Un diamante en bruto. Eso era Hanamichi Sakuragi. Así lo tenía claro el profesor Anzai. De cierto modo, también lo sabía el capitán del equipo, Akagi, quien siempre se enfadaba por la forma en que el pelirrojo desaprovechaba su potencial.

Pero Hanamichi, uno de los protagonistas más carismáticos de una serie de animación, más allá de las ínfulas de grandeza que lo marcaban por demostrar grandes aptitudes, también estuvo dispuesto a ser pulido.

Minuto a minuto sobre la cancha, probó al “gordito” y el resto del equipo que se entregaría para mejorar en todo sentido. Y lo haría por un juego que en primera instancia no entendía, e inclusive odiaba, pero que terminó amando.

Sí, estaba su mal genio, sus peleas, sus aparentes malas juntas, sus frases rimbombantes, su conflicto con el maldito Rukawa, sus errores en el jugo o la tormenta de rechazos amorosos que lo hacían parecer un perdedor de tomo y lomo. Todos elementos que lo condenaban a ser tachado de problema.

Pero aunque en primera instancia su afición por el balón estuvo ligada a su intento de atraer a Haruko, episodio a episodio el “talentoso” Sakuragi se entregó por completo a los duros entrenamientos.

Inclusive si en primera instancia creyese que no los necesitaba, a la larga demostró su tenacidad.

El entrenamiento básico, pero importante que le otorga Ayako. Las 20 mil canastas impuestas por el profesor. También estaban los consejos que se resistía a aceptar, salvo uno: Todo aquél que dominará el rebote, dominará el juego.

Aquella frase de Akagi, dicha en los primeros episodios de la serie, guió a las condiciones atléticas de Hanamichi, quien estaba a años luz de la técnica que tenía su máximo rival y compañero de equipo, Rukawa.

Pero aún así, siempre daba el triple esfuerzo por mejorar. Más aún, aunque generalmente lo hacía a regañadientes, terminaba aceptando los consejos de aquellos que sabían más.

Lo importante es que repetición tras repetición, el pelirrojo tiene el crecimiento más exponencial de la serie. Es una ruta que no se siente como la clásica historia del protagonista de talento superior que es mejor que todo el resto.

No, la historia de Hanamichi es de puro esfuerzo, instalándolo como el elemento vital del éxito de Slam Dunk.

Hanamichi es ese raro protagonista payaso que termina reluciendo por su corazón. Las frases chistosas o sus particulares interacciones con sus rivales o su propio equipo nos dibujaban sonrisas, pero era su entrega, y la forma en que el 10 de Shohoku se ganó su camiseta, lo que en definitiva terminaba elevando a esta gran serie de anime en donde el éxito fue ganado a puro pulso.

Basta recordar que en un punto, cuando Shohoku se enfrenta al mejor equipo del estado, el pelirrojo se quiebra porque su error gatilla la derrota de su equipo. Pero es ese mismo duro momento el que lo define para sacar fuerzas de la caída y reinventarse para no cometer los mismos errores.

Desde siempre Sakuragi se denominaba el arma secreta de su equipo. Y, de cierto modo, lo terminó demostrando en uno de los caminos más sacrificados y satisfactorios que se hayan visto. Sin duda, nada lo representó de mejor forma que su clavada definitiva que no pocos siempre hemos querido volver a ver con una extensión que nos cuente todo lo que nunca fue abordado.

Larga vida al talentoso Hanamichi.