Dragon Ball Super: La épica definición de la batalla de saiyajins

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La batalla entre Goku y la fusión conocida como Kefla se enfrentaron en un gran cierre que definió cuál se mantendría en el Torneo de Fuerza.


Uno de los factores determinantes a lo largo de Dragon Ball Super ha sido la forma en que sus responsables han establecido los niveles de poder de los personajes que participan en el Torneo de Fuerza, algo que en algunos casos se ha instalado fuera de toda lógica de progresión de la saga. Claro, los saiyajines se han instalado como entes tan poderosos, que han eclipsado completamente a sus rivales.

Pero a lo largo de esta saga, no solo establecieron que personajes como número 17 o el muerto Freezer pueden dar la pelea, sino que también tipos más débiles como Krilin o el maestro Roshi han podido hacer cosas que habrían sido absolutamente improbables en otras instancias. Pero nada se iguala a lo concretado con las saiyajins del universo 6. Sin mayor entrenamiento, y sin la experiencia de sus contrapartes del universo 7, han sido elevadas como toda una amenaza sin mayor argumento.

Claro, Kale guardaba un poder oculto legendario que la transformaba en alguien incontrolable, pero Caulifla fue establecida como un diamante en bruto que rápidamente se pulió para darle problemas a Goku. Su evolución fue tan rápida, que la fusión entre ambas guerreras, llamada Kefla, subió en los rankings de poder para instalarse rápidamente en lo más alto. Quizás solo bajo Jiren.

Esa situación no convirtió en su amenaza en algo muy atractivo, ya que todo se estableció tan rápido que no había forma de conectar con la idea de que alguien pudiese subir tanto de nivel en contraste a lo que antaño se hacía con la saga, pero tampoco sorprende que en un momento del más reciente episodio, el 116, Whis declara el ki de Kefla es comparable al de una Genkidama. ¿No será mucho?

Sea como sea, todo eso fue utilizado como argumento para explicar algo más importante: el por qué Goku logra establecerse nuevamente en su máximo nivel, de la mano de la doctrina egoista. Con eso comenzó el capítulo que abordó el choque definitivo entre los saiyajins.

La idea de todo su enfrentamiento ha sido sola una. Mientras uno gana más poder, incita al otro a superarlo, lo que estableció una dinámica que hace remecer a todo el lugar de combate, mientras Goku deja en claro que no puede ser golpeado tan fácilmente con su nuevo nivel de pelea, logrando abrir una puerta en la que finalmente entiende cómo se desarrolla el poder de la doctrina.

Sea como sea, como el enfrentamiento definitivo, finalmente ambos deciden darlo todo en un último golpe. Kefla dispará su ki en todas direcciones, como si fuese un láser, generando su arma definitiva que busca poner a la delantera al universo 6, cuando los números del equipo han disminuido completamente.

En una de las mejores secuencias de lo que va la serie, Kefla aumenta tando su nivel, que lanza ráfagas que ponen en riesgo todo. Pero Goku, gracias a la doctrina egoista, logra esquivar inconscientemente mientras se prepara para asestar el mejor Kame Hame Ha de todo lo que va la serie.

Y en ese contexto, la historia de las saiyajins se termina, dejando la esperanza del universo 6 depositada solo en sus últimos guerreros: los Namek.

En el cierre del episodio, Freezer deja en claro que el costo de usar la técnica tiene un costo alto, pero aún quiere que Goku siga haciendo el trabajo, ya que el villano no ha dejado de lado su plan oculto. En tanto, Vegeta se determina a replicar la técnica y dominarla antes que Goku, ya que su clásico orgullo de príncipe saiyajin lo motiva a no quedar debajo de su clásico rival.

Pero aunque Goku logró finalmente despacharse a una de las más grandes amenazas, aún quedan 17 minutos de combate y el destino del universo 7 no está asegurado, ya que aún restan las más grandes amenazas. Incluido Jiren. Pero todo esto está dándole buena forma al final de la una de las sagas de la franquicia de Dragon Ball más extensas de todas.

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