otra parte al otro. ¿Dónde está la centroizquierda?

No sé quién está más cerca, pero creo que en el mundo de la centroizquierda que promueve un modelo más bien socialdemócrata, entendemos que los textos constitucionales tienen que dar la libertad para que los ciudadanos elijan a quienes los representan, no instalar en la Constitución definiciones ideológicas que al final del día transformen en interdictos a quienes elijan con posterioridad. Segundo, creo que la instalación del Estado social y democrático de derecho era un tremendo triunfo, pero el problema es que venía acompañado de otros elementos y eso lo hacía más complejo. Desde el minuto en que los partidos tradicionales de centroizquierda pactan con movimientos y partidos que justifican la violencia como forma de reivindicación social o política creo que hay un punto de quiebre. La centroizquierda tiene que tener como principios básicos el respeto irrestricto a la democracia, la instalación y la defensa del diálogo como única forma de resolver las controversias y el respeto a la libertad y las garantías ciudadanas. Esos tres elementos son fundamentales desde el punto de vista filosófico. Y desde el punto de vista doctrinario, incorporar lo que se ha denominado un Estado de bienestar, pero más bien en la lógica de generar condiciones de desarrollo humano que no dependan de la capacidad de pago de las personas. Lo que ha habido, creo, es que los partidos tradicionales de centroizquierda se han ido acomodando al poder, a los cargos, en lugar de defender principios.

14 Mayo 2022 En la sesion 103 del pleno de la Convencion Constitucional dio por finalizado el proceso de para incorporar articulos a la nueva constitucion. Foto: Andres Perez CONVENCION CONSTITUYENTE - CONVENCIONALES CONSTITUYENTES - ENTREGA - BORRADOR - NUEVA CONSTITUCION - CEREMONIA - SALON PLENARIO - EXCONGRESO

¿Cómo fueron esas conversaciones con personas del mundo de la centroizquierda que estaban en la otra vereda?

Hubo algunos que nunca leyeron el texto. Como dije antes del plebiscito, la decisión iba a ser 10% texto y 90% contexto. Y había desde fanatismo, en el sentido de leer sólo los titulares, pero no hacer doble clic en el artículo completo, hasta aquellos que leían solo lo que era positivo. Yo lo reconozco, incluso lo he dicho, este proyecto constitucional tenía elementos muy positivos, pero los elementos negativos irreversibles hacían imposible optar por el otro camino. Yo les decía, una Constitución no puede ser evaluada como positiva o negativa si tiene 30 artículos buenos e igual número de artículos malos, las constituciones son una visión de sociedad, la mirada de un dron, es una mirada de conjunto, es un cuerpo armónico, es una visión de sociedad. Las preguntas que uno tiene que responderse son, les decía yo, si ese texto garantiza la gobernabilidad, fomenta el desarrollo de la cohesión social como elemento de estabilidad democrática, garantiza las libertades ciudadanas, establece un límite para el poder y lo distribuye de mejor forma. Esas cinco preguntas eran las claves, pero cuando uno planteaba eso el argumento era más bien, “pero cómo, si es la Constitución de Pinochet”. Yo les decía momentito, mi diferencia con ustedes no es si cambiamos este texto o nos quedamos con este otro, esa no es la discusión, la discusión es si es esto lo que queremos para Chile. En consecuencia, lo que quiero es un nuevo proceso, que es algo distinto. Y al último, cuando se pasaba al plano más personal, me decían si no me daba vergüenza estar con gente de derecha. Yo les decía, probablemente me puede dar la misma vergüenza que te puede dar a ti estar con gente autoritaria de izquierda. Al final del día yo no coincido en los contenidos con ellos, sino en que este texto no es un buen texto.

¿Qué va a pasar con la centroizquierda, se puede volver a reunir o la centroizquierda del Rechazo se ve más cercana del centro y la centroderecha?

Como dicen ustedes, es noticia en desarrollo. Creo que la volatilidad del voto en los últimos procesos electorales es tan grande y tan rápida que yo diría que nosotros estamos tratando de interpretar adecuadamente la votación con mucha humildad para no cometer los errores del pasado. Lo dije antes del plebiscito, cuando iba a ser candidato, yo creo que la Convención va a ser el punto de partida del reordenamiento del mapa político. Y en este proceso de definiciones hay un amplio camino de gente que quiere que al país le vaya bien, pero que también entiende que la sociedad se tiene que mover en libertad, que tiene que haber entendimiento, una centroizquierda que hable tranquilamente de estado social de derecho, de justicia, de redistribución, pero que también sin complejos hable de seguridad como derecho fundamental, que hable de desarrollo, de emprendimiento, de cambio climático, que hable del tema digital, pero que no tenga los traumas que tiene el sector de izquierda hoy, de que esos temas no se tocan.

Y ¿eso sigue siendo centroizquierda?

Creo que eso sigue siendo centroizquierda y mi percepción es que es absolutamente posible que esa centroizquierda se abra hacia una alianza con el centro.

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