A la fecha, todos los live-action de Disney habían defraudado a la hora de validar su existencia. Eso es algo que pasó tanto con aquellos que fueron un calco de las películas animadas originales, como La Bella y la Bestia, o los que le dieron un vuelco a su origen en las páginas de libros, como El Libro de la Selva. Inclusive con esos que extendían su historia por confines diferentes, como pasó este año con la película de Dumbo.

Pero aún considerando que la vara estaba muy baja, y la mayor parte de remakes fueron hechos con el mismo aburrido molde, el Aladdin de Guy Ritchie incluye algo de lo que carecían todas las películas anteriores: personalidad propia. Les gusten o no los caminos que aquí deciden explorar.

Claro, eso no basta para justificar que esta película se haya hecho, y está nueva producción carga una mochila llena viejos clichés y replica antiguas secuencias, pues desde su origen en Disney solo la quisieron explotar por la nostalgia y el éxito que representa su marca conocida. Pero esta adaptación también tiene otros factores a su favor.

El más discutido siempre será el trabajo sobre las canciones, que en este caso cuenta con un sólido trabajo de voces, impulsado por el carisma de los actores elegidos para cada rol, pero indudablemente nunca logran llegar a las cotas de las versiones animadas. La clave es que tampoco este live-action busca hacerlo, ya que Guy Ritchie en muchos casos imprime un colorido tono más cercano a Bollywood que a una mera replica de lo que ya fue el original.

Otro de los puntos positivos radica en el cómo esta nueva película le da mucho más para hacer a la princesa Jazmín interpretada por Naomi Scott. En esta versión es apremiada por no poder evadir las tradiciones de Medio Oriente y siente el llamado de su pueblo, con el cuál no puede conectar ya que ha sido apartada del mundo por los temores de que su vida corra riesgo. La historia en torno a ella está bien armada, especialmente para lo que sucede en el último acto, pero si ese tipo de cambios no les gustan, ese ya es otro tema.

Más aún, hay que considerar que esto no cambiará la opinión de todos aquellos que ya estaban en su contra, solo por presentar a un genio diferente que nunca iba a estar a la altura del creado por el trabajo de voz de Robin Williams. Sin embargo, este Aladdin sí logra imprimir su propio estilo a una historia muy vista, dejando en evidencia a la mano de la realizador tras la adaptación.

Al mismo tiempo, aunque Will Smith indudablemente debe tocar las mismas teclas que Robin Williams, y el trabajo digital para recrear al genio no es siempre el mejor, la película si le da una nueva alfombra para hacer otro tipo de cosas: La historia se las ingenia para otorgarle relevancia al aspecto humano que el genio debe adoptar para pasar desapercibido una vez que comienza a acompañar a Aladdin en Agrabah.

En el resto, la historia, sigue teniendo de principio a fin la misma columna que el original animado. No obstante, aquí hay cambios que provocan que este remake no sea un proyecto que solo ocupa la película de 1992 como storyboard. Uno de esos es por ejemplo el villano Jafar, a quien le otorgan un trasfondo para sus malvadas motivaciones, aunque eso no impide que sea uno de los factores más débiles de toda esta reinvención que tiene sus mejores momentos al interior de la cueva de la lámpara.

También es cierto que lo que sí le falta a esta película es el factor de desenfreno incontenible que marcó al genio animado y que lo convirtió en uno de los mejores personajes de Disney. Pero al menos igual hay que considerar que este remake cuenta a favor con el propio Aladdin.

El actor Mena Massoud está muy bien como este ladrón que desea ser príncipe y que es todo un diamante en bruto. Sin él, inclusive aún por sobre el genio, esta película no resultaría para nada. Su casting es probablemente el punto más alto de un live-action que gana mucho cada vez que él está en pantalla y, hay que decirlo, eso es algo de lo que carecían todas las apuestas previas de este tipo realizadas por Disney.

Sin tener ninguna clase de expectativa con esta película, ya que realmente los live-action de Disney no son de mi agrado, ya que terminan elevando aún más a los clásicos animados, al menos esta nueva versión logra defenderse para clavar su propia bandera en el piso. Repito, la vara estaba muy baja, pero considerando que la próxima película de El Rey León solo luce como un mero calco digital del original, al menos Guy Ritchie logró hacer de Aladdin algo que tuviese de su propia cosecha. Aunque tuviese que seguir el patrón exigido por la casa del ratón para todas estas versiones.

https://www.youtube.com/watch?v=1xouVEZ9lnU