El domingo 25 de septiembre, la espera estimada para entrar en Georgia alcanzó las 48 horas, con más de 3 mil vehículos haciendo cola a lo largo de 20 kilómetros para cruzar la frontera, informaron los medios de comunicación estatales rusos.

La capital georgiana, Tiflis, ya había visto una afluencia de unos 40.000 rusos desde que Moscú invadió Ucrania el 24 de febrero, según las estadísticas del gobierno.

Sin embargo, no está claro el número exacto de personas que han abandonado Rusia desde que Putin anunció lo que llamó una “movilización parcial” el pasado miércoles. Pero ya se vislumbra un éxodo importante.

Escenas como las de la frontera entre Rusia y Georgia se han producido también en los pasos fronterizos con Kazajistán, Finlandia y Mongolia, que han informado de grandes colas. Rusia no ha cerrado sus fronteras y, en general, los guardias parecen dejar salir a la gente.

Los vuelos que parten de Moscú hacia los pocos países que mantienen vuelos directos con Rusia se han agotado o sólo hay un puñado de billetes disponibles a precios astronómicos.